Sucesos

La Audiencia condena a nueve años y medio de prisión al hombre que violó a una niña

El tribunal da absoluta veracidad al relatode la menor, que dijo que el acusado abusaba de ella cuando sus padres no estaban en casa.

La Sección Tercera de la Audiencia de Zaragoza ha condenado a nueve años y medio de prisión a Ángel Suárez Restrepo, el inmigrante de origen colombiano al que juzgó la semana pasada por la violación de una menor. El tribunal ha dado absoluta veracidad al testimonio de la niña, que tenía siete años cuando se produjeron los hechos, y ha impuesto también al agresor una indemnización de diez mil euros.


En una decisión poco habitual, los magistrados ordenaron ya nada más acabar el juicio que el acusado fuera encarcelado y conducido al centro penitenciario de Zuera. Intentaban así que pudiera intentar huir, dado que la carga probatoria era importante y la acusación particular -ejercida por Rafael Ariza- y la Fiscalía pedían para él 15 años de cárcel. De hecho, esta última solicitaba inicialmente seis, pero al escuchar el relato de la menor y a los psicólogos decidió adherirse a la petición del abogado de la familia de la niña.


Los hechos ocurrieron entre septiembre de 2009 y julio 2010 en el domicilio de los padres de la menor, una familia originaria de Ecuador con otras dos hijas, que ahora tienen cinco y tres años, que decidió subarrendar una habitación a Ángel Suárez para que les saliera más barato el alquiler de la vivienda.


Durante el juicio, el imputado negó la acusación y aseguró que no se relacionaba con la niña y que nunca se quedaba a solas con ella. Como ya hizo en sus declaraciones anteriores, el acusado alegó que apenas pasaba tiempo en casa porque trabajaba de 6 a 15.00 en un hotel y luego se iba a entrenar a un equipo de fútbol.


Sin embargo, la menor contó con claridad y sin contradicciones lo que ya había declarado antes. Dijo que Ángel Suárez la perseguía por la casa en los momentos en que sus padres se ausentaban (él se iba a trabajar y la madre a comprar) y que le mostraba sus genitales. Primero comenzó con exhibiciones, pero un día logró retenerla en el salón de la casa y la obligó a hacerle una felación. La niña vomitó, pero luego limpió el suelo y no le dijo nada a los padres por «vergüenza» y porque el acusado le advirtió de que la llevarían al psicólogo e iría la policía. Cuando en mayo de 2010 la enviaron unos meses a Ecuador con su abuela, la pequeña contó a un primo todo.