Vivienda

"Llevo diez años viviendo en la calle"

Noureddine, marroquí de 49 años, cuenta cómo vive desde hace tres con otros compatriotas bajo el puente en la desembocadura del Huerva.

Campamento bajo el puente del Huerva
"Llevo diez años viviendo en la calle"
P. F.

“Esta es mi casa”. Noureddine mueve una cortina y muestra su 'habitación' bajo el puente de la desembocadura del Huerva. Un colchón, unas maletas y una mochila son sus pertenencias. Este marroquí tiene 49 años, lleva 25 años viviendo en España, diez durmiendo en la calle y más de tres bajo este puente.


El asentamiento en la desembocadura del río ha ido creciendo desde 2008. Primero fueron solo unos colchones y ahora es un campamento dividido en habitaciones hechas con palés y telas. Hay una mesa común, una cuerda que comparten para tender la ropa y una cocina con gas butano que utilizan a turnos. Sus habitantes se encargan de limpiar y adecentar la zona.


"Ahora vivimos aquí siete personas y tres gatos, que se encargan de que no haya ratones. Somos marroquíes, nos conocemos todos y la convivencia es buena. Debajo del puente nuevo (la pasarela sobre el Huerva que se inauguró para la Expo, a pocos metros) se ponen unos argelinos. Antes había también rumanos y a veces españoles. Para la época de coger la fruta, viene más gente por aquí", cuenta Noureddine.

"Estamos bien"

La crecida del Ebro y del Huerva ha llegado este invierno cerca de su casa. "Aquí estamos bien, es un lugar tranquilo. La Policía pasa de vez en cuando. Algunos días vienen de asociaciones o particulares a darnos comida o ropa", señala.


Por la mañana el campamento suele estar vacío. "Nos levantamos y cada uno se va a buscar la vida. Muchos días vamos al albergue a desayunar y a ducharnos. Yo luego voy por ahí a buscar chatarra. No me gusta ir a comedores, cocino aquí. Hoy prepararé patatas con carne", cuenta.


Noureddine vive de lo que saca de la chatarra y de vender en mercadillos. Cuando ahorra, viaja en autobús a su país. "Allí vendo cosas de España y me traigo productos para vender aquí", apunta. Ha vivido en Cataluña, en Vitoria y en Zaragoza. Ha trabajado en fábricas y en el campo. "Hace mucho que no tengo un trabajo fijo. Llevo diez años viviendo en la calle. Me gusta España, pero las cosas cada vez están peor", reflexiona.