Movilidad

Las afecciones a los árboles, al tráfico y al comercio centran las quejas sobre el tranvía

Desde el inicio de las obras, el Justicia ha recibido numerosas quejas relacionadas con la vuelta del tranvía a la ciudad.

Imagen de un Urbos cruzando el Ebro
Primer paseo sobre el Ebro_2
FéLIX BERNAD

Para algunos, un acierto rotundo. Para otros, un estrepitoso fracaso. El tranvía regresó el pasado año a Zaragoza en medio un tremendo debate sobre la pertinencia de su implantación en las calles de la capital aragonesa.


Los más críticos con este medio de transporte no pasan por alto ningún aspecto y no dudan en hacer llegar sus molestias a las autoridades. Desde el comienzo de las obras, el Justicia de Aragón ha recopilado numerosas quejas en torno a la línea 1 y ha abierto expedientes de oficio denunciando la falta de vallas de separación entre una zona de juegos de Valdespartera y los raíles e instando al Ayuntamiento a tener un mayor cuidado por las zonas verdes.


La primera y segunda fase de obras comparten varios paralelismos. Uno de ellos se centra en los árboles que se alzan en torno al eje de la plataforma tranviaria. Durante los primeros trabajos, asociaciones ecologistas y vecinales alertaban del peligro que estaba sufriendo el arbolado maduro de la ciudad. Un vaticinio que, con el tiempo, se ha cumplido, ya que a fecha de hoy se ha talado más de medio centenar de árboles como consecuencia directa de un deficiente cuidado durante la instalación de la infraestructura.


Al buzón del Justicia han llegado ya alertas del "deficiente" estado de salud de los ejemplares de Independencia. Además, las agrupaciones vecinales del Actur llevan tiempo denunciando que ocurre lo mismo en María Zambrano y Gómez de Avellaneda. Desde la asociación de vecinos Actur-Rey Fernando han contabilizado ya "20 árboles muertos", que esperan se repongan a la mayor celeridad posible.


El segundo punto de convergencia entre las dos fases es la afección de las obras a los comercios. Especialmente en el tramo inicial de la línea, los empresarios han mostrado su malestar por el impacto negativo de las zanjas y las vallas ubicadas a escasos metros de sus negocios. Incluso asociaciones como la Federación de Empresarios de Comercio y Servicios de Zaragoza y Provincia (ECOS) han realizado estudios en los que se cifra en casi 8 millones de euros el impacto negativo sufrido por los primeros meses de obras, cantidad que presumiblemente se habrá incrementado. Otros comerciantes, directamente, han enviado cartas achacando el cierre de su negocio al medio de transporte.


La otra queja mayoritaria que comparten ambos tramos llega de los conductores que a diario atraviesan la ciudad. El Justicia ha recibido varias reclamaciones por las afecciones al tráfico de los convoyes, criticando que no se plantearan en su momento alternativas en el trazado.


Otro colectivo, el taxista, ha hecho llegar a lo largo del último año varias peticiones relacionadas con su trabajo, como poder realizar giros sobre la plataforma del tranvía e, incluso, poder circular sobre ella.


Segunda fase


La segunda fase ha traido consigo sus propias reivindicaciones. Los padres del colegio Moliere y los vecinos del Actur protagonizaron, por ejemplo, el envío de un aluvión de misivas quejándose de la construcción de uno de los dos párquines disuasorios del proyecto junto al centro escolar, que suponía la eliminación de una zona verde.


Por otro lado, el hecho de que a lo largo del Coso no exista diferenciación entre la acera y el trazado que atravesarán los vagones preocupa a quienes transitan a diario por la zona. Especialmente a los padres y madres de los escolares de Escolapias Calasanz, colegio colindante a las vias del Coso por las que pasa ya todas las noches un convoy en pruebas.


"Antes cuando pasaban coches también había que estar pendientes, pero es que ahora va a ser diferente porque antes los chicos para cruzar de la calle Alfonso lo hacían por el paso de peatones, pero ahora pueden cruzar por cualquier lado. Creemos que eso hay que advertirlo", señaló recientemente Carlos Puil, presidente del AMPA del colegio.


De todos los colores


El Justicia ha recibido misivas de todo tipo con el tranvía como objeto de crítica. Incluso un ciudadano cuya chaqueta quedó enganchada con una de las vallas se puso en contacto con él para que intermediara con el Consistorio y así conseguir que los daños materiales le fueran resarcidos.