Filatelia Manuel Dupla

Uno de los últimos reductos para los filatélicos en Zaragoza

Manuel Dupla lleva 52 años en el negocio del coleccionismo de sellos y monedas. ?En los años 80 había 21 tiendas, ahora quedamos apenas tres?, explica.

Manuel Dupla sigue en el sector tras 52 años
Manuel Dupla sigue en el sector tras 52 años

“Ahora los niños matan marcianitos, no coleccionan sellos”, explica riendo Manuel Dupla, dueño de una de las pocas filatelias que sobreviven en Aragón. El vendedor no para de atender clientes, unos llegan con la esperanza de que la moneda que lleva guardada con mimo en una delicada bolsa de terciopelo tenga valor, otros en busca de unos sellos específicos: de los últimos sobre los Juegos Olímpicos de Londres o incluso algún coleccionista que busca el sello que inmortaliza a 'Winnie the Pooh'. Dupla les recibe con la cordialidad propia del buen vendedor y con una infinidad de historias diferentes 'a cuento' del producto buscado o de la moneda mostrada.


Esto tal vez sea el por qué de la superviviencia de la Filatelia Manuel Dupla, una de las pocas que sobreviven en Aragón. Según su propietario -entre risas- el negocio sigue 'en pie' “siendo serio y honrado”. La realidad es que el goteo constante de clientes en busca de completar sus colecciones hacen que el negocio siga. “En los años 80 había 21 tiendas, ahora quedamos apenas tres”, explica.


Sus clientes son fieles y llegan con sus compras bien claras. “La gente no realiza una colección de sellos con afán de inversión”, explica, “como en todas las aficiones lo normal es que después de mucho tiempo te des cuenta que has gastado mucho dinero”, explica riendo.


Mientras tanto, en casa de los coleccionistas, a buen resguardo en álbumes de cuero, reposan pequeños rectángulos de papel de gran valor -económico y sentimental- archivados sistemáticamente para ser disfrutados en cualquier momento y ampliados cuando el bolsillo lo permita.


Falsificaciones y mil historias

“En internet es imposible saber si un sello es auténtico o no. Ebay no exije ningún tipo de certificado de autenticidad por ejemplo”, explica, “para comprar un sello hay que tenerlo delante, verlo, poder casi tocarlo”, prosigue.


Verlo, hasta con lupa si hace falta. Preguntar, volverlo a mirar y volver a preguntar. Esa es la forma de comprar sellos -sobre todo los más exclusivos-. Entre mirada inquisidora y comprobación de desconfiado comprador, Manuel intenta amenizar la visita con mil historias de 52 años de experiencia en el sector.


Historias como la de las cuatro falsificaciones del sello de 'El viaje del caudillo a las Canarias', la pieza de los 22 millones de dólares expuesta en 1975 o el coleccionismo de los matasellos de la época franquista. Todo vale. Todo cuenta para que una tienda con un cliente tan fiel siga abierta.


“Esta afición hay que tenerla, mantenerla -económicamente- y entenderla”, concluye. Lo que parece claro es que el sello de fidelidad de sus clientes está marcado a fuego en esa pequeña tienda, en la que historias, álbumes, sellos y monedas se hacen fuertes ante la crisis y la dificultad de mantenerse en el sector.