Zaragoza

La sequía acecha el Soto de Cantalobos a pesar de la reciente intervención

Las galerías de árboles más altas están muy lejos del nivel freático como consecuencia de las escasas lluvias y el bajo caudal del Ebro.

El verano pasado, el terrible estado de salud del Soto de Cantalobos centró la atención de instituciones, ecologistas y zaragozanos. Hasta 15 asociaciones unieron fuerzas para exigir que se tomaran medidas ante el fuerte estiaje que este espacio natural estaba sufriendo y que comenzó a hacer mella en la flora de todo el entorno.


Meses después, las distintas partes implicadas -DGA, Ayuntamiento, Confederación Hidrográfica del Ebro y regantes- alcanzaron un acuerdo para realizar aportes de agua a través del 'escorredero de Montoya' en vistas a recuperar el caudal freático del que se alimenta este singular paraje. Finalmente, la intervención se ejecutó a mediados del mes de junio.


Aunque ha experimentado una leve mejoría, la situación de Cantalobos sigue siendo "muy preocupante, con mucho arbolado muerto", según estima Ismael Sanz, miembro de la asociación ecologista Ansar y coordinador del programa VoluntaRíos. Sanz explica que tanto el arbolado maduro (chopos, sauces, fresnos, olmos y tamarices) como el sotobosque siguen muy afectados y que el profundo estiaje del Ebro este verano no está ayudando.


Fuentes municipales se muestran conocedoras de la situación, que achacan "por completo" al "bajo caudal del Ebro".


En estos momentos, dos de los tres kilómetros del soto reciben, cada 14 días, agua sobrante de riego. Dentro de estos 2.000 metros existen espacios a los que no llega el riego y en los que se están ejecutando obras blandas.


El bajo caudal a lo largo de todo el año ha dejado las galerías arbóreas muy por encima del nivel freático, por lo que apenas llega agua a las raíces de los ejemplares más alejados del río. Un simple paseo basta para localizar varios árboles muertos y observar enormes 'calvas' en el terreno donde antes había hierba y vegetación.


Las escasas lluvias han sido determinantes para llegar a esta situación. "Ha sido un año catastrófico en cuanto a precipitaciones. El soto no se ha inundado ni una sola vez, cuando hasta hace poco se inundaba unas 6 ó 7 veces a lo largo del año. No se ha experimentado ninguna gran venida y su media en verano está por debajo de los 30 metros cúbicos", comenta Sanz.


Desde Ansar lamentan que la "gran regulación" de los caudales "provoca que no haya crecidas que empapen la tierra", algo que "se podría solucionar con avenidas controladas de unos 1.800 ó 2.000 metros cúbicos en invierno o primavera".


Dos décadas de recuperación


Asimismo, en el seno de la organización ecologista estiman que el riego que se acomete cada dos semanas en los dos kilómetros de ribera es "insuficiente" y que "como mínimo debería duplicarse la frecuencia de riegos".


Ismael Sanz estima que "tendrá que pasar una década para poder hablar de recuperación y más de dos para que vuelva a su estado anterior, en el que los tres kilómetros de soto daban una sombra continua".