Zaragoza

Robos y vandalismo en el huerto del Parque del Agua

El responsable de este espacio lamenta que se destrocen plantas, se cojan hortalizas sin pedir permiso y entren perros a hacer sus necesidades.

Una de las parcelas del huerto.
Una de las parcelas del huerto.
A. M. B.

'No me quites mis tomates, que a ti no te han hecho na...', cantan Los Delinqüentes con marcado acento andaluz. Algo así podría entonar Benjamín Baena, responsable del 'recorrido de los alimentos' del Parque del Agua, quien ve como el robo de frutas y hortalizas del extenso vergel que a diario mima es una constante.


"Están esperando a que me vaya para entrar al terreno y coger las verduras y frutas", señala Benjamín. La recogida por parte de particulares está oficialmente prohibida, como indica un cartel. "No me importa que se coja, porque prefiero que se lo lleve la gente a tener que tirar comida, pero al menos que tengan respeto y me consulten primero", indica el hortelano.


"El verdadero problema es que muchos no saben recoger y acaban haciendo un destrozo. Prefiero, por ejemplo, darles yo mismo las habas a que levanten toda la planta", explica Benjamín, quien no duda al señalar el plato estrella para los cacos: "No me dejan ni un tomate, se los llevan todos".


No es el único problema al que se enfrenta esta extensión verde. Las frutas y hortalizas, al alcance de cualquiera, también son blanco de los vándalos. "Hay quien juega a fútbol con los melones y los dejan por todo el parque", asegura el labriego. "Hace poco, unos chavales destrozaron un cerezo durante un paso de ecuador", añade.


El último gran problema al que se enfrenta este espacio es el escaso civismo de algunos dueños de perros que dejan que estos entren a hacer sus necesidades. "Es una pena que los paseen por aquí cuando tienen un montón de espacio por toda la ribera del Ebro. La Policía debería estar más pendiente", indica el responsable de mantenimiento.


Casi 2000 metros cuadrados


Desde su inauguración, en 2008, el joven pulmon zaragozano cuenta con un vasta superficie en el que, además de la huerta, en la que se cosechan lechugas, espárragos, borrajas o habas, se suman otros espacios con plantas silvestres, viñedos y frutales, plantas aromáticas e, incluso un olivar. En total, cerca de 2000 metros cuadrados.


La función de este espacio consiste en ser, básicamente, un lugar en el que conocer de cerca los secretos del cultivo. Hasta ahí se acercan, en las semanas más calurosas del curso, numerosos grupos escolares, así como visitas guiadas o colonias urbanas en período estival.