Ricla, tres culturas en sus calles

A tan solo cincuenta y ocho kilómetros de la capital aragonesa, sus calles guardan una gran historia.



Cincuenta y ocho kilómetros separan la capital aragonesa del municipio de Ricla. Localidad que cuenta a sus espaldas con una particular historia que dio cabida a múltiples culturas. Romanos, musulmanes y cristianos poblaron sus calles a lo largo de los años…


La Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción se caracteriza por contar con una cabecera de tipo poligonal y por una serie de capillas abiertas que se ubican a los laterales. La bóveda conserva aún rasgos de la arquitectura mudéjar primitiva, al igual que la decoración de sus muros exteriores. Este templo data del año 1.400.


Al ingresar, lo primero que observamos es el retablo mayor dedicado a la advocación principal de la parroquia: Nuestra Señora de la Asunción. Imagen principal a la que acompañan representaciones de María Magdalena, San Juan Bautista y San Bartolo.


La distribución actual de la nave como así también su decoración da cuenta de las modificaciones que sufrió con el tiempo. El primero de los motivos nos remonta a principios del siglo XVIII, cuando los judíos deciden convertirse a la religión católica para evitar su expulsión y, así, permanecer en el municipio.


El esplendor económico que vivió Ricla en el siglo XVIII permitió la realización de una serie de reformas en el templo. Fue entonces cuando el retablo mayor se restauró, adquiriendo su actual aspecto dorado. Entre las obras llevadas a cabo, destaca, también, la construcción de la capilla dedicada a María Magdalena.


Los detalles decorativos aplicados en esta capilla dan cuenta del estilo que predominaba en la época. Así, la influencia del barroco queda impreso en sus yeserías y adornos florales. Significativo valor aportan a este espacio una serie de cuadros, obras del taller de Luzán, que narran la historia de María Magdalena.