​Cerca de 450 presos de Zuera han solicitado cursar estudios

Los niveles van desde clases para neolectores a carreras universitarias cursadas por la UNED.

Interior del centro penitenciario de Zuera.
​Cerca de 450 presos de Zuera han solicitado cursar estudios
heraldo

Cursar unos estudios y aprovechar el tiempo de condena para aprender castellano o formarse en nuevas materias es ya una de las opciones más recurrentes a las que acuden los internos del centro penitenciario de Zuera. Según los datos que maneja la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias (Acaip), unos 450 de los 1.300 reclusos de la prisión han solicitado iniciar este año estudios de distintos niveles, una elección en auge en los últimos años pero que este curso ha sorprendido a los propios funcionarios y encargados por su incremento.


Los motivos de este ascenso en el número de reclusos dispuestos a estudiar se debe, según informan fuentes del sindicato de Instituciones Penitenciarias, a diversas razones, pero entre ellas destaca como fundamental la reducción de los puestos de trabajo que la cárcel es capaz de atraer de empresas del exterior.


Las opciones de estudios dentro de la cárcel varían en función del nivel del interno. Así, se pueden encontrar desde clases específicas de neolectores, pasando por clases de castellano para los presos extranjeros hasta carreras universitarias cursadas a través de la UNED. “Cada año se reciben muchas solicitudes ya que los reclusos lo valoran como una de las mejores inversiones que pueden realizar con su tiempo dentro de prisión, aunque también es cierto que desde el momento en el que se recogen los primeros solicitantes hasta que se comienzan las clases otro buen número acaban descartando esta idea”, señalan desde la delegación de Acaip en el Centro de Zuera.


Dentro de estos programas, los funcionarios destacan el buen funcionamiento que ha adquirido el Programa de Estudios Universitarios en Centros Penitenciarios impulsado por la UNED junto con la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, único plan de estudios que solicita acreditar insolvencia económica para ser proporcionado gratuitamente a los reclusos. En concreto, la universidad a distancia pone como límite que el interno haya gastado 600 o más euros de su peculio durante el primer semestre del año anterior, proporcionando además asistencia directa en los centros adscritos a aquellos estudiantes que se encuentren en una situación de régimen abierto o libertad condicional.El empleo dentro de la prisión, en niveles estables

Además de estos programas de estudios, los reclusos tienen la posibilidad de trabajar en el interior de las prisión dentro de los programas de colaboración con empresas externas. En concreto, en Zuera trabajan de media diariamente entre 40 y 60 presos en los talleres habilitados para ofrecer servicios a empresas que van desde la manufactura, la soldadura o el cableado, aunque este número oscila mucho en función de la demanda de las empresas.


Estos puestos de empleo, regulados por el Organismo Autónomo de Trabajos Penitenciarios, se adjudican en función al nivel de inserción y económico de los presos, y van rotando según el número de solicitudes. “Actualmente se puede decir que hay un nivel de empleo externo estable dentro de la cárcel, sobre todo después de que hace un par de años el número de solicitudes de las empresas creciera exponencialmente debido a que, de una forma u otra, la producción dentro de prisión sale más barata que en el exterior”, señalan desde Acaip.


El motivo de este 'abaratamiento' de la mano de obra reclusa se debe a que las empresas adheridas al sistema penitenciario cobran por volumen de trabajo, y no por horas trabajadas. Un sistema que en ocasiones ha sido denunciado por los sindicatos debido a que podría crear ciertos intereses de cara a no generar puestos de empleos de forma convencional por parte de las empresas.


Para los reclusos, según apuntan los funcionarios adscritos a Acaip de Zuera, este sistema de empleo supone un buen método para sufragar parte de esos gastos extra que un recluso puede acometer dentro de prisión, ya sea mediante compras en el economato o con la adquisición de bienes de vestir que sus familias en muchas ocasiones no les pueden proporcionar.