Movilidad

El tráfico en las autopistas aragonesas vuelve a niveles de hace una década

La situación económica y el precio de los peajes, que han subido hasta un 47% en cuatro años, han situado a la AP-2 en sus cifras más bajas desde 1990. La AP-68 no ha caído de forma tan drástica, pero es su peor registro en diez años.

Las autopistas aragonesas siguen en caída libre, arrastradas por la situación económica y el aumento del precio del combustible y los peajes, que han provocado un descenso de sus usuarios sin precedentes. La irrupción de la crisis acabó con una trayectoria ascendente del tráfico en estas vías, pero cuatro años de estrecheces que no han tenido reflejo en el coste de este servicio han devuelto a la AP-2 y la AP-68 a niveles de hace más de una década. Desde 2007, ambas han perdido alrededor de un tercio de su actividad, una disminución que en 2012 se reflejó en unos 800.000 usos menos que el año anterior, según datos del Ministerio de Fomento.


La AP-2, que une la capital aragonesa con el Mediterráneo, sufrió una caída media de un 9,5% en 2012 -a falta de contabilizar el mes de diciembre-, lo que habría supuesto la pérdida de más de 400.000 usuarios en solo un año. De esta forma, la intensidad media diaria de tráfico (IMD) de esta autopista ha caído de 11.420 en 2011 a 10.327 el pasado curso, una cifra que no se había dado nunca desde 1990, último dato disponible en las estadísticas de Fomento. Ese año, hace ya más de dos décadas, hubo una intensidad media de 12.127 vehículos diarios, casi dos millares más que en la actualidad. Hasta ahora, tan solo en el año 1994 se había bajado de los 11.000 usos por día.


Algo menos drástico, aunque también grave, ha sido el descenso en la actividad de la AP-68, entre Zaragoza y Bilbao. Durante el año pasado la caída del tráfico estuvo alrededor del 9%, lo que supondría la pérdida de casi 400.000 desplazamientos en todo el 2012. Sin embargo, esta vía sigue por encima de la AP-2 y registró una intensidad de tráfico de casi 12.000 vehículos diarios de media, frente a los 13.118 del año anterior. Para encontrar cifras similares de usuarios en esta autopista habría que remontarse al año 2001, cuando registró una media de 11.742 usuarios cada jornada. Desde entonces, todos los años se habían contado por incrementos, para alcanzar la cifra máxima en 2007, cuando la superó la barrera de los 17.000 usos diarios.


Pero la crisis de las autopistas aragonesas, ya grave según las cifras de Fomento, todavía lo es un poco más según las aportadas por la empresa concesionaria de estas infraestructuras. Los datos de Abertis apuntan a unos números algo más bajos, ya que solo tienen en cuenta a los usuarios que pagan el peaje y no a los que hacen uso de la vía. Según la compañía, las medias diarias de vehículos han sido de 10.115 en la AP-2 y 11.110 en la AP-68, frente a los 10.327 y 12.000 de los que informa el Gobierno.


Combustible y peajes

Además de la casi prohibitiva subida del precio del combustible, que ahora cuesta un 60% más que a principios de 2009 y ha afectado a la reducción del tráfico en toda la Comunidad -el consumo de carburantes ha disminuido un 18%-, tampoco ha dejado de aumentar el coste de los peajes. Sin ir más lejos, en poco más de seis meses se han producido tres incrementos: en verano, las autopistas subieron un 7,5% tras la supresión de la compensación que el Gobierno otorgaba a las concesionarias por la pérdida de ingresos; en septiembre volvieron a aumentar un 3% debido al incremento del IVA; y el pasado mes de enero volvió a subir un 2,4% debido a la adecuación de las tarifas al nuevo año.


Los aumentos de los peajes, constantes desde el inicio de la crisis, ya han elevado el precio de los mismos hasta un 47% desde 2008, en el caso de la AP-2, y un 25%, en el de la AP-68. Hace cinco años, ir desde Barcelona hasta Zaragoza por la autopista costaba 19,85 euros, frente a los 29,90 que pagaría hoy en día el conductor de un turismo: 10 euros más en solo cuatro años. Algo menor, que no pequeño, ha sido el aumento de las tarifas de la AP-68. El trayecto Zaragoza-Bilbao (o viceversa) tenía un precio de 25,05, frente a los 31,45 que cuesta ahora para un turismo. Una cantidad importante a la que hay que sumar el combustible y unos precios todavía mayores para los vehículos pesados, que pagarían entre 57,20 y 66,35 euros.


De esta forma, muchos de los antiguos usuarios de estas vías, además de desplazarse con menos frecuencia o dejar de hacerlo, se han visto obligados a usar el transporte público o buscar vías alternativas a las autopistas, renunciando a su comodidad y seguridad para evitar los cada vez más dolorosos pasos por la barrera.