Tarazona

Rojo y bullicio

El calor y la humedad no han podido con las ganas de fiesta ni con la frescura de los participantes en el Cipotegato.

Cipotegato
Cipotegato
M.R.

Desde primera hora de la mañana, en las calles de Tarazona se sentía el bullicio.Niños y no tan niños correteaban por las calles con bolsas llenas de tomates, aunque para los más despistados cada esquina cercana a la plaza de España contaba con un improvisado puesto vendiendo a granel los proyectiles de esta particular guerra.


Los objetivos de las cámaras ya apuntaban hacia la estatua que lleva el nombre del Cipotegato, mientras tanto dentro del ayuntamiento la humedad asfixiante del ambiente contrastaba con la frescura del todavía anónimo Pablo Escribano y su cuadrilla.


Sin duda el momento más esperado ha captado la atención de los flashes, pero los pequeños detalles como sombreros hechos con borrajas, con mochos de fregona y cascotes de sandía, daban el toque anecdótico de la mañana.


Aplausos y vítores, señal inequívoca de que el Cipotegato había llegado victorioso de nuevo al ayuntamiento.


En un pequeño cuarto de la planta baja del consistorio, periodistas y reporteros grababan el recién descubierto rostro del protagonista de este año que había sido recibido con una gruesa alfombra de tomate. Después, la fiesta seguiría dentro.


Media hora más tarde de su salida los servicios de limpieza se encargaban de "desenmascarar", no al Cipotegato, sino al edificio principal de la casa consistorial para que luciera su mejor imagen de cara a la ofrenda que se celebrará esta tarde.


Entre tanto, la charanga de la peña Chalibes ha sido la primera en abrir pasillo hacia la calle de Visconti.


El jolgorio ha continuado en la plaza de toros vieja con la fiesta de la espuma.


Un poco más limpios o al menos con la cara lavada, los jóvenes podrán disfrutar de la música sin pausa en Pretiles y la Plaza de Nuestra Señora.


La fiesta solo acaba de empezar.