Medio ambiente

Siluros gigantes en el río Ebro

Los ecologistas denuncian que los ejemplares del llamado "tiburón de río" son cada vez más grandes, lo que supone una amenaza para las especies autóctonas. Jerónimo Blasco confirma que se trata de una "plaga peligrosa" que "está devorando todo".

Pesca de un siluro en la zona comprendida entre Escatrón y Chiprana.
Siluros de más de 100 kilos en el Ebro
ALBERTO MILLAN

Al cangrejo rojo, las almejas asiáticas, el caracol manzana y el ya habitual mejillón cebra se une ahora un depredador de más de 100 kilos de peso que con su insaciable apetito está poniendo en peligro las especies autóctonas de los embalses y cuencas del Ebro. Desde ANSAR advierten de que este pez, introducido por los alemanes en la zona de Mequinenza en los años 60, "se está haciendo cada vez más grande en el Ebro", donde según señalan, "se han encontrado ejemplares que sobrepasan los 120 kilos, cuando en Alemania no alcanzan pesos superiores a 40".


Esta especie invasora, de más de dos metros de largo y 100 kilos de peso, es en la actualidad uno de los depredadores más grandes de agua dulce. Los ecologistas temen que el también llamado "tiburón de río" acabe con gran parte de los peces autóctonos de la zona. "Nuestra fauna piscícola está bastante amenazada por culpa de este gran depredador porque el verdadero problema es que come mucho", sostiene Ismael. Según señala, en su estómago "se han llegado a encontrar patos de 4 y 5 kilos".

Cada vez más

Su presencia en el valle medio del Ebro ha aumentado notablemente en los últimos años. Paco Iturbe, miembro de Ecologistas en Acción, explica que al siluro "le van las aguas remansadas como son las de los embalses", y en concreto, el de Mequinenza se ha convertido en "su medio idóneo". En las últimas semanas, su "preocupante expansión" lo ha traido hasta la capital aragonesa, donde se han encontrado crías de siluro en todas las algas retiradas durante los trabajos de extracción realizados en el tramo urbano del Ebro.


El consejero de Cultura y Medio Ambiente, Jerónimo Blasco, precisó el pasado viernes que se trata de una "plaga peligrosa" porque "está devorando todo". Según declaró, estos ejemplares -así como ocurre con el cangrejo americano y rojo- "están proliferando por encima de lo que los biólogos creían". Las buenas condiciones que presentan las aguas del Ebro para su asentamiento contribuyen al aumento de esta especie invasora que -según señalan los ecologistas- "empezó a llegar de manera preocupante hace ya algunos años".


"En este caso, más que de una plaga hablaríamos de una invasión. Una plaga implica que es algo puntual que luego se irá. Pero es que esto viene de hace años y no parece que vaya a desaparecer", aclara Iturbe.


Por su parte, Ismael, miembro de ANSAR-VoluntaRíos, advierte de que el principal problema es que los ejemplares son cada vez mayores y se han comido casi el resto de los peces, además de palomas y crías de pato. "Su tamaño es algo que nos preocupa bastante porque no sabemos qué límite de peso puede alcanzar y estamos hablando de animales que pueden vivir varias décadas", apostilla.


Un "aliciente" para la pesca deportiva


No obstante, en los últimos años el siluro se ha convertido en un "aliciente" para la pesca deportiva. Ismael asegura que "la mayoría de gente que hay pescando en las orillas del Ebro están a la pesca del siluro". Y hasta tal punto es así que las cuencas de Chiprana acogen ya desde hace dos años el World Catfish Classic -o lo que es lo mismo, el Campeonato del Mundo del Siluro-, un concurso privado que reúne a participantes del otro lado del charco. "Al ser un bicho gigantesco se convierte en un reto pescar algo tan grande", afirma Iturbe.


Por su parte, Alberto Millán, un aficionado de la pesca en Chiprana que ha pescado recientemente un ejemplar de 2,37 metros, señala que a pesar de que el Ebro reúne muy buenas condiciones en esta zona, los siluros "están perdiendo los hábitos depredadores que tenían antes". "Se han vuelto como el ganado", lamenta este aficionado.


Según indican, esta especie invasora fue introducida "por cuestiones de pesca" en los pantanos. Ahora el problema radica en que se ha ido extendiendo hacia zonas más remansadas y quietas -como el tramo urbano del Ebro- donde se ha encontrado recientemente la "plaga" de crías de siluro. Desde Ecologistas en Acción denuncian que "las administraciones, en vez de atajar el problema, solo intentan ponerle parches". Para erradicarlo, proponen "abrir el azud -construido en 2007- de manera continua para que el río recupere corriente y cierta dinámica fluvial".


"Un río vivo va a hacer que todo vaya a mejor. Cuanto menos vivo tengamos el río, mejor para estas especies y peor para todos nosotros", concluye Iturbe.