Terrazas en la ribera

La mosca negra amenaza las terrazas del Ebro

Los establecimientos de la ribera denuncian que el Ayuntamiento "no hace absolutamente nada" y algunos se ven obligados a fumigar dos veces a la semana.

Vistas desde la terraza Macanaz.
Vistas desde la terraza Macanaz.
P. B. P.

La mosca negra duplica las atenciones y las terrazas de la ribera del Ebro reducen sus ventas. Acostumbrados a los mosquitos que pueblan la zona, se enfrentan en verano a un nuevo enemigo: la mosca negra. "Nos van a dar comisión en Autan", bromea Esther Alonso, encargada de la terraza de Macanaz que sufre también las picaduras de estos insectos. Asegura que sus clientes se ven afectados -no tanto por la picadura de la mosca negra- como por los mosquitos que pueblan la ribera. "De estos sí que se quejan bastante", añade.


La clientela de esta emblemática terraza, nacida con la Expo, ha disminuido considerablemente en un año, aunque desconocen si se debe a la crisis o a la influencia de la mosca negra. "Sí que es verdad que la gente está bastante alarmada, pero yo creo que es un cúmulo de cosas", manifiesta Esther.


"El verdadero problema -señala- es que el Ayuntamiento lleva dos años sin fumigar el parque". "Nosotros tenemos obligación de hacer un control antiplagas, aunque estuviéramos en el Tubo. Hemos fumigado dos veces este año, pero solo nuestro entorno", añade. Según advierte, esta medida resulta insuficiente si no se acompaña de las reivindicadas labores que deberían realizarse en el resto del Parque de Macanaz.

"El Ayuntamiento no hace nada"


Lo mismo sucede unos metros más arriba de la margen izquierda, en el restaurado Molino de San Lázaro. También en este enclave, situado entre los puentes de Hierro y de Piedra, se quejan de que "el Ayuntamiento no hace absolutamente nada. Nos encargamos de proteger nuestro entorno nosotros, fumigando dos veces a la semana", explica Elena, encargada del establecimiento en el que se apuesta, además, por remedios naturales como la albahaca para la terraza.


En el Club Náutico "se empezó a fumigar el pasado lunes". Su comodoro, Gerardo García, reclama que "lo que hace falta es que venga más gente".


En la francesa Le Pastis, Jann Redondo ha tomado también medidas preventivas para ahuyentar a la temida inquilina. "Propongo parches a la gente, repelentes, velas, cremas... La farmacia está contenta conmigo", bromea. También a sus cuatro empleados les recomienda llevar brazaletes y -asegura- "les sacan mucho provecho". En las mesas de la terraza encontramos velas aromáticas, pastillas y otros repelentes que aún así resultan incapaces de evitar que los insectos acaben devorando a los clientes de este establecimiento situado a orillas del Ebro. "¿Quieres que te enseñe mi pierna?", pregunta Javier desde su mesa. Silvia, Ana Carmen y Anayet han venido equipadas de casa. "LLevamos espráis en el bolso, pero ya nos hemos echado", afirman. "Yo he tenido suerte, que no me suelen picar, pero a ella se le puso un tobillo...", comenta Silvia Simón señalando a su amiga.


Jann Redondo, dueño del establecimiento, reclama que "tiene que fumigar el Ayuntamiento porque fumigar aquí (solo en el entorno de la terraza) te puede durar dos días". Pese a todo, sostiene que llevan una temporada "más tranquila", por lo que se permite no llevar el brazalete estos días.