fiestas del pilar

Javier Poley: "Ha sido mi bautismo de sangre, y dónde mejor que en Zaragoza"

El novillero fue corneado de gravedad el pasado lunes en el coso de La Misericordia. 

Ayer, Javier Poley, ayudado con las muletas, en la puerta de toriles.
Ayer, Javier Poley, ayudado con las muletas, en la puerta de toriles.
Rubén Losada

El novillero Javier Poley sufrió una cornada grave el pasado lunes en la plaza de La Misericordia. Intervenido quirúrgicamente, nada más abandonar el hospital, vuelve a pisar la arena donde quiere consagrarse como torero.

Veo que ha cambiado de muleta…

Estas muletas son peores... A mí la que me gusta es la otra muleta, la de torear. Esta profesión es así. Estoy dispuesto a lo que sea por ser figura del toreo.

No hay torero que no haya pasado por la enfermería…

Eso dicen. Yo acabo de pasar por una cornada grave. Salí hace unas horas del hospital y aquí me tiene de nuevo, en la plaza de toros.

Grave. Eso rezaba el parte médico: cornada grave de tres trayectorias. ¿Qué se siente al ser corneado?

Noté la quemazón del pitón. Fue en mi primer novillo. Sabía que tenía la cornada.

Y sabiendo que estaba corneado, con un par, salió y toreó también al segundo novillo…

Zaragoza se merece todo. Había que salir por la puerta grande o por la de la enfermería.

¿Por qué no fue a la enfermería entre novillo y novillo?

Porque si iba, sabía que me quedaba allí y que no saldría al segundo novillo. Y no podía dejar pasar la oportunidad. Me preguntó mi apoderado, Ricardo Aguín ‘el Molinero’, qué tal estaba. Le dije que aguantaba y él dijo que adelante.

No le cosieron a usted tras la cogida, pero sí cosieron su traje.

En la cogida, el novillo resquebrajó el pantalón, sobre todo en la pierna derecha.

En el último novillo, la pernera del pantalón estaba perfectamente cosida.

La cosió mi mozo de espadas, Jorge Monje.

Qué fenómeno, Jorge Monje: estaba cosido de lujo.

Lleva hilo y aguja y todo. Un poco más y me cose la cornada…

¿Qué dijo el doctor Val-Carreres?

Estaba don Carlos, pero me miró Pilar, su hija. Me dijo que era una cornada grave, que había que operar e ir al hospital. Ha sido mi bautismo de sangre, y dónde mejor que en esta plaza de Zaragoza. Afortunadamente, estoy bien. Quiero entrenar cuanto antes y volver a torear.

¿Cómo comenzó esta aventura?

Mi padre me inculcó esta afición. Gracias a Dios, me pusieron en el camino al maestro, al Molinero.

Ya lo dijo el poeta: ahí está la clave, aprender del que más sabe.

Ha sido una bendición para mí. Gracias al maestro Ricardo estoy donde estoy. Llevo con él desde los 16 años. Entreno con él en la Escuela Taurina de Huesca. Entrenamos mucho físicamente, algo que es esencial. Y también, mentalmente. El Molinero me ha enseñado todo, y no solo en el toro: también en la vida.

Él estuvo muy cerca... Mala suerte. Quince días antes de su gran día en el Pilar con Joselito y Juan Mora, un toro lo quitó de la circulación en una nocturna televisada con Raúl Aranda y el Tato.

La suerte también influye.

Además de usted, hay más promesas en la Escuela de Huesca.

Claro, Ignacio y Rodrigo Boné, Miguel Porta, Jorge Mallén, Héctor Marco, David Sejas, Ángel Mena, Asier Abadiano, Brayan Bautista.

En Aragón, también Cristiano, Aarón Palacio, Fran Fernando… Hacía mucho tiempo que no surgían tantas promesas.

El otro día demostré que no me falta valor. No fue la tarde que soñaba. Quería cortarle las orejas y salir a hombros; pero quedó claro que lo di todo.

Se le ve muy centrado.

Estoy absolutamente centrado en el toro. Hasta hace poco tiempo trabajaba en una empresa de rodamientos. Me dejaban compaginar mi trabajo con el toro. Ahora me quiero dedicar en cuerpo y alma al toro.

¿Qué torero actual le apasiona?

El cartel de hoy de Zaragoza es buenísimo. Morante y Talavante torean de lujo. También me encanta Roca Rey, un torero que se arrima y sabe transmitir.

Usted también se arrimó y supo transmitir en este Pilar.

Muchas gracias.

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