Especial fiestas del pilar

Congresos multitudinarios movidos por la fe

El Pilar acogió dos citas masivas en la década de los 50 que dejaron imágenes nunca vistas en la ciudad.

La plaza del Pilar, durante el Congreso Mariano Nacional de 1954
La plaza del Pilar, durante el Congreso Mariano Nacional de 1954
Marín Chivite/Archivo Heraldo

La fe ha movido multitudes en torno a la basílica y a las Fiestas del Pilar. Especialmente durante la segunda mitad del siglo XX, con citas tan importantes como el Congreso de Pueri-Cantores de 1952, que congregó a más de 800 niños de España y el extranjero en los meses previos a los festejos, o el Congreso Mariano Nacional de 1954, que llegó a reunir a más de 30.000 fieles. Se trata de acontecimientos únicos que dejaron imágenes nunca vistas, como la ‘reconversión’ de monumentos como la puerta del Carmen en auténticos altares o las cabalgatas por el centro en honor a la Virgen.

Del primero quedan instantáneas únicas, como el desfile de los niños cantores entre la plaza de Aragón y la del Pilar. Como contó HERALDO, el congreso despertó "un gran interés" en la capital, dado que pocas veces se había podido reunir en una misma ciudad a tan vasta representación de la música polifónica y folclórica, con "los mejores coros" del panorama nacional y europeo.

Durante cuatro días, los jóvenes –llegados de puntos tan dispares como Vitoria, Madrid, Zamora, Palma de Mallorca, Francia o Suiza y vestidos siempre con sus sotanillas y roquetes–, pasaron por el Pilar, la Seo, la Lonja, la iglesia de Santa Engracia, el Teatro Principal o el Ayuntamiento de Zaragoza, donde fueron recibidos por el entonces alcalde, José María García Belenguer.

Las crónicas de la época relatan incluso cómo decenas de familias de la capital se ofrecieron a acoger a los jóvenes, la visita que hicieron a la capilla del niño cantor y mártir zaragozano, Santo Dominguito de Val o su ‘tournée’ por el palacio provincial y el palacio arzobispal.

El congreso terminó con una misa oficiada por el arzobispo de Zaragoza y la participación de todos los grupos, que interpretaron obras de Mozart o Bach, así como con un "rosario de infantes" en el propio templo al que se invitó a todos los congresistas y que generó una gran expectación entre la sociedad del momento.

Fueron días que quedaron en el recuerdo de los zaragozanos, cuya hospitalidad hizo que los niños se marcharan "muy satisfechos" por las continuas deferencias y atenciones de las que fueron objeto tanto por parte de autoridades como de particulares.

La basílica como eje

Especialmente importante fue también el Congreso Mariano Nacional de 1954, uno de los mayores homenajes que se han hecho a la Virgen. Contó, incluso, con un radiomensaje del papa Pío XII en el que elogiaba la "privilegiada posición" de Zaragoza, así como su cielo "purísimo", su "rica vega" y su tradición cristiana.

Para aquellos días, la ciudad se transformó por completo. Hubo cabalgatas infantiles por las calles del centro con carrozas que representaban los misterios de la Virgen María y sus principales rincones se convirtieron en altares improvisados con imágenes religiosas. En la puerta del Carmen, por ejemplo, el vano principal se cubrió con una representación de la Oración en el Huerto.

El congreso dedicó uno de sus días centrales a los niños, una jornada multitudinaria –con hasta 25.000 menores "de todos los colegios"– en la que se necesitaron nada menos que 40 sacerdotes y un cuarto de hora solo para dar la comunión. De entre todos destacaron Manuel Polo y Amparo Samper, que hicieron la profesión de fe y la consagración de la infancia al Señor "en nombre de los niños españoles".

Hubo, además, ‘congresillos’ en la iglesia de Santa Catalina o el palacio de la Diputación Provincial en los que participaron religiosos de Navarra o Valencia con conferencias que complementaron la programación principal.

La ceremonia que cerró el Congreso Mariano fue seguida, también, "por una inmensa multitud" en la plaza del Pilar. A ella asistieron hasta 54 arzobispos y obispos, así como representantes diplomáticos de Bolivia, Colombia, Ecuador, Costa Rica, El Salvador, Brasil, Chile o Argentina, entre otros países.

Tal era el interés que los balcones de todos los edificios cercanos estuvieron "atestados de público", con gente en las azoteas y "en los lugares más inverosímiles" para ser testigos de semejante acontecimiento.

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