Godspeed You! Black Emperor hechiza en el Jardín de Invierno: el post-rock era esto

La banda canadiense cerró el cartel del retorno para este espacio, que completaron Les Conches Velasques y Tashi Dorji.

Concierto de Les Conches Velasques en las Fiestas del Pilar 2022
Los zaragozanos Les Conches Velasques, anoche, en el Jardín de Invierno. guillermo mestre
Guillermo Mestre

Había ganicas de Jardín de Invierno y música en directo en armoniosa unión; el espacio lo pide y el público que gusta de músicas alejadas de los circuitos comerciales, también. Salvando las distancias, el concepto se asemeja al Summerstage neoyorquino en pleno Central Park, con un escenario diseñado para la degustación de exquisiteces variopintas. A ese calificativo responden los tres artistas citados ayer en lo alto del Parque Grande José Antonio Labordeta: Les Conches Velasques y su aproximación despeinada al folk, el rock y el ‘prog’ -que a todo le pegan: música de antaño proyectada hacia adelante-, el guitarrista Tashi Dorji y los canadienses Godspeed You! Black Emperor.

Abrir un concierto con múltiples nombres en el cartel no es desdoro alguno, sobre todo si las conexiones entre los protagonistas son sutiles, aunque palpables. Los zaragozanos Les Conches Velasques contaron con refuerzos; para empezar, jugaban en casa, ante los suyos, y se les notó el chute de energía; no tanto en el desempeño escénico, que huye de efectismos, sino más bien en la soltura, como si tocaran en pijama. En segundo lugar, acabaron en alto, con el respetable pidiendo otra.

Tashi Dorji es el artista que abre los conciertos de la presente gira de Godspeed You! Black Emperor. Natural de Bután, uno de los países más recónditos e inaccesibles del mundo (menos para la fotógrafa jacetana Beatriz Pitarch, que lo inmortalizó hace unos años), Dorji vive en Asheville (Estados Unidos) y practica con esmero la experimentación en el mundo de las seis cuerdas. Este lunes por la noche comenzó y terminó ruidista, osado y abducido al mismo tiempo por su propia dinámica en escena. La distorsión hendrixiana, el diapasón y el mástil arañando el suelo y generando sonidos hirientes que se convertían luego en machacones ‘loops’, guitarrazos como andanadas suspendidas en el aire... ora intimista, ora salvaje, Dorji dejó a la audiencia helada; la gradación de sensaciones comenzó en la admiración, siguió en la estupefacción y finalizó en cierto desasosiego, media hora después.

Música hechicera

Las 700 personas que poblaban el recinto a primera hora se había convertido ya en más de 1.000 cuando Godspeed You! Black Emperor salió a escena de un modo muy elegante, siempre resultón: instrumento tras instrumento, en trenzado progresivo (palabra que define a la perfección la variante post-rock que define ‘oficialmente’ al grupo) hasta completar una colcha sonora brutal, hechicera. Violín, guitarra tocada con arco de violín, otras dos guitarras que aullaban, un bajo ululante, el contrabajo en el contrapunto, el bombo en redoble de jazz, con los timbales bailando, el teclado rellenando huecos... así comenzó el concierto de los de Montreal.

La pantalla completaba la jugada con imágenes impactantes en blanco y negro, que incluían cíclicamente la palabra ‘hope’ (esperanza). Sophie Trudeau, violinista de los canadienses, demostró ser un dechado de recursos, aunque sin una sola concesión al efectismo. Sus compañeros hacían que aquello sonase compacto, que no estanco; en algunos compases parecían caber muchas más notas de lo normal, y otros se bañaban serenos en los silencios y las blancas. Una gozada de noche en un marco incomparable, casi donostiarra, un poco ‘woodyallenesco’. Que siga.

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