Río y Juego: así de sencillo

El espacio de la Expo vuelve a brillar en su apuesta por el humor, la imaginación , la sencillez y las pequeñas travesuras a la hora de hacer disfrutar a los niños.

"¡Un palo, un palo!", gritaba ilusionado el niño de aquel anuncio de un refresco al abrir sus regalos. El 'spot' reivindicaba el valor de las cosas sencillas y sin aditamentos a través de esa experiencia común de ver a un hijo entretenerse con más entusiasmo con la caja que lo envuelve que con el que carísimo juego.

En la PAI, joya local de la animación infantil, llevan años mirando a los niños a la altura de los ojos y cada octubre sacan oro de esa naturalidad con la que la infancia se aproxima al juego.

Desde hoy y hasta el día 16 ese espíritu de "¡Un palo, un palo!" se extiende por el parque de la Expo con Río y Juego, donde la imaginación, el humor y las empatía son la materia prima con la que se construye ese microcosmos en el que los niños son más niños que nunca y en los mayores aflora el niño que llevan dentro. De hecho, aunque no haya pequeños en la familia, acercarse de miranda a Río y Juego es una verdadera recarga de energía. La sonrisa (cuando no la carcajada) está asegurada.

La sostenibilidad, el reciclaje y los objetos cotidianos se encuentran entre los principales puntos de apoyo para construir este universo locuelo. En Río y Juego, las atracciones no necesitan ni de pilas ni de enchufes. Menos aún de pantallas o conexiones a internet. Con unas paelleras se hace un instrumento de percusión. Con una sábana, un laberinto. Con unas latas de conserva un juego de construcciones y con unas cajas de fruta un bólido. 

También hay un punto de transgresión. De poder hacer esas cosas que en casa son difíciles y/o están prohibidísimas: rebozarse en arena, pintarrajear las paredes y los muebles (¡y hasta el váter!), aporrear una batería de cocina, pegar berridos, subirse a una montaña de neumáticos... Son solo pequeñas travesuras porque además lo que pasa en Río y Juego se queda en Río y Juego. 

Tras la pasada edición de acceso restringido por la pandemia, este año el espacio ha vuelto  a abrirse libremente al público. Y vaya si acudió en buen número. Se llenó de gente (aunque sin particulares agobios) prácticamente desde su apertura oficial, a las once de la mañana. A esa hora ya estaba en marcha el Comando Yogur, los Payasos del Reciclaje. Se trata de una de las novedades de este 2022.  Se mantienen otros 'clásicos' de este cita festiva: el Rebebé, el Pequeño Soto, el restaurante Planeta Tierra, el Requetecreo, los Animalicos, el Embarcadero, las Cosquillas, las Reconstrucciones, el Arte Natural, el Laberinto Submarino , la Rueda que Rueda o la Cocina de las Maravillas... Así, hasta 19 'paradas'. Aunque también habrá una ausencia, la de las actuaciones programadas, que este año han sido suprimidas.

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