fiestas del pilar

¿Qué prendas se necesitan para vestirse de baturro estas Fiestas del Pilar?

Tanto si se prefiere usar el traje de gala o el de diario, estas son las prendas que no pueden faltar en la indumentaria aragonesa.

Ofrenda de Flores 2019.
Ofrenda de Flores 2019.
Guillermo Mestre

La indumentaria aragonesa tiene siglos de tradición y se mantiene viva gracias a, entre otros, eventos como las Fiestas del Pilar. Durante estas fechas los diferentes trajes, desde el de diario hasta el de gala – o también populares como “de campesino” o “de fiesta” - , se lucen por todas las calles de Zaragoza.

Antiguamente la moda la marcaba el clima y el poder adquisitivo, por lo que hasta nuestros días ha llegado una gran variedad de indumentarias por todo lo largo y ancho de la Comunidad aragonesa, en la que casi cada comarca tiene su propio traje.

El traje femenino

La indumentaria aragonesa para las mujeres está marcada por las faldas y el número variable de ellas que las aragonesas utilizaban. El principal objetivo era realzar la figura por contraste con el engrosamiento de las caderas.

El traje femenino comienza por la ropa interior: una amplia camisa de escaso vuelo acompañada de faldones confeccionados en lino y posteriormente en algodón. Por encima, se colocan las enaguas, unas faldas interiores normalmente blancas y decoradas con puntillas y lorzas. Otra falda que se utiliza en las épocas más frías es el refajo, una enagua de poco vuelo confeccionada con agujas o a ganchillo. Con el objetivo de no estropear todas estas capas, se añade una saya barrera, de algodón y colores sufridos para que soporte bien las manchas.

Por encima de todas estas capas se coloca la falda exterior o saya, cuyos colores, estampados y materiales varían mucho dependiendo de la clase social, la ocasión y la época del año. Esta falda también se protege añadiendo un delantal. Será de materiales toscos para el trabajo o de tejidos finos y decorados para las ocasiones más elegantes.

No existían los bolsos, por lo que los enseres se guardan en la faltriquera. Esta bolsa abierta se coloca entre la falda exterior y las interiores y se accede a ella por las aberturas laterales de la saya.

En cuanto al torso, sobre la camisa interior se colocan los cuerpos o jubones. Son prendas muy ajustadas y con fuertes armazones y varillas. En las épocas más calurosas se sustituyen por justillos, que no llevan mangas. Por encima se colocan los mantones, también muy variados y con el objetivo siempre cubrir los hombros.

Las piernas se cubren con medias – blancas o negras – que se sujetan con ligas. Y en cuanto al calzado, no pueden faltar las tradicionales alpargatas en los trajes de diario y los zapatos y botines para las ocasiones más especiales.

El traje masculino

El traje masculino comienza también con una camisa larga como ropa interior a la que se le añaden los zaragüelles, un pantalón corto hasta la rodilla. Sobre la camisa se coloca un chaleco cuyos materiales varían mucho dependiendo del uso que se le iba a dar. Como pantalón se usan los calzones, el elemento más representativo de la indumentaria aragonesa. Para sujetar chaleco y calzones se coloca una faja, que cumple también la función de bolsillo. La chaqueta y la capa, al igual que el sobrero, se reservan para los trajes más elegantes.

Destacan, de nuevo, las alpargatas como el calzado más apropiado para lucir la indumentaria aragonesa masculina.

Para coronar este traje es imprescindible el uso del pañuelo en la cabeza. Este elemento podía decir mucho de la personalidad del individuo a través de sus colores, sus tejidos y la variedad de nudos con los que se puede atar.

Un punto de unión

Algo común a todos los trajes aragoneses es que para ir a trabajar se utilizaban las ropas más cómodas y resistentes a la suciedad, mientras que en los eventos más especiales, como podían ser bodas o funerales, se lucían las prendas más ricas. Estos trajes, por su escaso uso, se podían pasar de generación en generación, mientras que las prendas de diario se arreglaban una y otra vez hasta que ya no había solución posible.

En cuanto a los colores,  los más vivos se reservaban a los más jóvenes y las personas más mayores se arraigaban a la tradición.

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