Rauw Alejandro certifica que el reguetón ha venido para quedarse y celebrarse

La estrella puertorriqueña triunfa ante los 4.000 espectadores que agotan las entradas en el Príncipe Felipe.

Llegó a Zaragoza con el tiempo justo para salir al escenario, vio, perreó y venció. Así se resume la primera visita de Rauw Alejandro a la capital aragonesa. El puertorriqueño, que consiguió que se agotaran por primera vez en este Pilar 2021 las 4.000 entradas disponibles en el pabellón Príncipe Felipe, ha demostrado este miércoles que el reguetón en particular y la música latina en general son los que gobiernan la industria discográfica en la actualidad, con especial virulencia entre adolescentes y jóvenes.

Hace tiempo que el reguetón dejó de ser patrimonio exclusivo de los latinoamericanos y un agente extraño en los gustos de los españoles –y del resto del planeta–. Su incursión ha sido gradual hasta convertirse en un género mayoritario, la banda sonora tanto en las pistas de baile como en los auriculares de los reproductores individuales. Hasta el alcalde Jorge Azcón no quiso perderse el acontecimiento.

Concierto de Rauw Alejandro en Zaragoza
Concierto de Rauw Alejandro en Zaragoza
Guillermo Mestre

Como ya anunció la catalana Bad Gyal en la jornada previa, se ha impuesto un cambio radical de paradigma en la música. Rauw Alejandro compareció en el escenario con 30 minutos de demora sobre el horario previsto pero ya tenía ganada la partida de antemano. Es una estrella, siente como una estrella y ejerce como tal. En la muñeca izquierda, un impresionante reloj incrustado de diamantes con un valor de unos 60.000 euros.

La escenografía no podía ser más sencilla: una gran pantalla y ningún otro elemento. Ni músicos ni un DJ a la vista. Únicamente seis bailarines –cuatro chicas y dos chicos–, el cantante y una retahíla de sus ‘hits’ que se sucedieron uno tras otro, sin silencios ni pausas, puro vértigo, a toda pastilla para el goce de una multitud entregadísima.

La frenética carrera, que no llegó a la hora y media de duración, arrancó con unas llamaradas que calentaron ‘Dile a él’ y que dieron el testigo a ‘Mírame’ y ‘El efecto’.

Los bailes enérgicos y sensuales –mucho golpe de cadera y de trasero– sobre las tablas contrastaban con la imposibilidad de los asistentes de alzarse ya que debían permanecer incrustados en sus asientos por la normativa de la pandemia. Un esfuerzo titánico que muchos no pudieron resistir, aunque fueron continuamente corregidos por el nutrido grupo que conformaba la seguridad del concierto, reforzada para la ocasión. Y eso que Rauw Alejandro ‘complicó’ su tarea en diversas ocasiones cuando proclamó: "Esto no es un concierto de música clásica. Ustedes pueden levantarse si quieren" antes de entonar ‘Perreo Pesau’. O "esto es un concierto de reguetón y aquí la gente tiene que perrear". Afortunadamente, el comportamiento de los asistentes fue, una noche más, ejemplar.

El carisma es una de las cualidades que adornan al boricua y sabe exprimirlo con maestría. Conduce a las masas con sabrosura y una autoridad innata. Con ese instinto, no dudó en coger al vuelo un cachirulo que le lanzaron y lucirlo mientras interpretaba ‘Nostálgico’.

Concierto de Rauw Alejandro en Zaragoza
Concierto de Rauw Alejandro en Zaragoza
Guillermo Mestre

También gestiona su atractivo físico que rompe corazones, provoca histerismo y que, como sucedió en el transcurso de ‘Dream Girls’, termina en el lanzamiento de un sujetador.

Tanto en las horas previas como durante la actuación sobrevoló la ansiada presencia de Rosalía, con quien conforma la pareja de moda en la escena musical planetaria. Una confluencia que no se produjo en público.

Concierto de Rauw Alejandro en Zaragoza
Concierto de Rauw Alejandro en Zaragoza
Guillermo Mestre

Sí estuvo muy presente Bad Gyal, la diva que hipnotizó a la audiencia zaragozana 24 horas antes con unas armas y un discurso con muchos parecidos. Su irrupción en el escenario propició un dueto de ensueño en dos temas: ‘Zorra’ y ‘Fiebre’. La diva y el divo, la reina y el rey... un sueño que se hizo real. Posteriormente, Bad Gyal siguió el concierto como una espectadora más desde la grada, móvil en mano, inmortalizando las coreografías de su colega.

La temperatura subió y subió con esos versos y esas tonadas en los que el sexo y el amor –también el desamor– se funden y se separan, y se vuelven a fundir, con toda naturalidad. Con ‘Todo de ti’, su himno por antonomasia, Rauw culminó la conquista.

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