Loa del alcalde Santisteve en la entrega de la Medalla de Oro

Santisteve destaca los lazos que unen a Aragón y Cataluña y recuerda a las víctimas aragonesas de los atentados.

Barcelona y Cambrils han recibido la máxima distinción de la ciudad en un acto en el que también se ha entregado el título de Hijo Predilecto al jurista Pedro Ramón y Cajal, al investigador Alberto Jiménez Schuhmacher, al cantante Enrique Bunbury, al bailarín Miguel Ángel Berna y a la compañía Teatro Arbolé.
Ada Colau y Camí Mendoza recogen la medalla de la Ciudad de Zaragoza
Guillermo Mestre

Loa del alcalde de Zaragoza, Pedro Santisteve, en la entrega de la medalla de Oro de la ciudad de Zaragoza a la ciudad de Barcelona y la villa de Cambrils.

Autoridades, amigas, amigos y visitantes:

Hoy otorgamos, por unanimidad de todos los grupos municipales, la Medalla de Oro de la Ciudad de Zaragoza a dos ciudades, hermanas nuestras: Barcelona y Cambrils. Y ambas están hoy aquí, representadas por sus alcaldesas y por los portavoces de los diferentes grupos políticos que componen ambas corporaciones.

Os acogemos en este salón de plenos, como acogemos, en nuestras casas,  a tantos y tantas amigas y parientes catalanes que vienen, cada año, a pasar nuestras fiestas con nosotros.

Con esta medalla rendimos homenaje a dos ciudades enormemente queridas por todos los zaragozanos y zaragozanas. Dos ciudades que tuvieron que enfrentarse, el 17 y 18 de agosto pasados, al sinsentido y el dolor de la barbarie terrorista. El demoledor balance de 16 víctimas mortales y más de cien personas heridas,  marcará ya, y  para siempre, la memoria del verano de 2017.

Zaragoza, vecina y amiga de Cataluña, de Barcelona y de Cambrils, ha vivido con especial preocupación y solidaridad unos hechos que estremecieron al mundo.

Desde el primer minuto, tras conocerse la noticia, nuestra ciudad se unió al dolor por las víctimas y a la indignación por unos hechos absolutamente injustificables.

El terrorismo, el dolor indiscriminado sobre personas y ciudades de paz, causa esa doble sensación de duelo y de incredulidad, de rabia y de desamparo.

Rendimos homenaje con esta Medalla de Oro de la Ciudad de Zaragoza, por encima de todo, a una sociedad civil que dio, durante esos días, un ejemplo imperecedero frente al miedo y la barbarie. A su gobiernos municipales, a sus fuerzas de seguridad, a sus servicios públicos, a sus servicios sanitarios, a cada uno de sus vecinos y vecinas. A todos aquellos que, con un comportamiento ejemplar, supisteis unir en ese “No tinc por” un gesto único de solidaridad y respuesta ante una adversidad tan dura como compleja.

Al estupor y al duelo de las primeras horas siguió la reacción de la ciudadanía. Ambas nos dieron ejemplo, con su grito unánime, de cómo hay que sobreponerse a hechos terribles. “No tinc por”, no tengo miedo, se convirtió en un lema mundialmente repetido. Porque ni en Barcelona, ni en Cambrils,  ni en ningún otro lugar del mundo donde golpee el terrorismo, el miedo debe triunfar.

Unidos contra el dolor, contra la barbarie, contra el terrorismo. Y recordando que ninguna ciudad está sola: el terrorismo es igual de insoportable en Europa, que en lugares aparentemente remotos en los que se convive de manera casi diaria con masacres espeluznantes.

Y la respuesta debe ser igual en todos esos rincones: no tenemos miedo. La razón, la justicia y el respeto a los Derechos Humanos deben estar por encima de cualquier ideología, más allá de las disputas políticas y discusiones coyunturales.

Barcelona ha sido el referente para muchos zaragozanos y zaragozanas, unidos a la capital catalana por lazos de amistad, de familia, de estudios, de raíces comunes. Hoy más que nunca debemos poner en valor esos lazos que nos unen. Nuestros lazos de hermandad, nuestra historia común como territorios vecinos y hermanos.

Hermanados por nuestro pasado político común, esa Federación de Reinos, bajo la misma casa reinante, que fue la Corona de Aragón. Y que ha continuado a lo largo del tiempo, de muchas maneras. A través de la inmigración, muchos zaragozanos y zaragozanas hallaron en Barcelona  un destino donde empezar una vida mejor.

“Dicen que hay tierras al este, donde se trabaja y pagan”... cantaba  José Antonio Labordeta. Y está grabado a fuego en la memoria colectiva de nuestros pueblos.

Hombres y  mujeres que  supieron integrarse en la vida de su nueva tierra, logrando el respeto de sus vecinos y vecinas, sin romper los lazos con su viejo hogar. Haciendo de puente, hoy y entonces. Vidas de ida y vuelta que unen nuestras sociedades, nuestra historia y nuestra cultura.

No es casual, que de 66 casas y asociaciones aragonesas repartidas por el Estado Español y el resto del mundo, 25 se hallen en Cataluña.

¿Qué no decir de Cambrils? Cambrils es, incluso, algo más. En sus playas, en su tranquilidad, con sus habitantes, se funden de manera constante y, especialmente en los períodos de vacaciones, miles de vecinos y vecinas de Zaragoza que han encontrado allí -en muchos casos literalmente- su segunda casa.

¿Quién no recuerda pasear por su puerto? ¿Por el callejón de las flores? Un pequeño paraíso próximo en el que relajarse y disfrutar de ese mar que no tenemos. En Cambrils, Zaragoza tiene amigos, tiene hermanos, tiene historias de amor.

Y Zaragoza se dejó allí, también, a Ana María Suárez, de 65 años y vecina del Barrio de Jesús, asesinada aquel 17 de agosto. Su hermana Alicia y su marido, Roque Oriol, resultaron heridos en aquella noche fatídica. Nuestro homenaje, con todo nuestro corazón,  también para ellos.

Por todo lo expuesto,  y de conformidad con lo dispuesto en los artículos 24 a 27 del Reglamento de Protocolo, Ceremonial, Honores y Distinciones del Ayuntamiento de Zaragoza, otorgamos la concesión de la Medalla de Oro de la Ciudad de Zaragoza a la ciudad de Barcelona y la Villa de Cambrils.

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