"Ya empiezo mi manto número 61 para la Virgen"

Olga Velilla, desde su establecimiento de bordados del Arrabal, lleva 36 años vistiendo a la Virgen con los encargos y preces de entidades y familias.

Un rincón de la tienda, donde se encuentran recuerdos y mantos para cubrir la imagen, en todos los tamaños
Un rincón de la tienda, donde se encuentran recuerdos y mantos para cubrir la imagen, en todos los tamaños
M. M.

Como una de las más bellas expresiones de la fe y una tradición artística que ya está documentada en el siglo XV, la costumbre de donar mantos que cubran la columna de la Virgen del Pilar sigue vigente desde sus orígenes. Posee más de 500, y los más bellos y antiguos se pueden ver en el Museo Diocesano de Zaragoza en una muestra excepcional que estará abierta hasta el próximo mes de enero .


Sobre esta costumbre en tiempo más reciente una de las que más sabe es Olga Velilla, que desde su establecimiento del barrio del Arrabal ha confeccionado un buen número de ellos. "Llevo 60 bordados desde que hice el primero en 1997 y ya empiezo mi 61", dice orgullosa. Muchos años entre ricos tejidos, brocados e hilos de oro y plata para dar forma a los agradecimientos, los anhelos, las peticiones y las expresiones de fe de familias anónimas, asociaciones y entidades de toda la geografía nacional.


Olga Velilla, natural de Juslibol, empezó a bordar cuando tenía 17 años y en 1992 abrió su tienda. "Entonces hacía ajuares, mantelerías para las chicas, lo que se llevaba entonces", comenta. Hasta que un día glorioso su amiga Esperanza le pidió un mantón a medida para la pequeña Virgen que tenía en casa. "Lo vieron las vecinas y les hice a ellas también, luego los puse en el escaparate de la tienda, y empezaron a verlo personas de otros barrios de Zaragoza que pasaban por la tienda", rememora, y así hasta hoy. Así que "a la Virgen del Pilar la tengo en un altar, y a mi amiga Esperanza también". Con razón.


Al principio, sin fotocopias, ni ordenadores, esta reorientación a la tradición mariana le resultó laboriosa a la hora de preparar los modelos. "Sacaba como podía los dibujos de postales y fotos antiguas", y de procesiones, viajes y decoraciones clásicas la inspiración para tanta fantasía de brocados, ribetes y medallones en torno a los emblemas y logos de tantos donantes.Patrona de los submarinistas

En 1997 elaboró su primer manto grande para vestir a la Virgen 'auténtica', la de la basílica, por encargo de una familia de Jaca, y a partir de ahí, siguieron los de federaciones, colegios profesionales y empresas, un muestrario multicolor de mantos en ricos tejidos, que ella va desvelando en la conversación con una memoria prodigiosa - "el otro día la Virgen llevaba puesto mi número 43", "mi número 12 lo lleva todos los años el día 17 de febrero", va recitando-, ricos ropajes de fe que esconden las innumerables curiosidades que ha preñado la tradición mariana a lo la largo de los siglos. Como que Isaac Peral hizo su primera inmersión en submarino en 1888 con una imagen de la patrona aragonesa, y por el éxito de aquella experiencia pionera, el Arma Submarina la hizo su co-patrona, y en 2003 le hizo entrega de un manto de terciopelo azul. Ese fue su "número 12".


Los hay especialmente curiosos como el de la Casa de Aragón en Barcelona, con el Teatro Goya como emblema central, o uno de los últimos, el encargado por las Teresianas con motivo del V Centenario del nacimiento de Santa Teresa, con la muralla de Ávila en el frente trapezoidal, y aunque todos distintos y sentidos, hubo encargos que le dejaron una huella indeleble. "Don Emilio Botín era muy devoto de la Virgen, y me encargaron un manto desde Nueva York con motivo del 150 aniversario del Banco Santander que lo colocaron en 2008, en un acto a las 7.00 de la mañana en el que había más de 1.000 personas", relata la bordadora, que de tanto que quiere contar de sus 36 años de trabajo, se aturulla y, sin solución de continuidad, pasa de hablarte de la Virgen del Pilar a sus nietos, se emociona, enlaza con el día que le pusieron su manto a la Sagrada de Monzalbarba o muestra la fina puntilla del vestido de novia que le bordó a su hija.


En su pequeña tienda de la calle Sixto Celorrio se encuentran mantos de todos los tamaños y colores, recuerdos y detalles de la Virgen personalizados. Para la imagen de la basílica prepara su número 61, pero ella bien sabe lo que reza la jota, eso de que es "la que más altares tiene", pues ha elaborado encargos para toda la geografía nacional.


También llegan peticiones de otras partes del mundo. "Pero ya no los cogemos. Es que tengo tres nietos, ¿sabe?, y yo soy abuela antes que bordadora".

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