LA OFRENDA

Paseo de la Virgen en su dorada carroza

Terminada la misa pontifical, la imagen mariana fue sacada en solemne procesión por la plaza del Pilar. ¿Está bellísima¿ o ¿Mira mamá, cómo brilla la Virgen¿, algunas de las frases más escuchadas.

Esbelta, elegante, encaramada a su peana de plata dorada y engastada con joyas antiguas. Así esperaba paciente, en una nave lateral de la basílica del Pilar, la imagen de la Virgen, la misma que, acabada la misa pontifical, sería sacada en solemne procesión para encontrarse, cara a cara, con la otra imagen mariana, la que estaba siendo engalanada con miles de flores.


Resonaban en el templo los acordes del Himno a la Virgen del Pilar cuando todos los celebrantes de la misa, con el arzobispo de Santo Domingo y primado de América Nicolás de Jesús López, y el arzobispo de Zaragoza, Manuel Ureña, a la cabeza, recorrieron los pasillos de la iglesia seguidos por la corporación municipal. El Grupo Aragonés El Pilar, tradicionalmente encargado de llevar la carroza, cumplió con el rito una vez más.


Cientos de fieles se arremolinaban pegados a las paredes para no perderse detalle del paso de la dorada imagen, engalanada para la ocasión con claveles rosados y al menos una docena de faroles encendidos. “Está bellísima”, “Qué carroza más bonita” o “Mira mamá, cómo brilla la Virgen” eran algunas de las frases de elogio y admiración que se escuchaban en medio de las estrofas del himno mariano.


Sol y cierzo

Un sol radiante y el cierzo recibieron a la carroza a su salida de la basílica, por la puerta más cercana al camarín de la Virgen. En la plaza, las corales San Agustín, Alagón y Salillense, 110 voces mixtas unidas en un único rezo musical, entonaban el ‘Ave María’ de J. B. Tresch mientras cientos de personas levantaban móviles, cámaras y vídeos para tener un recuerdo del emotivo momento.


Ante la imagen de la Virgen del Pilar, mientras la carroza aguardaba en un lateral de la plaza, Nicolás de Jesús López, en nombre de todos los celebrantes de la eucaristía, bendijo a los presentes y dirigió un breve rezo, tras lo cual la carroza volvió al templo, esta vez por la puerta del Bautismo, con lo que se dio por terminada la solemne procesión. Antes, los coros entonaron el ‘Sancta Maria’ de Johannes Schweiter, y el ‘Ave Maria’ del siglo XV, de autor anónimo, para deleite de los presentes.


La imagen procesional de la Virgen, en plata dorada, enriquecida con joyas antiguas, es obra de Miguel Cubeles, de 1620 (según Federico Torralba). Es una pieza elegante, enriquecida con pedrería y perlas. Se conserva todo el año en el armario-joyero de la sacristía mayor del Pilar y, en las grandes solemnidades, se acostumbra a instalarla ante el altar mayor, sobre gradería de plata labrada por el platero Estrada. Fue regalada por Bartolomé Morlanes, descendiente de la célebre familia de artistas de este nombre.


La carroza que lleva a la Virgen, por su parte, es del siglo XVIII y está completamente labrada en plata.