Más de tres toneladas de productos típicos para la Virgen

Los trajes regionales volvieron ayer a llenar de color el centro de Zaragoza en la Ofrenda de Frutos en la que se mezcló devoción y solidaridad. El buen tiempo, con un sol radiante y un tímido cierzo, acompañó a los 2.500 participantes que realizaron el recorrido de la ofrenda del día anterior, pero esta vez cargados de alimentos de la tierra, unos 3.500 kilos de solidaridad, que no mermó pese a la crisis, como temían algunos de los organizadores.


"Me gusta mucho la ofrenda. Hay que llevarlo por dentro, si no se siente no vale la pena salir", explicó Soledad Samitier, vestida de baturra, en la plaza de Santa Engracia, el punto de salida del acto. Llevaba veinte años vistiéndose y este año salía con su nieto Diego, de tres años. El día anterior ya había participado en la Ofrenda de Flores con otra nieta de un mes. En su cesta, productos de la huerta como pimientos, calabazas y brócoli. Junto a ella, Inmaculada Burillo y su pequeña Irene de casi dos años deseaban que su marido, militar destinado en Afganistán, pudiera verlas. Ambas participaban con el grupo aragonés El Pilar, que todos los años abre el acto, además de encargarse de ayudar a recoger los alimentos al final del mismo. Esta ofrenda ha sido muy especial para esta organización porque se homenajeó a su fundador y presidente, Domingo Figueras, recientemente fallecido. "Es un reconocimiento por todos esos años que nos ha dedicado", explicó Jaime Feijóo, presidente de la Federación de Casas Regionales y Provinciales de Aragón. Un total de 44 grupos participaron, entre los que estaban 11 casas regionales y dos provinciales, con un máximo de 40 integrantes por cuestiones de organización. Esto hace que el horario se cumpla siempre con puntualidad inglesa. Nada de retrasos como el día anterior.

 

Directa del trabajo, sin dormir

Cestas con melocotones, manzanas, frutos secos, vino y dulces comenzaron a desfilar por el paseo de la Independencia a las 11.30. "Venimos de trabajar de noche, sin dormir", explicaba Mª Luisa Vázquez, vestida según sus raíces gallegas señalando a tres compañeras más. Como algunos otros miembros de casas regionales, se lamentaba de que no fuera un día festivo. Desde la federación se considera que entre la ofrenda y el Rosario de Cristal se tiene peso suficiente para conseguirlo. Entre el público, algunos asistentes coincidían pero, de momento, la jornada sigue sin estar en rojo en el calendario.

 

Esto no impide que se desplacen participantes desde puntos tan lejanos como Tenerife. "Hemos venido 41 personas más acompañantes", decía Amando Díaz, ataviado con un traje blanco y rojo, ropa procesional de la Isla del Hierro para realizar un baile ante la Virgen. Era su segundo año y reconocían que pese al esfuerzo, merecía la pena. Las frutas las ponía la Casa de Canarias. Por supuesto, plátanos.


El viaje había sido más corto para un grupo de danzantes de Zubieta, cuyos grandes cencerros en la espalda (de doce kilos de peso) y sus capirotes (tunturruas) llenos de lazos de colores y coronados por plumas de gallo llamaban la atención. Antxon Elizalde y Lino Indacochea explicaban el complejo atuendo, que incluía una enagua de mujer a modo de falda. El grupo desfilaba detrás de los pamplonicas de la Casa de Navarra.


Y cerca de ellos, el Centro Soriano, muy presente en Zaragoza. A la cabeza, algunos de los más veteranos y los más jóvenes. Juani Barrera y Eliseo Villar acudían con sus cuatro nietos, Nora, Ara, Eloy y Antón. "Llevamos 43 años viviendo en Zaragoza pero somos de Ólvega", contaban mientras trataban de organizar a los pequeños.

 

"Está más organizada"

El número más reducido de oferentes permitió no perderse ni un detalle al público apostado durante el recorrido, que no dejaba huecos, pese a tratarse de un día laborable. "Me gusta mucho por ver los trajes de cada región", apuntaba Amparo Delso, muy bien situada en primera fila y al sol, a la altura de la plaza de España.


Los más pequeños captaban la atención del público, como Irene, de solo dos meses, que recorría tranquila, en brazos de su madre la calle de Alfonso I. "Ha sido una niña muy deseada, que nos ha costado mucho tener, así que venimos a agradecerlo", explicaba la orgullosa madre, Rosa Álvarez. Ambas acudían vestidas de sevillanas con la Casa de Andalucía.


Poco antes de las 12.30 entraron las autoridades en la basílica del Pilar, con el alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch, a la cabeza. Dentro les esperaban en el camarín de la Virgen el arzobispo de Zaragoza, Manuel Ureña, y el cardenal de Santo Domingo, Nicolás de Jesús López. El acto estuvo centrado en la entrega como primera ofrenda del título de Tesoro del Patrimonio Cultural Inmaterial de España a la tradición del Pilar, reconocimiento por votación popular que organiza el Bureau Internacional de Capitales Europeas.


Mientras dentro se leían los mensajes oficiales, fuera, los grupos terminaban de llegar. Los primeros pasos en el Pilar, ataviados con sus trajes regionales y sus ofrendas, fueron para muchos el momento más emocionante y se veía en sus caras al comenzar a andar en dirección a la Virgen. "Es mi segundo año. Ha sido muy emocionante la entrada en la basílica", comentaba, emocionado, Sergio Fernández tras dejar sus frutos. Estos se donan a personas con pocos recursos, una ayuda que en tiempos de crisis se valora aún más.