PILAR 2009

Escándalo, es un escándalo

Raphael volvió a encandilar al público asistente al Príncipe Felipe con sus canciones de amor
Escándalo, es un escándalo
MAITE SANTONJA

Estuvo enamorado de ti, tuvo el corazón en carne viva, fue aquel que por tenerte ya no vivía… Claro, que como él te ama, nadie te amará. Todo muy pasional. Y sigue siendo muy capaz de subirse al escenario y hacer realidad lo que canta en 'Mi gran noche'. ¿Qué pasará, qué misterio habrá? ¡Qué sabe nadie!


Bueno, quizá lo supiera la veinteañera Fernanda Gardeñes, que decía antes de dar inicio el recital: "Es algo que hay que venir a ver. A cualquiera que le guste el rock & roll le gusta Raphael". O Ángeles Moreno, para quien el cantante, al que comparó con Sinatra, "es supremo". "Y en el escenario hace lo que quiere", apuntó su hermana María José. Incluso el taxista que me llevó al Príncipe Felipe, Carlos, se quedaba con pena: "Yo soy más de pop, pero este señor le gusta a todo el mundo, tiene una gran voz".


"Señoras y señores, aquí están mis primeros 50 años sobre el escenario". Fue su primera interpelación directa. Toda una declaración de intenciones. Después, vendrían muchas más. Porque es charrador el de Linares, tanto o más que cantarín. "Es un placer estar en el día grande de Zaragoza, nunca había cantado aquí en el día del Pilar. Es un privilegio. Debuté aquí en el Teatro Principal: vine un día y me quedé 17", recordó emocionado. También salió a cantar de negro y chaqueta al hombro, para después bromear: "Gracias a todos mis queridísimos imitadores, aunque nunca me han pagado un duro por derechos de autor".


Lo suyo, desde luego, es excesivo. Pero debajo de esa abundancia, de las posturas y ademanes, de las sonrisas kilométricas que podrían ser aterradores de no conocer al personaje, está el artista, el que se pega casi dos horas y media dándolo todo, el que templa la voz para dar dramatismo a la canción. El que para el tema a la mitad y, entre las ovaciones, vuelve a retomarlo, con teatralidad y oficio.


No es común pegarse 50 años sobre las tablas y, seguir convocando al respetable. El Príncipe Felipe no estaba ayer hasta los topes (¿qué se pone hasta las topes ya?), pero la entrada fue bastante más que aceptable, y más teniendo que apoquinar 60 euros. Mucho seguidor de toda la vida, pero también nuevas caras, jóvenes, que han caído en el embrujo. Incluido el alcalde Belloch. Y es que, digan lo que digan, sigue siendo un escándalo.


Así lo cree él mismo, que modesto no es, y lo hace saber, por ejemplo, cuando entona 'Ahora', la segunda de la noche, esa que le compuso el amigo Bunbury y que lleva su sello personal impreso. "No estoy cansado. Y tengo decidido retrasar el final", entona muy convencido, acompañado de su banda de diez músicos, en la que no falta ni piano ni cuerdas ni viento.


Y también lo saben los fans, que siguen premiándole con largos aplausos y vítores de todo tipo, en especial, cuando se va por los clásicos, y cuando comparte micrófono con Rocío Jurado y Rocío Durcal, a través de las pantallas, en unos dúos que podían resultar morbosos, pero que quedan más que emocionantes.


"¡Guapo!", le gritaron en la noche de ayer a Raphael. Es cuestión de opiniones. Pero también le soltaron eso de "¡Artista!". Y eso, sin duda, es indiscutible.