PILAR 2009

Estalla la fiesta con las calles a tope

Multitudinario cohete. José Antonio Labordeta transmitió su emoción a los miles de zaragozanos congregados anoche en la plaza del Pilar. El cantautor ofreció un pregón crítico en el que no faltaron la reivindicación y la solidaridad: "Con la Opel todos juntos hasta el final".

Estalla la fiesta con las calles a tope
Estalla la fiesta con las calles a tope
OLIVER DUCH

En la película 'American Beauty', el simbolismo de una bolsa de plástico danzando al compás del viento conmovió las retinas de todos los espectadores. Ayer, en el Ayuntamiento de Zaragoza, ese papel recayó en un globo de Bob Esponja, que saludó la llegada de las autoridades al balcón del pregonero con un vuelo raudo hacia la bóveda celestial. Sonaron las nueve y el consejero de Cultura y Grandes Proyectos, jerónimo Blasco, agarró el micro para marcarse una chirigota. "Golfos, que sois unos golfos", dijo entre sonrisas a los congregados, que le jalearon como si Blasco hubiera dado un viva a la madre que los parió. El edil se puso luego tierno en la apostilla con un "cuidado, que los sueños en Zaragoza se cumplen". Tras él, el alcalde Juan Alberto Belloch se limitó a pedir a los ciudadanos que olvidaran por unos días sus problemas, disfrutaran de las calles y plazas "que son vuestras" y dieran "una ovación grandísima al pregonero de las fiestas, José Antonio Labordeta".


Ahí salió el poeta con su cornetín, y la cara aún iluminada por la aparición de sus nietas en los pasillos del Ayuntamiento justo antes de su alocución. Venía Labordeta con las pilas cargadas y lo dejó claro desde el arranque: "Paisanas y paisanos, forasteras y forasteros, extraterrestres en general" fue su saludo colectivo. De ahí en adelante, no hubo quien lo parara. Le dio un repaso a la historia, desde Salduba y Cesaraugusta a la ocupación francesa y los desaguisados del ladrillazo. Pim, pam, pum.

El llenazo de costumbre

 

La plaza estaba llena desde una hora antes. El estimado de asistencia, unas 45.000 personas, generó las habituales mareas humanas en las calles adyacentes, curiosamente más ligeras en la misma plaza, bajo los balcones atestados de personalidades políticas, invitados 'vip' y medios acreditados. Los Violadores del Verso, con la felicidad en el rostro por ser partícipes directos del festejo, se apostaron cerca del autor de ese 'Canto a la libertad' que, espoleado por los presentes, entonaría Labordeta al final de su discurso. Belloch, con el rostro de emoción genuina que reserva para victorias electorales y grandes anuncios, repetía una y otra vez al final del acto que "cada año hay más gente, habría que agrandar la plaza", frase a la que Labordeta respondió con un toque de cornetín en el mismo salón de plenos.


Abajo, las charangas imponían su ley. El himno del Real Zaragoza, el credo de todos los alcohólicos del mundo hispanoparlante -ese 'Alcohol, alcohol' que regrabaron los Inhumanos hace un año, y que resonaba por muchas calles de Zaragoza ayer-, el 'We Are The Champions' que ya no pertenece a Queen, sino a la humanidad entera... de todo. Los músicos del pueblo tuvieron la deferencia de acompañar la parte en verso del pregón, marcando el ritmo al recitado de Labordeta. "Somos igual que nuestra tierra/Suaves como la arcilla/Duros del roquedal/Hemos atravesado el tiempo/ Dejando en los secanos/Nuestra lucha total... Somos como esos viejos árboles".


Los gigantes y cabezudos seguían llegando mientras Labordeta se dirigía a las masas, saludando respetuosos a "ese señor majo del bigote grande", como llamó al poeta un chavalico en el balcón. Tras la trova, y antes de arrancarse con el citado 'Canto a la libertad', el encargado de poner las palabras mágicas que abren el paso a las fiestas de Nuestra Señora del Pilar le echó un recadito al alcalde, que el aludido ya conocía por estar impreso desde hace días: "Señor Alcalde, ojico con el tranvía y vivan las fiestas".


En los salones del edificio menudeaban las caras conocidas. El ex alcalde José Atarés, con un cachirulo de La Salle Montemolín; Teresa Perales y su inacabable sonrisa; el Justicia de Aragón de los últimos 11 años, Fernando García Vicente; Patxi García (vicepresidente de Interpeñas) recibiendo la felicitación de Belloch por el manejo del pregón peñista... y un señor trajeado, copica de cava en mano, alabando las virtudes de la ofertas cultural de Bruselas. De todo, como en botica, pero con la felicidad fiestera como denominador común.


Quedaba el petardazo, asunto de Pirotécnica Zaragoza. A Juan José, designado para velar por el correcto lanzamiento del cohete, le contemplan 33 años en la empresa. "Siempre bien, por suerte. Probamos las series de cohetes y cuando todos salen buenos, elegimos uno. El de hoy es el anunciador: alcanza los 100 metros de altura".


Los fuegos artificiales, que marcan el fin del acto cada año, son valor seguro. Tanto, que dulcifica la impaciencia de quienes se ven atrapados en las vomitorias de la plaza, imposibilitados para avanzar o recular hacia zonas con menor densidad de humanos. Es cuestión de paciencia: estar un rato sin tocar el suelo es una experiencia claustrofóbica para el más pintado.


Los 'vips' se emplazaron a esperar con mimicos al paladar el despeje de la zona. En los camerinos del escenario de la plaza del Pilar, Alvaro Urquijo y sus Secretos estaban a punto de demostrar que la melancolía pega en un jolgorio colectivo. Habemus fiesta.