La temperatura de Zaragoza aumentará más de un grado en 2030 por el cambio climático

La subida de máximas y mínimas dejará también un mayor número de días y noches de calor. El Ayuntamiento desarrollará este próximo mandato las acciones de su plan de adaptación.

Junio ha empezado con máximas de 30 grados tras un mes de mayo "cálido y muy seco"
Junio ha empezado con máximas de 30 grados tras un mes de mayo "cálido y muy seco"
Oliver Duch

La temperatura media de Zaragoza podría aumentar más de un grado de cara a 2030 como consecuencia del cambio climático. Las máximas –que en los últimos veranos han rebasado ampliamente los 43 °C–, se dispararían 1,12 grados respecto a los valores de referencia de la serie histórica, que abarca desde el año 1971 hasta el 2000, mientras que en el horizonte 2030-2050, el incremento podría ser de 1,63, según recoge el Plan de Adaptación al Cambio Climático de Zaragoza.

Riesgos actuales y previstos por el cambio climático

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Los efectos del calentamiento global también se notarían en las mínimas. En los próximos siete años podrían subir 1,01 grados, llegando hasta los 1,49 a mediados de siglo y rebasando la barrera de los 10 °C, lo que podría tener serias repercusiones para la economía y para la salud de las personas.

El Día Mundial del Medio Ambiente, que ayer celebró su 50 aniversario, volvió a poner en relieve la importancia de actuar para combatir el cambio climático. Especialmente tras un mayo "cálido y muy seco", según las estadísticas de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), que ha registrado unas temperaturas 0,7 grados superiores a la media del mes y unas precipitaciones un 86% por debajo de lo habitual. Lejos de resultar un dato anecdótico, los registros del último siglo confirman una tendencia al alza que amenaza con agravarse en las próximas décadas con un calor extremo que tendría un "alto" impacto en la sociedad.

Variación de los indicadores climáticos

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Entre 1971 y 2005, la temperatura máxima de Zaragoza fue de 20,39 grados, de media, mientras que de 2005 a 2019 se elevó hasta los 21,07. En este periodo también han aumentado el número de días y noches cálidas. Los primeros han pasado de 36,76 a 44,93 al año y las segundas, de 37,02 a 48,68. No en vano, la capital batió en 2022 su récord histórico de jornadas de más de 40 grados.

El único indicador que evoluciona a la baja es el de los días de lluvia. Entre 1971 y 2005 fueron 56,53, de media, y hasta 2019, el dato ha bajado hasta los 56,28. Aunque no hay una tendencia clara, "el escenario más probable traería un descenso de las precipitaciones y una distribución más irregular de las mismas en los meses de verano", según consta en el Plan de Adaptación al Cambio Climático de Zaragoza.

El propio estudio alerta de que una reducción "por mínima que sea" del nivel de precipitaciones podría traer "importantes consecuencias" para sectores como el primario, de ahí la necesidad de intensificar las políticas contra el cambio climático.

Principales amenazas

El aumento de las temperaturas se perfila como la principal amenaza climática para Zaragoza de cara a los próximos años, ya que, dada la tendencia actual, existe una alta probabilidad de que se cumplan los pronósticos. Los cambios podrían empezar a apreciarse a corto plazo, con unos registros que, pese a las medidas adoptadas, podrían seguir dejando récords históricos.

Lo mismo ocurre con las riadas. Como consecuencia del calentamiento global, se prevén más episodios extremos de sequía e inundaciones fluviales. Los efectos se verían en el medio plazo, aunque no tendrían por qué ser de más intensidad. Sobre todo tras las medidas adoptadas por las diferentes instituciones en los últimos años para minimizar los daños de las crecidas extraordinarias.

Menos consecuencias tendría, aparentemente, el frío extremo. En este caso, los análisis incluidos en el Plan de Adaptación hablan de un impacto "moderado", al igual que ocurriría con los incendios forestales –que presentan mayores problemas en el plano autonómico– o los riesgos biológicos, otra de las variables que estudia el documento.

Un plan en desarrollo

El Ayuntamiento mantiene el objetivo de llegar a unas emisiones cero en 2030 "a través de la movilidad sostenible e inteligente, la renaturalización urbana, la economía circular y la eficiencia energética"; meta que comparte el Plan de Adaptación al Cambio Climático. La propia concejala de Servicios Públicos en funciones y futura alcaldesa, Natalia Chueca, ahondó ayer a través de sus redes sociales en la importancia de evitar el consumo de plásticos y de "generar conciencia" con una movilidad sostenible y consumos responsables que permitan reducir las emisiones de dióxido de carbono y ahorrar agua en época de sequía.

Fuentes del área de Infraestructuras y Medio Ambiente confirmaron que el Plan de Adaptación se desarrollará este próximo mandato con dos programas específicos: uno para el periodo 2023-2026 y otro para el 2027-2030. La financiación procederá, fundamentalmente, de fondos propios del Consistorio, aunque también se espera contar con ayudas estatales y fondos UE.

La iniciativa abarca un total de 47 medidas en nueve ámbitos de actuación: salud, agua, infraestructura verde y biodiversidad, planificación urbana y energía, movilidad, agricultura y alimentación, industria, turismo y otros sectores, educación, investigación e innovación.

Las citadas fuentes recordaron que hay aspectos sobre los que ya se está trabajando, como la apuesta por unas infraestructuras verdes adaptadas al cambio climático. Será el caso, por ejemplo, de la futura reforma del parque del Tío Jorge, en el Arrabal, que eliminará grandes zonas pavimentadas para reducir el efecto ‘isla de calor’ y apostará por una renaturalización que mejorará su "calidad ecosistémica".

También se trabaja en adecuar la red de saneamiento a unas precipitaciones que podrían ser "más intensas", así como en mejorar su capacidad de evacuación y la calidad de los vertidos.

Otro de los ámbitos de actuación de la estrategia municipal pasa por favorecer los desplazamientos a pie o en bicicleta, para lo que se plantean itinerarios más accesibles con zonas sombreadas, calles pacificadas y carriles bici, una línea que ya se está siguiendo en grandes reformas como la de la avenida de Navarra.

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