Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Los músculos como ventana al cerebro: una disruptiva investigación aterriza en Zaragoza

Jaime Ibáñez, investigador en Unizar, ha logrado una ayuda europea de 1,5 millones de euros para cinco años.

Esther Pueyo, Rosa Bolea, Jaime Ibáñez y Pablo Laguna.
Esther Pueyo, Rosa Bolea, Jaime Ibáñez y Pablo Laguna.
Unizar

Desarrollar nuevas tecnologías basadas en los registros musculares para descifrar las señales del cerebro es el objetivo de la disruptiva investigación que aterriza en Zaragoza de la mano del investigador del I3A Unizar Jaime Ibáñez, que ha logrado una ayuda europea de 1,5 millones de euros para cinco años.

Esta ayuda ‘ERC - Starting Grant’ del Consejo Europeo de Investigación se convierte en el decimocuarto proyecto de primer nivel que recae en la Universidad de Zaragoza, que ha anunciado este lunes la noticia en una rueda de prensa con presencia de la vicerrectora de Política Científica, Rosa Bolea; el director del I3A, Pablo Laguna; la investigadora principal del grupo Bsicos de este instituto, Esther Pueyo, y el propio Ibáñez.

El proyecto liderado por este ingeniero de telecomunicaciones, que tras desarrollar gran parte de su carrera fuera regresó en 2021 a la capital aragonesa, supone un “enfoque radicalmente nuevo” de lectura de la actividad neuronal, en el que la actividad de los músculos puede ser una “ventana al cerebro”.

El programa de investigación e innovación de la Unión Europea con el que se financia impulsa a jóvenes investigadores excelentes y sus equipos que proponen proyectos novedosos y disruptivos que son, por tanto, de “alto riesgo”.

“Son ideas complejas, pero que si se consiguieran parte de los beneficios, podrían redundar en un beneficio alto a nivel social”, explica el investigador del IA3, que en los últimos años ha reparado en el potencial de la actividad muscular para proporcionar información con una fuerte vinculación con los procesos cerebrales.

Descifrar el cerebro a través de los músculos

El proyecto, bautizado como Echoes, parte del análisis de la actividad eléctrica que los músculos producen cuando nos movemos. Como explica Ibáñez, las neuronas motoras se conectan con los músculos, que son los ejecutores finales de cualquier procesamiento de nuestro sistema nervioso.

Y la pregunta que plantea es: "¿Hasta qué punto podemos utilizar esas salidas para poder entender la actividad que se está produciendo en determinados nodos de interés de nuestro sistema nervioso?".

Al estudiar esa actividad en el laboratorio encontraron un “hallazgo muy interesante”: hay mucha más información más allá del puro comando motor, “que puede tener vínculos muy cercanos con la actividad que se está produciendo en áreas muy importantes del sistema nervioso”.

“Cuando estamos estudiando los músculos podemos medir actividades que se están produciendo en zonas relativamente alejadas y que no tienen nada que ver con cómo nos movemos. Entonces nos planteamos, ¿hasta qué punto podemos utilizar esa información?”, plantea el científico sobre la gran pregunta sobre la que girará este estudio durante cinco años.

El reto estará ahora en desarrollar métodos que les permitan extraer e interpretar el llamado “espacio neuronal no motor en los músculos” para, en un futuro, llegar a escenarios como comprender mejor los procesos de enfermedades como el Parkinson o, ya en un ámbito “más de ciencia ficción”, advierte Ibáñez, incluso poder aumentar las capacidades motoras.

El desafío de desarrollar una solución para registrar la actividad neuronal del sistema central parte de que, como señala Laguna (IA3), las tecnologías disponibles hoy tienen “limitaciones importantes”, bien por ser altamente invasivas o bien por no dar una resolución tan alta como la que se requiere.

Desde el vicerrectorado universitario, Bolea celebra la “investigación mixta” y destaca la gran aportación a la biomedicina que se está produciendo en los últimos años por parte de la ingeniería.

Por su parte, Pueyo muestra el orgullo de contar con Ibáñez en el grupo que ella lidera, con alrededor de cuarenta investigadores con “una vocación muy interdisciplinar”. Además, la nueva línea de investigación permitirá que se incorporen al laboratorio cuatro personas en diferentes fases del proceso.

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