Un día de examen para el Mundial 2030 en Zaragoza: puertas cerradas y un ejercicio de imaginación

Los asistentes a la reunión de este miércoles observaron el diseño de Idom para el equipamiento en un ambiente de absoluta privacidad.

Visita a Zaragoza de las federaciones española y portuguesa de cara a la candidatura del Mundial 2030 de fútbol en La Romareda
Visita a Zaragoza de las federaciones española y portuguesa de cara a la candidatura del Mundial 2030 de fútbol en La Romareda
Daniel Marcos

Mientras la ciudad se pierde en conjeturas y los zaragocistas tratan de mantener sus sueños a raya –uno aprende a base de ilusiones truncadas– hay unos pocos que, desde ayer, ya no tienen que tirar de fantasía al hablar de la nueva Romareda. Quienes asistieron a la reunión para avanzar en la candidatura de Zaragoza al Mundial de 2030 fueron los primeros en ver la idea que el arquitecto César Azcárate, responsable de importantes proyectos como el San Mamés de Bilbao, el nuevo Camp Nou o el estadio Ciutat de Valencia, tiene para el campo de fútbol de la capital aragonesa.

El encuentro comenzó poco después de las 9.00 en el salón de plenos del Edificio Seminario. Allí estuvo Antonio Laranjo, director de la propuesta España-Portugal-Marruecos, acompañado por tres representantes de la federación lusa y otros dos de la española. También acudió, con otras dos personas, el presidente de la entidad en Aragón, Óscar Fle; el concejal de Urbanismo, Víctor Serrano, junto a varios técnicos municipales; y representantes del Real Zaragoza y la empresa Idom. La DGA se mantuvo en un perfil bajo y envió al jefe del servicio de actividad deportiva.

Regada la madrugadora conversación con unos cafés y algo de bollería que casi se quedó en el plato, la exclusividad de aquel encuentro quedó clara cuando tocó ver los diseños del futuro equipamiento. En ese momento se cerraron las puertas y se advirtió de que lo que se estaba a punto de proyectar era una información reservada, por lo que sacar los móviles para hacerse con una instantánea era algo impensable. Fue casi un visto y no visto, una proyección de cuatro minutos pero que fue suficiente para que en el Consistorio salieran satisfechos con el diseño.

Con esas imágenes ya en las retinas, la visita se trasladó al exterior, donde echando algo de imaginación pudieron comprobar como quedaría el campo que acababan de ver en el lugar del actual. A La Romareda no entraron porque poco importa de cara a la candidatura, pero sí que recorrieron los alrededores. De forma sobrevenida acabaron dentro del Auditorio, después de que una crítica sobre la estética del edificio empujara a los responsables municipales a incluirlo en los planes. Luego, la perspectiva cambió, y fue de lo que más gustó del recorrido. Hasta pudieron comprobar la acústica de la sala Mozart al pillar a un pianista en plenos ensayos.

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