EN PRIMERA PERSONA

Un estudiante trans de Zaragoza: "Las primeras veces que mi padre me llamaba Aslan, yo me emocionaba. Me hacía ilusión"

Aslan Orera, un joven de 19 años que comenzó hace dos este proceso, y su padre, Vicente Orera, participan este miércoles en la conferencia: 'LGTBIQ+. Conocer para acompañar', de Asapme.

Aslan Orera y Vicente Orera (padre e hijo), en el paseo de Longares de Zaragoza.
Aslan Orera y Vicente Orera (padre e hijo), en el paseo de Longares de Zaragoza.
Javier Belver

Para Aslan Orera, un joven zaragozano estudiante de Bellas Artes que comenzó hace unos dos años el cambio de género, reconocer su identidad y hacerlo público en su entorno ha sido un proceso "largo", pero que cuenta a día de hoy con dos grandes aliados: sus padres. 

"Es algo que siempre estaba presente, pero como no he tenido formación al respecto ni se me había educado ni enseñado qué eran las personas trans, no fue hasta la ESO cuando empecé a descubrir lo que era", cuenta este joven, de 19 años.

En este proceso, influenciado por los comentarios negativos hacia este colectivo, los insultos homófobos que escuchó hacia otras personas en la infancia o la actitud poco ejemplarizante por parte de un profesor de la Universidad cuando cambió de nombre, Aslan recuerda también varios momentos significativos que le ayudaron a reafirmarse y ser quien es. "No es algo que me haya aparecido ahora -recalca- siempre lo he tenido en mente, desde que era muy pequeño, pero desde que supe lo que era una persona trans hasta que estuve debatiendo si lo era o no pasó bastante tiempo, porque estaba en negación hasta que ya lo acepté en 2º de Bachillerato y se lo dije a mis padres justo al hacer la EVAU. Al principio les costó, pero al estar todo el verano juntos fueron entendiéndolo, y a finales de año me empezaron a llamar Aslan. La primera vez que se lo escuché decir a mis padres me sentí muy bien, me sentí entendido, por decirlo así. O alguna vez que por el grupo de la familia mi padre me trataba en masculino, esas primeras veces yo me emocionaba, me hacía ilusión", cuenta con una sonrisa.

Cuando empezaron los trámites para el cambio de nombre, tanto Aslan como su padre reconocen que era todo mucho "más farragoso" que ahora, puesto que no había entrado en vigor la nueva ley trans, aprobada en febrero de este año. "El cambio de sexo todavía no he podido hacerlo porque cuando cambié el nombre, que fue este verano, hacía falta estar dos años en hormonación, el aval de un psicólogo...", relata este estudiante zaragozano, convencido de que la nueva normativa puede facilitar todo el proceso a las familias. Sobre todo -añade- porque no hace falta estar dos años en tratamiento para iniciar este trámite, pero también porque hay situaciones muy diferentes. "Hay personas trans que no se quieren hormonar y no por eso son menos hombre, menos mujer o menos no binario. O gente que no se puede hormonar. Tengo un amigo que por razones médicas no puede empezar con testosterona, y estando la ley como está ahora, sí que podría cambiarse de sexo sin problema", añade. 

Luchar contra el estigma

En esta transición, Aslan presume de haber tenido grandes apoyos, empezando por su familia y siguiendo por su grupo de iguales, al llegar a la Universidad de Zaragoza. "Tengo un grupo de amigas al que me costó más decírselo por su entorno, pero a los que no me costó nada fue a mis amigos de clase, tanto del Bachillerato de Artes como de Bellas Artes. Por alguna razón, por estadística o por lo que sea, hay más personas LGTBI o es más fácil o común que lo entiendan de primeras", comenta. 

No así entre algunos docentes, pues recuerda el caso de un profesor de la Universidad, en Teruel, que tardó en llamarlo por su nombre. "Me costó bastante. En teoría, por la normativa que tiene Unizar deben llamarnos como les pedimos, aunque no esté en la lista, y hubo un profesor que no me quiso llamar Aslan, y me debería haber quejado, pero no lo hice", señala. 

En este costoso proceso, Aslan reconoce que no todo han sido facilidades, y entre otros impedimentos, menciona también el estigma que rodea a este colectivo o la necesidad de combatir el desconocimiento, como hicieron por él sus padres al buscar apoyo de profesionales. "Se metieron en una asociación que se llama Chrysallis, que está en toda España, y eso les ayudó mucho a entender lo que es una persona trans para así luego poder ayudarme a mí", comenta. Aslan tiene claro que lo primero es "desaprender todo lo que te han enseñado malo o despectivo hacia las personas LGTBI para luego, a partir de ahí, poder aprender". 

Aslan Orera y Vicente Orera (padre e hijo), en el paseo de Longares de Zaragoza.
Padre e hijo, paseando al perro en su barrio.
Javier Belver

Y así lo ve también su padre, orgulloso del acompañamiento que gracias a la ayuda de profesionales y otras familias han podido darle. "Si nuestra experiencia le sirve a alguien para empezar, como a nosotros nos ayudó Chrysallis, y nos orientaron grupos de psicólogos, de médicos de la Sanidad pública, etc. a sentir que no estás solo o saber qué hacer ante estos trámites, ya nos damos por satisfechos", recalca Vicente, que con su testimonio quiere demostrar "lo importante" que es "estar unidos como familia" para ayudar a los hijos en este camino lleno de obstáculos. "En nuestro caso, es una suerte ir a una. He visto situaciones familiares de otros chicos trans en los que el padre no comparte la visión de la madre o parte de la familia lo tiene oculto, y es muy duro. Familias en las que los padres se han separado por esta situación... Hay muchas situaciones diversas, tantas como personas, y desde mi punto de vista creo que el apoyo de la familia, el estar los dos alineados conjuntamente, es fundamental", afirma este zaragozano. 

La importancia del acompañamiento

De 'LGTBIQ+. Conocer para acompañar' hablarán ambos este miércoles, en la conferencia que organiza Asapme, a las 19.00, en el Patio de la Infanta de Zaragoza, dentro del ciclo de Salud Mental Infantojuvenil, que pone esta semana el foco en la diversidad sexual. Cuando Jessica Galán, psicóloga de esta asociación aragonesa, les invitó a participar, no se lo pensaron dos veces. "A mi hijo los profesionales le han hecho sacar lo que lleva dentro, y es una suerte el haberlo podido costear, porque somos conscientes de que es una pena que no haya recursos públicos gratuitos para este tipo de situaciones cuando no toda la gente tiene la capacidad de ir al psicólogo. A nosotros nos ha ayudado a encontrar el camino. Pero como familiares, hemos tenido muchas dudas, muchos miedos... Hay mucho por aprender y evolucionar, y muy pocos profesionales", lamenta este padre. 

Aslan, por su parte, incide en la importancia de "educar" y "normalizar" estas situaciones, e invita a que en los colegios se hable con naturalidad de ello desde edades más tempranas. "Yo llegué a tener una charla en 3º o 4º de la ESO en la que nos hablaron del colectivo LGTBI, pero mis primos que son más pequeños sí que han tenido ya charlas. Es importante que todo el mundo, sea LGTB o no, conozca lo que es una persona LGTB. Primero, para no lanzar odio hacia el colectivo; y segundo, para que quien lo sea, lo sepa y no esté perdido", subraya este joven, "feliz" de contar con el respaldo de sus padres.

Aslan y su padre, en el paseo de Longares.
Aslan y su padre, en el paseo de Longares.
Javier Belver

En su entorno, añaden, queda ya poca gente que no conozca el paso que han dado juntos. "No te voy a decir que el 100%, pero a la parte más estrecha se lo hemos dicho para que mi hijo no se encuentre por la calle con alguien que le llame por su antiguo nombre. Sin ir más lejos, un antiguo jefe que tuve me preguntó el otro día: '¿Qué tal tu hija?'. Y le dije: 'No, ahora tengo un hijo. Se siente más cómodo así'. Lo cuentas con total normalidad y la gente lo entiende", asegura Vicente, que ve en el ejemplo de las abuelas el mejor testimonio para trasladar a otras partes. "Las que mejor lo entendieron fueron las madres. Para nosotros y para mi hijo, la capacidad que tienen de ver todo esto no como un problema, sino como algo que le hace feliz, fue muy emocionante. Yo lo veo más cómodo, más feliz con su nueva situación. Y en este frío mundo en el que siempre va a haber dificultades, pienso que la familia estamos para ser la zona de confort, el refugio donde te sientas apoyado siempre", confiesa Vicente. 

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