zaragoza

La reyerta del Gancho se produjo por un 'vuelco' de criptomonedas

Uno de los implicados recibió una cuchillada en el abdomen y otro sufrió el corte de varios tendones de los dedos de una mano.

Una imagen de la calle de Miguel de Ara.
Una imagen de la calle de Miguel de Ara.
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Dos heridos y cuatro detenidos es el balance de una agresión con armas blancas que se produjo en la madrugada del pasado domingo en un piso de la calle de Miguel de Ara, en El Gancho, en el que se debía negociar una compraventa de criptomonedas. Sin embargo, los supuestos vendedores no tenían tal intención y lo que pretendían, al parecer, era hacerse con el dinero (unos 20.000 euros) de los compradores sin dar nada a cambio.

Al final, uno de los jóvenes que quería comprar recibió una cuchillada en el abdomen, de la que tuvo que ser operado en el Hospital Miguel Servet de Zaragoza, y otro, en este caso del grupo contrario, sufrió cortes en los tendones de varios dedos de una mano.

Los implicados en estos hechos entablaron relación por Telegram y acordaron verse en Zaragoza, donde residen los compradores, mientras que los supuestos poseedores de las criptomonedas viven en Barcelona. Hasta la calle de Miguel de Ara acudieron en un coche un menor de edad, el que iba a realizar la venta, acompañado de tres jóvenes, dos de los cuales se quedaron esperando en un coche mientras se llevaba a cabo la transacción en el piso.

A la vivienda subió el interesado en la compra, I. M. G. G., y su amigo J. M. F. P., que le acompañaba por si surgía algún problema, el menor J. S. F. B., que tenía supuestamente la mercancía, y un cuarto individuo. Sin embargo, la negociación no salió como todos pensaban y de la discusión pasaron a las manos y a la agresión con armas blancas.

Todos salieron corriendo del piso y los lesionados se fueron a curar a un hospital privado donde les comunicaron que la atención médica tenían que pagarla y, al final, acabaron en el hospital, donde fueron asistidos y, a la vez, detenidos.

La Policía interrogó en el hospital a I. M. G. G., representado por el abogado Carlos Castillo, y, junto a su amigo J. M. F. P. quedaron allí mismo en libertad. El menor, J. S. F. B., fue entregado a sus tutores legales mientras que los otros dos fueron puestos en libertad este martes por la noche tras declarar ante la juez de guardia.

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