sucesos

Acusan a un joven de una violación junto a las ruinas del castillo de Ayyub de Calatayud

El procesado niega la agresión y reduce lo ocurrido a un «rollito» consentido.

El acusado, Mihaita G.G., durante el juicio celebrado en la Audiencia de Zaragoza.
El acusado, Mihaita G.G., durante el juicio celebrado en la Audiencia de Zaragoza.
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Las ruinas del castillo de Ayyub, en la zona más alta y alejada del casco urbano de Calatayud, fueron el lugar elegido por un joven para presuntamente violar a una chica, a la que al parecer llevó hasta allí en su coche mediante engaños

La agresión sexual se produjo de madrugada en la explanada que hay junto a la fortificación, un sitio aislado y sin iluminación en el que la víctima no tuvo oportunidad de pedir ayuda.

Los hechos se remontan al 31 de marzo de 2018, pero fue ayer cuando la Audiencia de Zaragoza sentó en el banquillo al supuesto violador, Mihaita G. G., quien aprovechó su declaración para definir lo ocurrido como un mero «rollito». «Nos toqueteamos un poco en el coche y después ella me pidió que fuéramos a un lugar donde no hubiera gente», manifestó el investigado. «Después hubo relaciones sexuales, claro. Vía oral y vaginal –añadió–. Pero yo no la obligué a nada, fue todo consentido».

El acusado y la víctima coincidieron aquella noche a las puertas del pub Australian, en el céntrico paseo de las Cortes de Aragón. Según explicaron al tribunal, nunca habían hablado hasta entonces, pero tenían algún amigo en común. De hecho, ese fue el motivo por el que la joven se subió al coche de Mihaita G. G. «Me dijo que iba a llevar a David a su casa y que si iba con ellos luego me volvería a traer al bar. No me dio mala espina y los acompañé», relató. El procesado cumplió su palabra y al cabo de un rato volvió a dejar a la joven en la discoteca. Pero en ese intervalo de tiempo sucedieron cosas que ella no había previsto.

«Yo pensaba que tras dejar a David iba a dar la vuelta, pero continuó conduciendo hacia un parque. Le pregunté qué hacía. Y él me pidió que estuviera tranquila, que solo íbamos a echar un cigarro», recordó la denunciante. Pero lo cierto es que acabaron a las afueras de Calatayud, en la explanada del castillo de Ayuub. Allí –y en esto coinciden ambos–, el conductor se pasó a la parte trasera del coche, donde se encontraba la chica. «Dijo que le gustaba mucho desde hace tiempo y empezó a tocarme. Yo le aparté la mano, pero él ya se estaba quitando los pantalones», contó la joven. Acto seguido, esta le insistió en que no quería «nada» con él. «Pero me agarró fuerte del cuello y me bajó la cabeza hacia sus genitales», dijo.

Sin móvil y en estado de shock

Llorando, la víctima pidió varias veces a su agresor que parara. Pero lejos de hacerlo, tras la felación, y pese a que ella se encogió y agarró las rodillas para impedirlo, él logró quitarle la ropa y penetrarla. Según indicó la joven, después, el procesado volvió a obligarla a practicarle sexo oral.

«No podía hacer nada. La puerta de mi lado se hallaba bloqueada. Y no sé por qué, mi móvil estaba apagado en los asientos delanteros. Yo estaba tan en shock que no sentí dolor ni nada», confesó la chica. Cuando su agresor la llevó después de nuevo al bar «sin decir una palabra en todo el camino», la agredida informó de lo sucedido a varios amigos. Uno de ellos la acompañó a casa y le aconsejó que acudiera a la Policía, lo que hizo unas horas después. «Yo la vi muy sofocada. Llegó muy nerviosa y llorando», explicó ayer el chico.

La Fiscalía acusa a Mihaita G. G. de un delito continuado de violación y pide 11 años de prisión para el acusado, cuyos restos de semen fueron hallados tanto en varias prendas de la denunciante como en los asientos del vehículo.

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