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Pankhurst, Schweitzer y otros nombres 'impronunciables' de las calles de Zaragoza

El gobierno de la ciudad cambia la 'ordenanza reguladora de identificación de vías' e intenta evitar nombres extranjeros que resulten dificultosos a los ciudadanos.

Algunas de las personalidades que bautizan las calles tienen una compleja ortografía y fonética.
Algunas de las personalidades que bautizan las calles tienen una compleja ortografía y fonética.
Heraldo

Se las ven y se las desean para nombrar a la plaza de… los Agustinos. Vaya, la del Bazar X, donde antes estaba el colegio de las Oblatas. Muchos zaragozanos, incluso los vecinos del Camino de las Torres, tienen aún dificultades para decir que viven en la plaza de Albert Schweitzer y, en consecuencia, se escuchan versiones tan variopintas como “Suicher”, “Esbecher” o “Escabaicher”. No es que el ilustre médico, filósofo y teólogo no merezca el honor de tener una plaza, pero tampoco es menos cierto que los conserjes y carteros tienen dudas a la hora de identificar la plaza, por no hablar de los taxistas que tienen que hacer alarde de imaginación para saber adónde quieren ir sus clientes.

El Ayuntamiento de Zaragoza va a poner coto -en lo venidero, las que ya existen se quedan como están- a las calles y plazas impronunciables. El pasado jueves se aprobó en sesión de Gobierno el proyecto de Ordenanza Municipal Reguladora de la Identificación de Vías y de la Numeración de Edificios y Viviendas de Zaragoza, redactada por la Unidad de Información Geográfica de la Consejería de Urbanismo, con las modificaciones introducidas tras una consulta pública convocada a través de la web municipal. Entre sus conclusiones, figuran la de procurar que a la mitad de las nuevas calles se les dé nombre de mujer y que se estandaricen también las placas cerámicas identificativas en las fachadas. 

Echando un ojo a la letra pequeña del acuerdo, se ve que la normativa desciende a otras cuestiones de lo más cotilla en un nomenclator, que apuesta por “utilizar denominaciones prioritariamente relacionadas con la historia, cultura y topografía de la ciudad y de Aragón”. Hay alguna instrucción también en lo referido a los nombres extranjeros y que muchas veces causan quebraderos de cabeza a quienes ya peinan canas. La plaza de ‘Suicher’ no es el único ejemplo porque rastreando el callejero se encuentran otros nombres como los de Antonín Dvorák o Emmeline Pankhurst que también cuesta asimilar. 

Súper Mario Bros posa junto a algunos de los futuros vecinos de Arcosur tras haber descubierto la placa.
Muy felices se las prometía Súper Mario Bros cuando inauguró su calle con los vecinos de Arcosur.
T. Galán

La nueva ordenanza, que actualiza un texto del año 1988, aboga por evitar “nombres propios extranjeros poco conocidos”. Si hubiera que echar mano de ellos, “deberá hacerse teniendo en cuenta que su fonética o pronunciación no se diferencie demasiado de su ortografía, de manera que no resulte dificultosa su adaptación y uso por los ciudadanos”. También señala el texto estos nombres que ofrecen complejidad “se escribirán en el idioma del país de origen del personaje y teniendo en cuenta las normas de acentuación de la RAE para palabras extranjeras.

Emmeline y Poitr Ilich

El caso es que en el callejero zaragozano, por uno u otros motivos, hay nombres con los que no resulta sencillo familiarizarse. Si hubiera que hacer un ranquin, el de Albert Schweitzer sería sin duda el primero acaso por lo transitada o céntrica que está su plaza. No obstante, hay otras casuísticas que tampoco dejan indiferentes (y que igualmente pueden provocar un nudo en la lengua) como la de personalidades señaladas de la época de Al Andalus o compositores de renombre del siglo XIX de los que Rosales del Canal está repleto.

Si Schweitzer ocupa lo más alto del cajón, el podio se completaría seguro con Piotr Ilich Tchaikovsky, más conocido por su ‘Lago de los cisnes’, y por la activista política Emmeline Pankhurst, una de las adalides del voto femenino que cuenta con calle en el Actur, junto a Emilia Pardo Bazán. La sufragista es una de las escasas mujeres extranjeras con calle en la ciudad, un mérito que comparte con Virginia Woolf (algo más fácil de pronunciar aunque las ‘oo’ y la ‘u’ generen dudas) o con la uruguaya Juana de Ibarborou. Es curioso comprobar cómo apenas el 19% de las calles de la capital tienen nombre de mujer -extremo que se va a tratar de compensar con las próximas propuestas- y, también, cómo algunas grandes científicas como Marie Curie no tienen calle, aunque la Nobel polaca sí tiene colegio.

En la web del archivo municipal se puede rastrear el origen de muchos nombres de calles.
En la web del archivo municipal se puede rastrear el origen de muchos nombres de calles.
Heraldo

En el caso de Tchaikovsky, nombre que muchos aciertan a pronunciar pero corren riesgo de ictus si tratan de escribirlo, el músico es solo uno de los numerosos problemas que generan las direcciones de Rosales del Canal. Así como con el maestro Rodrigo no hay problema, cuando se trata de atender a las sinfonías de Antonín Dvorák, Felix Mendelssohn, Frédéric Chopin o Joseph Haydn la cosa cambia. “Para los nombres de personas, se procurará que sean cortos, claros e inconfundibles, pudiendo ir precedidos de la profesión si ésta supone una más clara identificación”, dice la nueva ordenanza municipal.

En el barrio vecino de Arcosur, consagrado como es sabido a los videojuegos, también hay nombrecitos que se las traen: Arkanoid o Los Sims (que algunos confunden con tarjetas de telefonía) no son términos de uso cotidiano para los nacidos antes de 1980.

Como suele decirse aquello de ‘mal de muchos, consuelo de tontos’, debe reseñarse que no solo los vecinos de Zaragoza se quejan de la complejidad de algunos de los nombres de sus calles, pues ha habido también protestas ciudadanas en Sevilla, Valencia o Madrid. En el barrio de Chamberí, la calle de Hartzenbusch no deja de dar problemas, mientras que a orillas del Turia es D’aben Al Abbar la que no se sabe muy bien cómo nombrar. De este estilo, en Zaragoza también hay unas cuantas pues en el callejero de Torrero figuran nombres de origen musulmán como los de Muza Ben Zeya o Al-Muqtadir, quien llevó a la taifa de Saraqusta a su máximo apogeo. Nayim, mucho más sencillo y contemporáneo, se salva de la quema.

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