Un altar desmontable entre faroles ferroviarios

El Portillo se convirtió hace 50 años en la primera estación con un espacio para el culto. Hoy, salvo en contados aeropuertos, apenas quedan este estilo de oratorios.

El vestíbulo de la antigua estación, con mural de Galdeano, en los años 80.
El vestíbulo de la antigua estación, con mural de Galdeano, en los años 80.
Heraldo

Bendición y expectación. Con estas dos palabras podría resumirse lo que se vivió hace justo medio siglo en la antigua estación del Portillo: fue la primera de España en contar con un servicio de culto religioso.

“Con actos llenos de sencillez y no exentos de emotividad se inaugura la capilla de la estación de ferrocarril, el primer lugar de culto católico que la Renfe ha creado en una estación de viajeros”, informaba HERALDO en 1973. La nueva estación apenas acababa de ser inaugurada (sobre la base de lo que antaño era el recinto del Santo Sepulcro), y aún se consideraba un lugar inhóspito y frío. Poco a poco fueron abriendo en su interior comercios y “cantinas”, y lo de la capilla fue una sorpresa, que se extendería después a otras estaciones ferroviarias.

La información de hace medio siglo con un detalle del altar.
La información de hace medio siglo con un detalle del altar.
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“Al principio se pensó en la capilla como un servicio para los empleados, pero después se acabó abriendo a todos los pasajeros”, explican quienes estuvieron involucrados en aquel proyecto. La idea original partió de la Hermandad de Ferroviarios, integrada por unos 400 trabajadores de Renfe (entonces, la empresa contaba con 90.000 empleados) y se dice que la construcción de la capilla en una de las salas del vestíbulo costó 30.000 pesetas (hoy serían uno 180 euros).

“El viajero, media hora antes de tomar su tren podrá cumplir, con el precepto”, decía orgulloso el arzobispo monseñor Cantero Cuadrado el día de la bendición. En realidad, la capilla era “reducida, funcional y simplicísima”. Constaba de un altar desmontable y una cruz grande de metal, diseñada con aires modernos por el escultor Iñaki. “Dos típicos faroles ferroviarios, con su luz verde y roja, ofrecen simbólicamente la vía libre y el prohibido al interior de una capilla en la que caben como máximo cien personas”, se lee en las crónicas de hace 50 años.

Las autoridades de la época observan una maqueta de la estación del Portillo.
Las autoridades de la época observan una maqueta de la estación del Portillo.
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La capilla nunca tuvo excesivo uso, si bien su oferta de misas también era limitada: a las cinco la tarde del sábado y las vísperas de festivos. Se tomó tal horario “de forma estratégica” porque era cuando más movimiento había en la estación con los Talgo a Madrid y Barcelona (con 600 pasajeros de media) y los ferrobuses a Tortosa, Teruel y Logroño, cuyo uso medio era de 300 pasajeros.

Antes de que dejase de usarse el Portillo (en mayo de 2003), el espacio de culto religioso ya se dedicaba a otros menesteres y, de hecho, en Zaragoza no se planteó la necesidad de hacer otro recinto semejante en la construcción de la estación Delicias. El aeropuerto de la capital aragonesa tampoco cuenta con capilla, aunque Aena -el gestor aeroportuario- sí mantiene activos espacios de culto en Tenerife, Barcelona o Málaga. En Barajas, sin ir más lejos, hay un capellán y tres capillas en las distintas terminales con advocaciones a la Virgen de Guadalupe, a Loreto y a Santiago Apóstol. Desde hace unos años, también, en las mismas instalaciones hay dos mezquitas y dos oratorios o salas multiconfesionales. El año pasado, de hecho, surgió una polémica por un bulo viral sobre el traslado de la capilla católica al sótano mientras el espacio musulmán permanecía en la planta principal.

De vuelta a Zaragoza y el Portillo, cabe añadir como curiosidad que en la antigua estación, la que hoy queda junto al Caixaforum, se estrenó también en 1974 un buzón de Correos “con recogida cuatro horas antes de salir los trenes”. Entonces fue también toda una novedad, se le llamó “buzón de urgencia” y resultaba muy útil en un momento en el que el fax tardaría en popularizarse aún.

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