"No sabía que aquí antes había una ermita dedicada a San Blas"

Cientos de zaragozanos acuden este viernes a la iglesia de San Pablo para honrar al santo y comprar bizcochos y roscones bendecidos.

Las mesas con dulces se han dispuesto en la plaza de San Pablo.
Las mesas con dulces se han dispuesto en la plaza de San Pablo.
Heraldo

“Roscones, rosquillas, obleas, barquillos, galletas… Todo bendecido”, se escuchaba este viernes por la mañana a las puertas de la iglesia de San Pablo, donde se han desplegado una decena de puestos ambulantes con viandas muy propias de la festividad de San Blas. Hoy es un día grande para los vecinos del Gancho y para muchos otros zaragozanos que le tienen “fe ciega” a San Blas y al que le piden “como intercesor contra las enfermedades de garganta y otras dolencias”.

El párroco de San Pablo, Santiago Fustero, tiene en esta fecha una agenda apretada: hasta celebra nueve misas en honor de San Blas. En horario vespertino aún quedan por las eucaristías de las 17.00, 18.00, 19.00 y 20.00. En el altar de la iglesia se ha colocado un valioso relicario, si bien los fieles no pierden oportunidad de hacer fotos también al retablo que queda a la vista, en una capilla lateral, nada más acceder al templo.

“Yo no sabía que aquí había una ermita antes dedicada a San Blas. Lo acaba de contar el párroco. La iglesia de San Pablo antes del siglo XIII (de 1266, concretamente) se llamaba de San Blas”, se sorprendía Lourdes Blázquez, mientras hacía fila ya para abandonar el templo. “He venido porque en estas fechas tan frías siempre carraspeo por más bufanda o pañuelo que lleve. He convertido en tradición pedirle al santo por la protección de la garganta”, añadía esta vecina de Las Fuentes.

Efectivamente, Fustero fue relatando a lo largo de la mañana lo que se sabe del obispo armenio que se supone que ejerció la medicina allá por el siglo IV. “Su historia aparece vinculada al mundo rural. En distintos documentos se habla del mártir también como protector de los animales domésticos y ‘propiciador’ de las cosechas, esto es por lo que se bendicen también las semillas”, contaba.

El busto relicario se ha colocado en el altar mayor del templo.
El busto relicario se ha colocado en el altar mayor del templo.
Heraldo

El interior de San Pablo es esta jornada un continuo ir y venir de fieles y, en más de una ocasión, ha habido que pedir silencio por la megafonía para tratar de poner algo de orden. A las puertas se han instalado vallas para evitar que se hicieran largas filas y también se invitaba a los presentes a salir del templo por la puerta trasera, la de la calle -precisamente- de San Blas. “Ay, ahora tendré que dar la vuelta para comprar un roscón en la plaza. Como vuelva a casa sin roscón, mis hijos no me abren la puerta”, bromeaba Julián Osés tras visitar el retablo con una talla gótica del siglo XIV. A pocos metros de esta imagen se venera una reliquia -un dedo- del santo, que ha sido objeto de devoción “desde hace nueve siglos”.

“Siempre vengo por San Antón, con todos los animalicos, y repito para San Blas. También tengo previsto ir el domingo al Portillo, para celebrar Santa Águeda, ya ves que no me pierdo una…”, decía Reyes Girao, al tiempo que expresaba su predilección por este tramo del calendario. “No, no, dulces no tomo, que tengo el azúcar alto y ya sería el acabóse”, le explicaba a una de las vendedoras de barquillos y obleas, que despachaba a destajo bolsas con dulces e, incluso, de cuando en cuando, sacaba roscones de una neverita portátil instalada en la plaza.

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