tribunales

La madre que evitó ser asesinada por su hijo: “Todo eran riñas, insultos, chillidos. Vivíamos con terror”

La madre de Héctor López, acusado del asesinato de su padre y de atacarla a ella con la misma navaja, relata al jurado que la convivencia diaria consistía en chillidos, menosprecios e insultos. 

Juicio con jurado contra el acusado por asesinato en La Almozara.
Juicio con jurado contra el acusado por asesinato en La Almozara.
Francisco Jiménez

Los padres de Héctor López, de 42 años, vivían atemorizados por su hijo. Su madre, en una desgarradora declaración, ha relatado al jurado la vida de reproches, insultos, malos tratos verbales, broncas, chillidos, exigencias y menosprecios que les hacía su hijo. El único periodo de sosiego que tuvieron fueron las pocas semanas que pasaron en su apartamento de la playa de Castellón antes de que su vástago les llamara para pedirles que volvieran a Zaragoza porque estaba “malísimo” y los médicos no le hacían caso. 

Como hacían siempre, acudieron en su ayuda sin saber que el padre, José Javier, perdería la vida en el intento, pues al poco de llegar a casa lo asesinó con 56 navajazos. También atacó a la madre y le asestó seis cuchilladas, pero la mujer pudo salir del domicilio y pedir ayuda. “Antes de cerrar la puerta me dio un fuerte empujón y casi me tira por las escaleras”, ha dicho, ignorando en ese momento que lo que le había dado era un navajazo por la espalda.

“Todo eran riñas, insultos, chillidos. Nos echaba la culpa de todo. Decía que lo queríamos tener bajo nuestro yugo y cosas así”, ha declarado la mujer, de 67 años. La convivencia era muy mala, muy difícil. “Hacía lo que le daba la gana y todo le sentaba mal. Si hacía la comida pronto porque era pronto, y si era más tarde porque era tarde. Si comprabas algo y no le gustaba, mal. Exigía lo que quería, el danacol, el zumo o las ciruelas, en verano o en invierno…, todo era así y con discusiones continuas”, ha manifestado. No les dejaba entrar en su habitación ni para limpiar. “Nos lo había prohibido y si estaba la puerta abierta no podíamos ni mirar. Una vez pintamos la casa y no permitió entrar a los pintores a su cuarto”, ha dicho. En esa habitación la Policía encontró decenas de botellas de alcohol vacías.

Héctor López estaba todo el día en casa porque no se relacionaba con nadie y tampoco trabajaba. Sus padres lo mantenían, pagaban su sustento y las bebidas que consumía a la semana. “Le comprábamos siete tetrabrik de vino y una botella de whisky”, ha dicho. “¿Y si no lo hacían?,” ha preguntado la fiscal, Nieves Zaragoza. “Entonces era horrible, empezaba a discutir y decir cosas hasta que se lo comprábamos”, ha contestado. Esas ‘cosas’ eran palabras ofensivas que el matrimonio encajaba con dolor y resignación: “Mala madre, lerda, rastrera, mujerzuela. Eran continuas ofensas”, ha relatado entre llantos incontenibles.

En contra de lo que el acusado de asesinato declaró el día anterior, en el sentido de que sus padres no querían ayudarle a dejar de beber y los culpó de su alcoholismo, su madre ha contado que le concertaron citas con médicos o con Alcohólicos Anónimos a las que, o bien no se presentó, o acudió solo una vez. “Los profesionales de la asociación nos propusieron venir a casa para hablar con él, pero dijo que no les iba a dejar entrar”, ha explicado.

La mujer, muy afectada, ha recordado como ha podido el día del crimen. Ha contado que regresaron de la playa y ella y estaba muy nerviosa por lo que les había dicho el hijo. Llegó cansada tras haber conducido y se acostó pronto. Nada más llegar hubo reproches: “Que bien estáis en la playa, eh?”.

Su marido se quedó en el salón con Héctor viendo un partido de fútbol. Un fuerte golpe la despertó: “Pensé que era la mesita del salón. Fui y estaba cerrada la puerta y, al abrirla,  mi hijo estaba encima de mi marido, sujetándolo por el cuello con un brazo y dándole golpes con la otra mano en el cuello. Cuando me vio se sorprendió, le vi la cara desencajada, rabioso, fuera de sí. Se levantó como un resorte y vino hacia mi”, ha declarado. No se percató de que llevaba una navaja hasta que se dio la vuelta y se dirigió hacia ella. Tras herirle seis veces, el criminal se resbaló en un charco de sangre y cayó al suelo, momento que la víctima aprovechó para abrir la puerta, salir al rellano y pedir ayuda.

Mientras llegaba la Policía, Héctor López se duchó y cambió de ropa. Los agentes forzaron la puerta, entraron y lo encontraron vistiéndose. “Ellos me han arruinado la vida y yo se la he arruinado a ellos”, dijo a los policías. Cuando esto ocurría, su padre agonizaba en el suelo de la habitación y fue auxiliado por uno de los funcionarios, que le taponó las heridas del cuello. Los sanitarios lo encontraron aún con vida, pero no pudieron hacer nada por salvarle. 

La hermana del acusado, con quien no se hablaba porque "la odiaba", ha declarado también este martes. Ha reconocido que sus padres le ocultaban lo que sucedía, para protegerla, aunque sabía que bebía porque un día, hace cinco años, su propio hermano se lo dijo. Fue la vez que la llamó para hablar con ella y lo primero que le dijo es si había devuelto a sus padres el dinero que le dejaron para la entrada del piso. "Me di cuenta entonces de que eso era uno motivo de reproche hacia mis padres", ha dicho, aunque delante de ella sus progenitores "disimulaban". 

La relación entre ellos siempre fue mala porque Héctor López pensaba que ella era la "mimada" y a él no le hacían caso. "Nunca hemos tenido una relación de hermanos, ni de pequeños", ha declarado. Esa fue una de las razones para que se emancipara con 24 años. La mujer ha detallado que hacía varios años que no pisaba la casa familiar por un incidente ocurrido durante una Nochevieja. "Cuando me estaba arreglando para a salir me tiró un vaso con agua a la cara. 'No te preocupes, que no es ácido sulfúrico", me dijo. Tanto ella como su madre están en tratamiento psicológico desde el día de los hechos.

El juicio continuará este miércoles con los informes forenses. Los abogados José María Lumbreras y Luis Márquez, en nombre de la madre y hermana del enjuiciado, solicitan la prisión permanente revisable, mientras que la Fiscalía pide una condena de 39 años y la defensa, a cargo de Alba Vicente, plantea la absolución por trastorno mental y su ingreso en un centro de salud mental. 

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión