inmigración

Éxodo de nicaragüenses a Zaragoza: "El que no está de acuerdo con el Gobierno es considerado traidor y golpista"

Los inmigrantes del país centroamericano constituyen la segunda población extranjera más numerosa, por detrás de la de Rumanía. La crisis sociopolítica que atraviesa la nación explica la cifra: 9.731 residentes.

Uno de los nicaragüenses llegados recientemente a Zaragoza huyendo de la represión política.
Uno de los nicaragüenses llegados recientemente a Zaragoza huyendo de la represión política.
Oliver Duch

Pedro -nombre ficticio por temor a represalias- nunca imaginó tener que salir un día de su amada Nicaragua. Con 43 años y médico especialista de profesión, era de los que no viajaba al extranjero ni en vacaciones de lo a gusto que estaba en su tierra natal. Ahora, la situación ha cambiado: desde noviembre vive en Zaragoza y es uno de los miles de nicaragüenses que han abandonado el país por la crisis sociopolítica que atraviesa.

El éxodo nicaragüense tiene su origen en 2018, cuando ataques armados contra manifestantes antigubernamentales dejaron, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, al menos 355 muertos, de los cuales el presidente Daniel Ortega (en el poder desde 2007) recientemente admitió más de 300 tras cuatro años de fijarlos en 200. Desde entonces, más de medio millón de nicaragüenses han dejado la nación para establecerse principalmente en Estados Unidos, Costa Rica y España, entre otros países.

La capital del Ebro es una de las ciudades españolas donde los nicaragüenses se sienten "como en casa", tal y como destaca Lester Gaitán, vicepresidente de la Asociación de nicaragüenses en Aragón (Asocnica), que habla de una segunda oleada. "La primera fue hace 18 años -cuando yo llegué a Zaragoza-. Vinimos gente mayor y la salida de Nicaragua tuvo que ver con una crisis económica; ahora se trata de gente joven, estudiantes y profesionales que lo hacen por la situación sociopolítica y la inseguridad ciudadana", explica.

Según los últimos datos (noviembre de 2022) del padrón  del Ayuntamiento de Zaragoza, la población nicaragüense es la segunda más numerosa, por detrás de la de Rumanía. En concreto, 9.731residentes proceden del país centroamericano, lo que supone un aumento de 1.844 personas respecto a las cifras de principios de año. Gaitán subraya que están integrados en la ciudad. "La lástima es ver a tantos profesionales con carreras que no tienen posibilidades de trabajar; da pena que desperdicien sus profesiones por no poder ejercerlas. Con el tema del asilo hay muchas trabas y protocolos", apunta.

"La lástima es ver a tantos profesionales con carreras que no tienen posibilidades de trabajar"

También Imara Martínez, coordinadora del 'espacio azul y blanco' de nicaragüenses en el exilio en Zaragoza, alude a la dificultad para acceder a las citas de migración, entre otros  hándicaps. "Nos constituimos para brindarles ayuda e información. Sigue saliendo mucha gente porque la situación económica y política está peor. La represión de una dictadura es cada vez más atroz. Todo el mundo está controlado ahí; a cualquiera lo persiguen, lo presionan en los trabajos, lo encarcelan... Son centenares las ONG que están canceladas", denuncia. En su caso, abandonó Nicaragua hace 6 años por su "activismo político y social". "Me vi presionada a salir. Soy médica y tenía prohibido entrar en el hospital en el que trabajaba en el departamento de León. Soy una persona feminista, defensora de los derechos humanos y participaba en organismos democráticos", cuenta.

Tanto Imara como Pedro resaltan poder vivir en un país libre donde expresar lo que piensan sin temor. "Desde que llegué acá he respirado aire de libertad. Estoy muy agradecido a poder estar en Zaragoza. En mi país, todos los trabajadores del Estado son obligados -lista en mano- a participar en todas las actividades en pro del frente sandinista. El que no lo hace es despedido y empieza el hostigamiento. El que no está de acuerdo con el Gobierno y no participa en sus actos es considerado traidor y golpista", informa este último, que reside en la ciudad aragonesa junto a su mujer (ella llegó el pasado febrero).

De Costa Rica a España

Pedro -pendiente de la solicitud de homologación de su título en Medicina y de que le concedan asilo político- relata que en 2017 renunció a trabajar en un hospital, "de referencia nacional", después de "un encontronazo" con la dirección del mismo. "El Gobierno controla todo y nos obligaban a callar y no contar que no había tratamientos médicos. Hubo gente que falleció por su falta... Con el estallido social de 2018, me sumé a las protestas y después me exilié a Costa Rica ante la represión que hubo. En 2019 regresé ante el anuncio de la supuesta amnistía, pero comenzó la persecución contra las personas que se habían exiliado. Y decidí volver a Costa Rica con mis dos hijos; a mi esposa no le molestaron porque dijo que nos habíamos separado", afirma este nicaragüense, que vino a España tras comprobar que San José tampoco era una opción de vida. "Me sentí perseguido; siempre hay activistas del Gobierno (de Nicaragua) cuyo objetivo es perseguir a opositores", añade.

A él le encantaría poder regresar a su país, algo que solo contempla si antes dejan el poder la familia Ortega y su cúpula. Mientras, desearía poder trabajar de médico en Aragón. "Zaragoza es un lugar pacífico, donde se respetan las leyes y a las personas. No hay imposiciones de nada; eso es lo que más duele. En Nicaragua hay desapariciones masivas, asesinatos y un exilio jamás visto. La gente sale por miles a diario. Hay un adoctrinamiento de la población", remarca. Mientras, sus hijos continúan viviendo en Costa Rica.

"Zaragoza es un lugar pacífico, donde se respetan las leyes y a las personas. No hay imposiciones de nada; eso es lo que más duele"
"Aquí tú puedes hablar y nadie te va a llevar presa por dar tu opinión"

Por su parte, A. L. -de 39 años- está en Zaragoza desde el pasado 9 de septiembre y en su país han quedado sus dos hijos adolescentes. Salió de Nicaragua vía terrestre por Costa Rica aprovechando un permiso de vacaciones. "Trabajaba en la Administración del Gobierno y dejé mi carta de renuncia debajo de la mesa con fecha 9 de septiembre, ya fuera del país", recuerda.

Ella trata de no ver las noticias que llegan del otro lado del Atlántico para que su mente no se "sugestione" con noticias negativas y habla de opresión y cansancio del pueblo nicaragüense. "Es muy triste lo que está pasando en mi país. Va a terminar habiendo una guerra para sacar a la familia Ortega Murillo (del poder). Como trabajadora del Gobierno te exigen hacer cosas que sabes que no están bien y tenemos que estar a disposición de lo que ellos dicen. Si comentabas que eso no estaba bien o que no iba acorde según la ley, te mandaban a una cárcel. He visto cosas (personas encarceladas injustamente, robos, violencia y abusos) y no lo soporte más", afirma. Al mismo tiempo, habla de salarios "bajísimos" frente a una cesta básica alimentaria "muy alta". "El Ejecutivo no hace nada, más que enriquecerse él mismo", sostiene.

Llegar a Aragón ha sido como si se quitara "una carga de encima" y está como refugiada, a la espera de que le concedan el asilo político. "Aquí tú puedes hablar y nadie te va a llevar presa por dar tu opinión. Tenemos libertad de expresión y democracia, cosa que en mi país no se conoce. Una vez que sales ya nos consideran traidores a la patria", concluye.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión