Un San Valero que iba a ser de piedra y al que costó encontrar acompañante

El escultor Pablo Serrano convenció al Ayuntamiento para que le dejara hacer su obra en bronce. El Ángel Custodio que completa el conjunto causó cierto estupor en la época.

El boceto original de Serrano, la figura misteriosa y la estatua del Ayuntamiento.
El boceto original de Serrano, la figura misteriosa de los fondos municipales y la estatua del Consistorio.
H. A.

Con su imponente presencia es imposible que pase desapercibido. Sin embargo, a fuerza de verlo un día sí y otro también es cierto que no se presta suficiente atención al grandioso San Valero que esculpió Pablo Serrano para las puertas del Ayuntamiento de Zaragoza. Esta semana, en vísperas de la celebración del patrón de la ciudad, muchos vecinos vuelven su mirada hacia las representaciones del obispo de las que -ojo- hay hasta media docena repartidas por la plaza del Pilar.

Fue en 1964 cuando Pablo Serrano recibió el encargo de hacer una gran estatua para decorar la entrada del magno edificio consistorial -sin duda, el mejor palacio municipal de toda España, se decía en la época- que se estaba construyendo. El artista de Crivillén hizo no pocos bocetos y pequeñas pruebas en escayola antes de dar con la imagen definitiva. Se cuenta en HERALDO junio de 1964 que hasta el último momento, la mano del patrón que no porta el báculo estaba extendida hacia la plaza, pero finalmente el escultor decidió elevarla acaso como gesto de advertencia. “Los brazos extendidos y levantados hacia adelante le permiten que los pliegues de la tela creen unos fuertes claroscuros, potenciando la fuerza del gesto del santo, cuyo rostro acentúa la rudeza del personaje”, explican los expertos en arte. Rafael Ordóñez Fernández apunta a que la postura y la gestualidad “trae a la memoria las arrebatadas premoniciones del profeta Baruch, lejano precedente en la obra del propio Serrano, y todavía más el casi mítico y seminal antecedente del gran profeta, del inconmensurable Pablo Gargallo”.

De vuelta a 1964 y a las obras del nuevo edificio consistorial, después de interminables décadas de verjas y andamios, el Ayuntamiento quería ofrecer una imagen moderna en su recibidor para lo que acordó el encargo de un conjunto de esculturas para la fachada principal. Una tenía que ser de San Jorge y la otra del ángel protector de la ciudad. Cuentan que también se encargó, durante el mandato de Luis Gómez Laguna, un gran escudo de Zaragoza y un par de ángeles para el reloj proyectado en la fachada.

HERALDO en 1965 se hacía eco del estreno de las monumentales figuras.
HERALDO en 1965 se hacía eco del estreno de las monumentales figuras.
Heraldo

Serrano se hizo cargo de las esculturas monumentales, si bien se cambió a San Jorge por San Valero. Lo que en principio no debía despertar mucha controversia sí fue objeto de discusión en su época porque se especuló con que, en lugar de ir acompañado del Ángel Custodio, se debería completar el conjunto con San Braulio -iconográficamente muy similar a San Valero- o con Santa Engracia, también patrona de la ciudad.

También controvertida fue la decisión de en qué material esculpir la gran pieza, pues Serrano tuvo que defender su elección del bronce frente a la piedra tallada preferida por el Ayuntamiento. El artista considera que los efectos buscados con los entrantes y salientes de los volúmenes “quedarán desdibujados por la porosidad de la piedra, frente a la ductilidad que le permite el trabajo del bronce”. El criterio de Serrano fue finalmente respetado como se explica en la exposición ‘La conquista del espacio’, que aún permanece en el Museo Pablo Serrano y donde puede admirarse uno de los bocetos en escayola, a escala, de la estatua.

El San Valero se inauguró sin grandes fastos en junio de 1965 y en septiembre llegaría el turno del Ángel Custodio, que tiene un rostro algo más dulce y sostiene en sus manos la maqueta de la ciudad. Ambas estatuas superan los 4 metros de altura y están colocadas sobre un pedestal de 123 centímetros, lo que les da aún mayor monumentalidad.

El día del estreno de San Valero se dice sutilmente en el HERALDO que la estatua “ha suscitado muchos comentarios” y “está causando extrañeza y una gran curiosidad por lo personal del estilo”. También se habla del problema que plantea “buscar otra estatua idónea para enfrentarla a San Valero” y se solicita que sea “vigorosa y de fuerte contraste”. Finalmente se mantuvo la opción del Ángel Custodio, del que se dice que es una “advocación protectora muy frecuente en ciudades del ámbito mediterráneo” y que durante siglos ha sido objeto de devoción a orillas del Ebro.

El alcalde Horno Liria junto a la imagen que obsequiaba el Ayuntamiento.
El alcalde Horno Liria junto a la imagen que obsequiaba el Ayuntamiento.
Heraldo

Entre los fondos patrimoniales que guarda el Ayuntamiento de Zaragoza en sus instalaciones del antiguo cuartel de Pontoneros figura también un pequeño San Valero, del que se dice que es una “versión reducida del realizado por Pablo Serrano” y no se conoce bien ni la fecha ni la autoría. Es una figura de bronce a cera perdida que, según explican fuentes municipales, pudiera haberse utilizado como obsequio o como detalle de la institución en un momento dado. De hecho, hay fotografías en el archivo que así lo acreditan, como la que acompaña estas líneas y en las que se ve al exalcalde Luis Horno Liria entregado una pequeña capilla con una imagen de San Valero a un antiguo regidor de Salamanca. Según explica Marga Vela, del área municipal de Patrimonio, antes era habitual que se utilizaran réplicas y reproducciones de los fondos artísticos del Consistorio para agasajar por parte de Protocolo a los visitantes ilustres de la ciudad. La pieza de Pontoneros quizá sea, por tanto, una de estas pequeñas capillas (apenas mide 36 centímetros de altura), pues por la tosquedad de su factura y ejecución no parece salida de la gubia de Serrano.

Como se ha dicho, del santo cuya onomástica se celebra el próximo domingo hay muchas más representaciones en la plaza de Pilar. Sin ir más lejos, se le puede ver en la cornisa de la fachada de la basílica, en una obra de Antonio Torres Clavero. Esta gran estatua se colocó en 1952 junto a otras siete grandes efigies de santos aragoneses como el propio San Braulio que, como se ha dicho, puede parecer indistinguible del obispo cesaraugustano que tuvo como diácono a San Vicente Mártir. En la Seo también hay varias imágenes de San Valero: una talla en madera del siglo XVI, un par de pinturas barrocas y, por descontado, el busto relicario de finales del siglo XIV que conserva las reliquias. Por último, como curiosidad, otra de las obras escultóricas más apreciadas de la plaza del Pilar también es de Pablo Serrano: se trata del retablo, esta vez en piedra caliza, de la Venida de la Virgen completado en 1969.

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