zaragoza

Cuando el hogar deja de ser un lugar conocido

El área de Acción Social del Ayuntamiento inicia el proyecto ‘Reencuentros’ para proporcionar acompañamiento en los procesos de reagrupación familiar de inmigrantes.

Laura Arguedas, Olga Pineda, Joaquín Royo, Ángela Guisado y Jesús Alviano, en la Casa de las Culturas.
Laura Arguedas, Olga Pineda, Joaquín Royo, Ángela Guisado y Jesús Alviano, en la Casa de las Culturas.
Guillermo Mestre

Es una mujer fuerte y resiliente, que ha sido capaz de sacar a su familia adelante en un contexto extremadamente complicado. Una madre coraje, como tantas que se han tenido que enfrentar a la situación de emigrar a otro país lejos de sus hijos para ganarse la vida. Pero el proceso no ha sido ni mucho menos fácil. Olga Pineda viajó de su Ecuador natal a España en 2003, y lo hizo para quedarse. Aunque entonces no lo sabía. Y mucho menos era consciente de todo el tiempo que debería estar lejos de su tierra y apartada de los suyos.

No volvió a reunirse con toda su familia hasta 2007, cuando superó el proceso de reagrupación y logró llevar con ella a Zaragoza a sus tres hijos y a su marido. De los años anteriores, recuerda ahora la sensación de soledad y lo volcada que estaba en trabajar «mañana, tarde y noche». Sobre todo, para no pensar. Para no dejarse llevar por la tristeza. «No quería salir porque muchas veces veía a un niño y se me saltaban las lágrimas. O a una pareja tomada de la mano», rememora Olga. Pero a pesar de todo era consciente de que no era la única en esa situación: «Los móviles entonces casi no se utilizaban pero había muchos locutorios y constantemente entraba a uno y salía llorando. Y veía a muchas madres igual, era de película».

Tras tres años así, todo lo que deseaba era volver a ver a su familia. Pero cuando por fin pudo hacerlo el golpe de realidad fue «duro». Porque después de ese tiempo separados, para los niños el cambio fue muy difícil. Todavía ahora asegura que tiene «en el cuerpo» la sensación que le dejó ese primer abrazo. Porque lo sintió «vacío». Porque sus chicos, de 7, 12 y casi 18 años, no se adaptaban. Sufrían porque echaban de menos su vida en Ecuador, todo lo que hasta entonces conocían.

«Yo tenía miedo al rechazo y no les daba el apoyo que necesitaban. Estaba empeñada en trabajar porque tenía que pagar un piso y mi esposo no trabajaba todavía», cuenta Olga, emocionada. Los primeros meses, tenían que sobrevivir. Tanto es así que tuvieron que pasar un tiempo durmiendo los cinco en una habitación para alquilar las otras dos que tenía el piso. Y todo aquello aún complicó más la adaptación de sus hijos.

Fue, recuerda, como si la lanzaran al mar sin saber nadar y tuviera que apañárselas para salir a flote. Lo hizo. Los cinco lo hicieron. Aunque sin ninguna ayuda. Y eso es lo que espera que ahora sea diferente para el resto de familias. Por eso Olga, que también es presidenta de la Asociación Cultural Ecuatoriana El Cóndor, ha sido una de las personas que ha ayudado, con su experiencia, a poner en marcha el programa ‘Reencuentros’, impulsado por el Ayuntamiento de Zaragoza y que busca proporcionar acompañamiento en este difícil proceso.

A través de la Casa de las Culturas, el objetivo es paliar el fracaso migratorio que se produce en los niños y jóvenes –especialmente en edades más próximas a la adolescencia– que no han dejado su país por decisión propia, sino de sus madres y padres, y que se encuentran de bruces con los problemas derivados de la frustración, la ausencia de redes sólidas y las dificultades académicas y las que tienen sus progenitores para conciliar.

El equipo está formado por la educadora Laura Arguedas, la psicóloga Ángela Guisado, y Joaquín Royo y Jesús Alviano, que se encargan de elaborar los informes de vivienda, el primer paso que deben dar las familias para iniciar los reagrupamientos y lo único que hasta ahora se facilitaba en el centro municipal, y de aportar información. Se trata de un proyecto «preventivo», según explican, que busca ayudar a «recomponer» la relación familiar que la distancia y los años han deteriorado.

Para empezar, se está trabajando con familias latinoamericanas para salvar la barrera del idioma, pero se quiere ampliar a otras nacionalidades. Como Olga, en este caso suelen ser las mujeres las que dan el primer paso y las que tienen luego que lidiar con esta problemática. Pero a partir de ahora podrán hacerlo acompañadas.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión