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"Ella tenía 12 años y él 17, pero ambos se veían como una pareja normal, como un matrimonio"

La Audiencia de Zaragoza decidirá si un joven cometió un delito de abusos sexuales y si debe ser castigado a diez años de prisión. 

El acusado, A. A., durante el juicio en la Audiencia Provincial de Zaragoza.
El acusado, A. A., durante el juicio en la Audiencia Provincial de Zaragoza.
Oliver Duch

Se conocieron por Instagram cuando ella tenía 12 años y él, 17. Se enamoraron e iniciaron una relación que no solo incluyó sexo desde el principio, sino consumo de drogas, pequeños robos y prostitución ocasional para costearse los tóxicos y escapadas de casa y de centros de menores (de amparo y tutelados). Ella tiene actualmente 16 años y está viviendo en un centro para menores con trastornos de la conducta. Él, con 21, está cumpliendo pena en Zuera por delitos de hurto.  

Ahora el joven se enfrenta a una posible condena de hasta diez años de cárcel por abusar presuntamente de la que fue su novia durante cuatro años, ya que el Código Penal castiga con prisión a todo aquel que practica actos de carácter sexual con alguien menor de 16, incluso con su consentimiento. Lo único que podría librarle de la condena es que el tribunal considere que es una persona próxima a la menor por edad y parecido desarrollo o madurez física y psicológica, como podría ser este caso, según las profesionales que lo examinaron. 

"Su nivel de madurez no le permite asumir el concepto de consentimiento ni es consciente ni ve peligro en tener relaciones con una menor. Ellos se ven como iguales", manifestó la psicóloga forense. Respecto a la chica, otra psicóloga la definió como "muy inmadura" en todos los sentidos indicó, lo que la "inhabilita" para saber las consecuencias de sus actos. "Ella lo consideraba un igual. No veía asimetría en la relación", dijo.

Con estas conclusiones, durante el juicio celebrado este martes en la Audiencia Provincial se puso de relieve que Marta (nombre supuesto) y A. A. son el producto de unas vidas marcadas por carencias familiares y afectivas, desarraigo, fracaso escolar, consumo temprano de drogas y conductas de riesgo. 

La relación acabó en julio de 2021 cuando, al volver Marta al centro de menores de su última escapada, la tutora descubrió que tenía moretones en el cuello y hematomas en los brazos y tórax. La responsable, como trabajadora del Gobierno de Aragón, denunció los hechos ante la Guardia Civil.

La menor, que en ese momento tenía 15 años y le faltaba un mes para cumplir 16, fue interrogada por el juez instructor y el representante de la Fiscalía. Ese día, de manera espontánea, relató que A. A. no era su novio, sino su ‘marido’, porque se habían casado delante de dos amigos por el rito gitano. "¡Pero eras muy pequeña!, le dijo entonces el fiscal. ¿Ibais al cine? ¿Qué hacíais?". "¡Pues una relación de novios, co!". Y al insistir en qué consistía la relación, la menor respondió enfadada: "No me toques los... ¡Nos considerábamos una pareja normal! ¡Un matrimonio!". Además, añadió que antes de conocer a A. A. ya había tenido relaciones con otros chicos, igual que él con otras chicas.

Cuando en julio de 2021 prestó esa declaración Marta insistió en que seguía siendo novia de A. A., que sus relaciones eran voluntarias. El interrogatorio terminó con insultos al juez y al fiscal y, al poco tiempo, escapándose de nuevo del centro de menores. Este martes,  sin embargo, matizó por primera vez que "todas" relaciones habían sido con su consentimiento menos la "última vez".

"Me fugué del hospital y quedé con él en Ejea. Quedamos en la estación. Juntamos cinco euros o menos para una raya de ‘speed’. Me di cuenta de que todo estaba mal. Yo me sentía manipulada y cada vez que él quería droga yo tenía que robar o zorrear con abuelos", declaró. Añadió que se acuerda de pocas cosas de entonces porque su vida consistía en "porros, rayas y follar". Aseguró que ese día A. A. la llevó a una zona boscosa, ella no quiso tener relaciones y él la forzó. Dijo que le hizo "mucho daño" y que no podía moverse porque iba hasta arriba de drogas. Explicó al tribunal que no lo había contado antes porque estaba "enamorada", pero ahora, "ya no".

"No me imaginaba que nuestra relación acabara en un juicio" 

Mientras Marta declaraba todo esto, A. A. negaba con la cabeza e intentó hablar, pero el presidente de la Sección Tercera, José Ruiz Ramo, le dijo que tendría su oportunidad en el uso de la última palabra. "Jamás la he manipulado. Yo la considero mi mujer, no le haría daño jamás. Estoy muy dolido. No me imaginaba que nuestra relación acabara en un juicio", manifestó llorando.

La fiscal solicitó una pena de diez años de cárcel, aunque recordó al tribunal las conclusiones de las psicólogas sobre la madurez de los protagonistas de esta historia. La abogada defensora de A. A., Ana Ruiz, pidió su absolución al entender que no hay pruebas de los abusos ni de violencia ni superioridad y señaló que en la cárcel se está rehabilitando, está aprendiendo un oficio y ha dejado las drogas. "Marta es una víctima pero no de su pareja, sino de las circunstancias en las que le ha tocado nacer. El acusado no puede ser víctima de las circunstancias de Marta", indicó la letrada.

La vista oral se reanudó este martes tras una abrupta suspensión de la vista oral acordada por el tribunal el pasado 20 de octubre, al detectar que la adolescente podría estar recibiendo alguna instrucción verbal.

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