feria del pilar

Perseguida (y exagerada) puerta grande de Ginés Marín

El extremeño destaca en un mal encierro de José Vázquez. Cayetano pasea una vuelta al ruedo y Téllez se va de vacío

Puerta grande para Ginés Marín
Puerta grande para Ginés Marín
Zúñiga y Toros SL

El que la sigue la consigue. Puerta grande al tesón de Ginés Marín. Salida a hombros perseguida –literalmente– ante dos toros huidizos, tan rajados como el conjunto de la corrida traída por José Vázquez, que le obligaron a mostrar la versión más despierta de su torería.

¿Cómo? Tirando de colocación y pulso, mucho pulso, para someterlos en la muleta y camuflar tanta mansedumbre declarada. ¿Por qué? Porque el presidente del festejo, José Antonio Ezquerra, no supo equilibrar la recompensa a dos faenas parejas.

En la primera, en la que sobresalieron un puñado de naturales sueltos y un pase del desdén que fue un cartel de toros, no llegó. Y en la segunda, que trajo el mejor toreo elemental sobre la mano izquierda, se pasó.

Con una oreja (generosa) y otra (de peso) hubiera valido. Qué necesidad de tanto protagonismo. Por la mañana es cuando hay que demostrarse a uno mismo… El encierro vino otra vez terciado y remendado. Toro feo y torero guapo. Más movimiento de corrales mientras se esperaba a Cayetano

Al madrileño también se le pidió con fuerza una oreja tras una labor fundamentada en la media altura, ante un toro noble que soportó el trasteo por el derecho y se puso protestón por el izquierdo.

El animal pedía mando, sometimiento, pero todo quedó en circulares, alardes y algún vistoso cambio de mano. Lo mismo que con el cuarto, un bastote al que Cayetano tampoco llegó a bajar la mano.

Inició con derechazos simples, con el toro yendo y viniendo, pasando y traspasando, hasta entender que el pitón bueno era el izquierdo. Tarde. El escaso poder del animal se había consumido. Se le pasó de largo entre desplantes mirando al tendido…

No fue el Téllez de Madrid

Y tampoco Ángel Téllez se entendió con los dos toros que saltaron sin el hierro de José Vázquez. Uno fue el anunciado a última hora de Juan Pedro Domecq, que lo prendió sin consecuencias graves cuando quería mostrar lo más puro al natural. El otro, Potrero, llevó la divisa de El Pilar como sexto sobrero de la feria.

Sin remate, sin culata, empujó más que el resto en el caballo y cantó la gallina antes de que Téllez le dijera «aquí estoy yo» con la muleta. Ocurrió al hilo de las tablas del 8. Y después en las del 6. Siempre en la querencia, siempre sin importancia hasta el golletezo final.

Nos quedamos sin ver a Ángel Téllez. Nos quedamos esperando al Téllez que crujió Madrid por naturales.

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