feria del pilar

Oreja a Sergio Rodríguez entre bostezos y vulgaridad en Zaragoza

Decepcionante novillada de Hoyo de la Gitana, por su juego y por lo que ofreció la terna que había enfrente.

Sergio Rodríguez pasea la única oreja cortada en la novillada de Hoyo de la Gitana.
Sergio Rodríguez pasea la única oreja cortada en la novillada de Hoyo de la Gitana.
francisco jiménez

Cristiano Torres en el tendido y tres toreros sin hambre, abajo. La novillada de Hoyo de la Gitana -pobre en presentación y tan descastada como manejable en su conjunto- se saldó con una oreja cortada por Sergio Rodríguez y bostezos, muchos bostezos, en consonancia a lo propuesto por Arturo Gilio y Jorge Molina.

Después de que estos dos no dijeran nada, el público quiso despertar con Rodríguez y el tercero. Solo así se explica que le pidieran las dos peludas tras una faena simple, de pases sueltos y sin terminar de bajar la mano, cuando por fin le encontró el aire al novillo de Quintas, un remiendo que fue lo mejor de la tarde. 

Sobresalieron varios naturales en los medios y una estocada en lo alto que valió un trofeo. Y hubiera cobrado otro, de no ser por su desacierto con la espada en el sexto. Sus paisanos avileses tenían preparado el pañuelo cuando pinchó una labor en la que, igualmente, tardó demasiado en atemperar las embestidas y llevar a su oponente metido en la muleta. 

El animal, alejado de lo que entendemos por un Santa Coloma de verdad, se dejó por ambos pitones y Rodríguez estuvo pinturero. Sin más, aunque muy por encima de sus dos compañeros de terna.

Molina, que a última hora sustituyó a García Pulido, está muy verde. Ante el primero, siempre estuvo fuera de cacho, entre banderazos y zapatillazos. Después, anduvo algo más templadito, pero siguió moviéndose más que los precios.

Gilio tampoco se pareció al que vimos Madrid, con la de Los Maños. Su primero pasó de largo. Luego expuso más. Quiso lucir al quinto en los medios, dándole sitio, pero el novillo acabó acortando su recorrido cuando vio salida en cada muletazo. El trazo siempre fue hacia afuera, sin vaciar las embestidas. Todo en contra de otro Santa Coloma que se rajó antes de tiempo.

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