iglesia católica

Los fieles arropan al nuevo obispo de Tarazona en su ordenación y abarrotan la Catedral

Vicente Rebollo ha mostrado su deseo de ser “el pastor que os merecéis y que necesitáis”. Unas 800 personas han asistido a la ceremonia.

El nuevo obispo de Tarazona, Vicente Rebollo, toma posesión de su cargo
El nuevo obispo de Tarazona, Vicente Rebollo, toma posesión de su cargo
Obispado de Tarazona

Los fieles han arropado al nuevo obispo de Tarazona, Vicente Rebollo Mozos, durante la emotiva y protocolaria ceremonia de su ordenación en la restaurada Catedral Nuestra Señora de la Huerta de la ciudad del Queiles. Unas 800 personas han llenado el templo en el primer ritual de consagración que se celebra en el mismo desde su reapertura en 2011 tras permanecer tres décadas cerrado para su restauración de la que aún quedan flecos.

Más de una veintena de arzobispos y obispos de todo el país y cerca de doscientos presbíteros, entre canónigos, vicarios y sacerdotes, de la Diócesis de Tarazona y otras aragonesas y de la archidiócesis de Burgos han participado en la celebración. Desde la cuna del Cid, donde el nuevo obispo ha ejercido durante 34 años, se han desplazado cuatro autobuses de amigos y vecinos y entre ellos una treintena de personas de su localidad natal, Revilla Vallejera, que han portado consigo un estandarte con el escudo del municipio que llamaba la atención entre los bancos de la nave central.

“Quiero hacer vida con vosotros y en vosotros mi lema el episcopal: ‘Amaos y entregarme para vosotros’. Espero ser el pastor que os merecéis y que necesitáis”, ha expresado con alegría en sus primeras palabras como ya obispo al término de la ceremonia. En su alocución ha apuntado que lleva ya 34 años entregado a la Iglesia “por caminos diversos, en circunstancias diversas, con mediaciones diferentes. Pero siempre con la certeza de que estaba anunciando el Evangelio, que tenía que ser buena noticia para todas las personas que me acompañaban, para mi prójimo”.

A lo largo de una celebración que se ha prolongado más de dos horas también ha intervencido el arzobispo de Zaragoza, obispo consagrante. Le ha recordado a Rebollo que asume una tarea de “mucha responsabilidad” en “estos tiempos recios que nos toca vivir por diversos motivos” y en los que va a tener que trabajar con “religiosos, laicos y mucha gente de buena voluntad”. Ha señalado que la labor a la que se enfrenta exige “una actualización constante de nuestro sí, a pesar de las dificultades tribulaciones que puedan surgir” y que se trata de vivir en “una actitud constante de entrega y de amor por todos, aprendiendo cada día a dar la vida por nuestra gente, caminando a su lado”.

Escribano ha tenido también palabras para las familias ucranianas que viven en el municipio, y que pudieron huir de la guerra gracias a la ayuda de vecinos turiasonenses, que fletaron dos autobuses para ir a recogerles a la frontera cuando huían de su país, y del obispado, y a los “damnificados” por los incendios de este verano.

A la guerra de Ucrania y a los desplazados a los que la diócesis ha abierto el seminario se ha referido también en otro momento del acto el que ha sido obispo de Tarazona durante durante 11 años y medio. “Queridos hermanos turiasonenses habéis saltado fronteras y peligros para socorrer a decenas de refugiados. Hemos sido capaces de poner en marcha la sinodalidad a la que el Papa Francisco nos llama pues hemos caminado juntos el Ayuntamiento, grupo de voluntarios y el obispado”, ha dicho Eusebio Hernández.

En su alocución también ha advertido al obispo entrante que llega a una “diócesis rural, pequeña de habitantes, de escasos recursos económicos y con las limitaciones que conlleva el envejecimiento de la población”, pero “rica de humanidad, de fraternidad, de sencillez y de esa espiritualidad que tanto añora el mundo de hoy y que no sabe descubrir”.

Hernández se ha despedido con el “corazón henchido” de experiencias y vivencias, entre las que ha mencionado el redescubrimiento del patrimonio cultural y artístico con la apertura tanto de la Catedral turiasonense tras tres década cerrada como de la Colegiata de Santa María de Calatayud. No se ha olvidado de la misión que la diócesis tiene en la ciudad boliviana de Cochabamba.

Un rito singular y emotivo

Eran las 10.45 cuando Rebollo llegaba caminando a la puerta de la catedral turiasonense acompañado por el Nuncio Apostólico de su Santidad, Bernardito Aúza; el arzobispo de Zaragoza, Carlos Escribano y su predecesor Eusebio Herández. En el pórtico, como manda el ritual, ha besado el ‘lignum crucis’ que le ha dado el Deán de la iglesia y ha rociado con agua bendita a las personas que seguían este acto con una sonrisa que iluminaba su rostro. A continuación, en la capilla de los Calvillo, donde estaba el Santísimo Sacramento, ha rezado unos minutos antes de encaminarse a la sacristía para revestirse.

La celebración ha dado comienzo con la procesión encabezada por los ministros portadores del incensario, la cruz y los criales, seguidos por los vicarios generales, cabildo de la Catedral, colegio de consultores, obispos y arzobispos. Después de la homilía a cargo de Carlos Escribano, el obispo ha permanecido tumbado durante la lectura de la letanía de los santos, uno de los momentos más singulares y emotivos de este rito. También ha recibido el anillo, la mitra y el báculo. Tras su entronización ha sido cuando se han escuchado aplausos de fervor. A partir de entonces, el ya nuevo obispo ha oficiado la eucaristía. A su término ha bendecido a los asistentes y ha recorrido la nave del templo antes de dedicar un buen rato a saludar a todos aquellos a los que a partir de ahora va a empezar a conocer más de cerca y que le han aplaudido en varias ocasiones.

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