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Un ‘olvido’ evita casi cien años de cárcel al sangriento clan zaragozano de los Sánchez Piquero

Los veteranos atracadores son absueltos de un atraco con rehenes al ser invalidados los pinchazos telefónicos y seguimientos GPS de sus vehículos.

Luis Sánchez Piquero, durante su detención en 2017 en su domicilio de Zaragoza.
Luis Sánchez Piquero, durante su detención en 2017 en su domicilio de Zaragoza.
Guardia Civil

Una investigación conjunta de los Mossos d’Esquadra, la Policía Nacional y la Guardia Civil, bautizada bajo el nombre de Gancho-Manteca, permitió detener a finales de 2016 al histórico y sangriento clan de los Sánchez Piquero, afincado en Zaragoza y especializado en asaltar bancos de forma violenta. Gracias a meses de intervenciones telefónicas, balizamientos GPS de vehículos, registros domiciliarios y otras pesquisas, se consiguió echar el guante a los hermanos José (66 años), Pablo (64 años) y Luis (54 años) Sánchez Piquero, así como a Manuel Bueno Plaza, el delincuente, ahora fallecido, con el que presuntamente habían perpetrado una oleada de asaltos en sucursales bancarias de toda España.

El Ministerio del Interior les atribuyó entonces hasta nueve golpes y celebró el éxito de un operativo que había permitido trabajar de la mano a tres cuerpos policiales: incluida la policía autonómica catalana. Sin embargo, aquel importante logro se está viendo empañado en los tribunales, que a la hora de celebrar los juicios por estos atracos se han visto obligados a invalidar el resultado de la mayoría de las pruebas por no haberse respetado los cauces procedimentales.

La última en pronunciarse ha sido la Audiencia Provincial de Cuenca, que ha tenido que aplicar el principio in dubio pro reo y absolver al clan de un asalto con armas de fuego y rehenes a una entidad bancaria de Motilla del Palanca. Fue un atraco rápido, de «entre 3 y 5 minutos», pero la Fiscalía pedía condenas que sumaban 92 años de prisión, así como una indemnización de 17.225 euros: el importe del botín.

Los hechos se produjeron sobre las 14.10 del 2 de junio de 2016, cuando dos individuos pertrechados con gorras y gafas de sol accedieron a la sucursal empuñando sendas pistolas y al grito de «¡esto es un atraco!» obligaron a los empleados y a los clientes a tirarse al suelo. Tras hacerse con el dinero, abandonaron la oficina y dejaron encerrados en la sala de la caja fuerte a siete personas, incluido un niño de 11 años.

El Audi que salió de Zaragoza

«No ha resultado acreditado que los acusados Luis, José y Pablo Sánchez Piquero hayan tenido participación en estos hechos», concluyen los magistrados. Y lo hacen atendiendo a las alegaciones efectuadas por una de las defensas, a cargo del letrado zaragozano Francisco José García Berenguer, quien mantenía que    las pruebas de cargo en las que se apoyaban el Ministerio Público y la acusación particular (Banco Santander) estaban viciadas, ya que no se habían respetado las exigencias legales.

El tribunal ha tenido que reconocer que tenía razón, ya que en la causa no constan las resoluciones judiciales que debían validar la instalación de dispositivos de seguimiento GPS en los vehículos de los acusados, ni los autos por los que se autorizaban los pinchazos telefónicos o los registros domiciliarios. A modo de ejemplo, recuerda la Audiencia de Cuenca que fue el balizamiento de un Audi A-6 de los investigados el que alertó de un desplazamiento sospechoso desde la capital aragonesa a Tobarra (Albacete), donde se perpetró uno de los atracos y pudo acreditarse la presencia de los hermanos Luis y José Sánchez Piquero.

El Ministerio Público explicó en el juicio que la colocación de dispositivos de seguimiento al coche fue autorizada por el Juzgado de Instrucción número 3 de Valls y el número 1 de Tortosa, que investigaban otros asaltos finalmente imputados al clan. Pero como no constan documentados en la causa dichos permisos, la Audiencia Provincial de Cuenca entiende que existe una laguna legal. «La consecuencia no es la nulidad de la prueba sino que no puede incorporarse como material probatorio en la presente causa el resultado obtenido», explica.

Al invalidar el resultado de pruebas como los seguimientos o las gafas y gorras que se hallaron en casa de los encausados, y como los testigos no pudieron identificarlos con plena seguridad, el tribunal reconoce que le surgen «dudas razonables» que le impiden condenar.

Dos de los tres hermanos ya están libres

El clan de los hermanos Sánchez Piquero, instalado en Zaragoza desde los años 80, pasa por ser uno de los más violentos y sangrientos de Aragón. Prueba de ello, el crimen que cometió en abril de 1994 Antonio Sánchez Piquero en la calle de Bolonia de la capital aragonesa. La víctima fue Jesús Rubio Alcaire, de 27 años y vecino de Burbáguena (Teruel). El joven iba con dos amigos y cuando se disponían a cruzar la calle un conductor les llamó gilipollas. Cuando ellos contestaron que por qué les insultaban, el vehículo se paró y de él se bajó Antonio Sánchez Piquero, quien, tras decirles que si iban de chulos para chulo él, se echó encima de Jesús Rubio como si lo abrazase y le clavó un cuchillo en el pecho que le partió el corazón.

Por su parte, José Sánchez Piquero estuvo  implicado también en un homicidio cometido en Navalcarnero en 1981 y en el asesinato del director de una sucursal bancaria de Valencia en 1985. También se le involucró en el de la policía municipal Carmen Muñoz García, de 62 años, cometido en el distrito madrileño de Usera de 2012 tras atracar una oficina de correos. Ahora, tras las últimas resoluciones judiciales, Antonio y Pablo Sánchez Piquero están ya en    libertad.

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