Emoción e intensidad en Ateca con la salida de los castillos humanos andantes

La ermita y sus alrededores volvieron a acoger una jornada de hermandad, que se trasladó al pueblo.

David Vicén ondeó el pendón entre aplausos y los acordes de la charanga local.
David Vicén ondeó el pendón entre aplausos y los acordes de la charanga local.
J. Macipe

Con olor a albahaca fresca, la Cofradía de San Lorenzo de Ateca volvió a conmemorar la festividad de su patrón con un intenso fin de semana de actividades. Entre las propuestas, que arrancaron el viernes, la más llamativa es la de los llamados castillos humanos andantes: una torre de tres pisos compuesta por 10 personas en total repartidas en tres alturas y cuyo remate consiste en bandear un pendón de grandes dimensiones. Es una muestra, considerada de interés turístico de Aragón, que se celebra por estas fechas y también con motivo de la Ascensión. En el caso de ayer, la ermita del mismo nombre y el barrio de San Martín fueron los escenarios que la acogieron.

El primer levantamiento se hizo en el pequeño templo situado a cuatro kilómetros del pueblo, al pie de la carretera A-2505, entre un centenar de espectadores y con el acompañamiento musical de la charanga local. Pasada la una de la tarde, los seis componentes que forman la primera planta pasaron a entrecruzar sus brazos a la altura de los hombros haciendo un círculo, sobre ellos tres integrantes repiten el operativo y encima David Vicén tomó la gran bandera. Casi 10 minutos después, acababan de dar la vuelta a la ermita, con el llamado ‘Vals del castillo’ y entre aplausos.

Carlos Torres, de 27 años, lleva casi una década formando parte de estos castillos y lo hace en la altura intermedia: "Para la Ascensión, un familiar mío me dejó el puesto. Tienes que guardar tu equilibrio y soportar al de arriba, para lo que uno se queda libre y nos vamos dando relevo", explica. Tanto esta demostración de habilidad como la anterior se hacen "sin entrenamiento y sin ensayar, en el momento", por lo que sí que exige "concentración" sin necesidad de "estar físicamente muy preparado".

"Dejé de hacerlo arriba al nacer mi hija Leire. Es un relevo natural: los mayores al ser más corpulentos pasan al piso bajo y los jóvenes, arriba. Ahora les echo una mano desde fuera", explicaba Luis Manuel Cristóbal, que coronó los castillos durante muchos años. Valora que la participación es algo que "va pasando de generación en generación" y recordaba que su padre, José Luis, "que tiene 90 años, sale en uno de los folletos". De igual forma, Adoración Sánchez, también indicaba que "es algo que se vive desde el interior y que hay que transmitir".

Para Tomás Atance, de Barcelona, pero con raíces en el pueblo, era su primera vez tras muchos años: "No había podido venir por trabajo, pero veo que la fiesta no se ha perdido y hay colaboración para que mejore". Como sostén para ello, la Cofradía es la herramienta indispensable, a cuyo frente está José Manuel Polo, desde hace un año. "Vamos renovando cargos, entra gente joven y así se mantiene. La fiesta sale adelante por los socios y por la venta de números para sortear 12 jamones", puntualizó. Lucas Vicén, anterior presidente, reivindica que "es un día de campo en el que lo pasamos muy bien, entre amigos". Junto a él, María Pilar Duce, escoba en mano, reconocía que la lleva "como tradición, para pegarles a todos para que bailen". 

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