El ‘simpa’ ingresa en prisión para empezar a cumplir las condenas acumuladas en julio

Antonio Grimal Marco pasó este martes a disposición del Juzgado de Instrucción 11 de la capital aragonesa, que decretó su ingreso en la cárcel de Zuera.

Antonio Grimal, en una foto reciente, en la plaza de España de Zaragoza.
Antonio Grimal, en una foto reciente, en la plaza de España de Zaragoza.
Heraldo

Antonio Grimal Marco, de 47 años, se encuentra en la cárcel de Zuera desde el martes por la noche, donde lo envió el juez de guardia, el titular de Instrucción número 11, tras tomarle declaración por la última denuncia presentada contra él por no abonar la cena en un restaurante. El magistrado lo puso en libertad por esa denuncia, pero ordenó su ingreso en prisión al conocer que existe ya una sentencia firme que lo condena a 30 días de multa. Ante el impago de la cuantía económica, la pena económica se sustituye por un día de cárcel por cada dos cuotas de la multa impagadas. Es decir, que ahora pasará 15 días en la cárcel.

No obstante, dada la trayectoria de detenciones y juicios que este vecino de Zaragoza ha acumulado durante el mes de julio (al menos ha sido arrestado una docena de veces) es más que probable que mientras esté en prisión adquieran firmeza el resto de sentencias por las sucesivas multas y se alargue el plazo de estancia en Zuera.

Así ocurrió el pasado mes de abril, fue arrestado porque sobre él pesaba una orden de búsqueda e ingreso en prisión por no abonar las multas por las últimas estafas leves. Había pasado una semana en marzo en la cárcel después de haber sido arrestado los días 5, 6, 8, 9 y 11 de ese mes. Una vez encarcelado, las sentencias fueron declaradas firmes y permaneció en el centro penitenciario hasta que salió a finales de junio. En cuanto pisó la calle volvió a sus rutinas de comer, beber y no pagar.

Antonio Grimal encontró su peculiar modus vivendi hace siete años. Solo en 2016 cuando acumuló una treintena de detenciones. En 2017 ingresó en prisión por no presentarse a dos juicios en la Audiencia Provincial de Zaragoza y se jugaba varios años de cárcel, pero la jurisprudencia del Supremo lo salvó de un castigo mayor. Una de esas estafas la había cometido en un céntrico hotel de la ciudad al que ‘invitó’ a dos comensales más y pidieron tres cenas completas por importe de 143,30 euros.

Como contaba HERALDO este lunes, el pasado domingo estuvo en libertad exactamente 45 minutos. A Grimal Marco no le costó ni media hora salir del juzgado de guardia y encontrar un bar donde merendar. Tardó exactamente lo que cuesta ir desde la avenida de José Atarés hasta María Zambrano, atravesando Clara Campoamor, y elegir el bar El Dulce Bocado como su presa.

Abandonó el juzgado en torno a las 19.15, solo, desaliñado y doblando el papel con la última sentencia que lo condena a una nueva multa por un delito leve de estafa. La impresión era que no llevaba nada más en los bolsillos. No en vano, desde la mañana del miércoles 20 de julio, cuando fue detenido mientras desayunaba en un bar de Condes de Aragón, no había salido del calabozo de la Policía Nacional y de los juzgados nada más que para timar cada día a un hostelero comiendo a su costa y provocar una nueva detención. 

Dos patrullas de la Policía Local detienen a Antonio Grimal este domingo en María Zambrano
Dos patrullas de la Policía Local detienen a Antonio Grimal este domingo en María Zambrano
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Su actividad delictiva ha sido frenética en los últimos días. El miércoles no pagó en el local de Condes de Aragón. Al día siguiente, pasó a disposición judicial del juzgado de instrucción número 6, y quedó en libertad, pero nada más salir de la Ciudad de la Justicia se comió una hamburguesa en un clásico local de la margen izquierda. Evidentemente, tampoco abonó su consumición y acabó en el calabozo.

El viernes, pasó a disposición judicial en el juzgado de instrucción número 7 y se volvió a decretar su libertad. Eso sí, el titular del juzgado, Rafael Lasala, le impuso tres meses de multa a razón de 6 euros diarios (540 en total). Es la pena máxima cuando lo defraudado no excede de 400 euros, que es lo que la Fiscalía está pidiendo para él en cada caso dada la reiteración de su conducta delictiva. Pese a ello, el viernes volvió a hacer exactamente lo mismo. Tras salir del juzgado, recorrió apenas unos pocos cientos de metros hasta un restaurante de la calle de María de Echarri. Fue puesto de nuevo a disposición del juzgado, esta vez el 8, pero volvió a la calle hasta su detención el domingo.

Su conducta se repite día tras día en las calles de Zaragoza, pero en las próximas dos semanas no será así. Desayunará, comerá y cenará en la cárcel esta vez.

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