El muralista Diego Vicente interviene en las paredes del área infantil del Clínico

El aragonés también participa en una colectiva en el Centro de Historias y estará en el próximo Asalto

Diego Vicente nació en Zaragoza hace 31 años y aunque ejerce de ciudadano del mundo por su trabajo como muralista, también es alagonero orgulloso. Precisamente en su localidad de cabecera ha dejado huella generosa del talento que atesora con el proyecto “Alagón, un pueblo con Arte”, que comenzó a desarrollarse en 2020 y concluyó el año pasado. Este ilustrador por la Escuela de Artes de Zaragoza y diseñador gráfico por la Escuela Superior de Aragón sigue diversificando su campo de expresión con nuevos retos, y en estos días se ha centrado en darle un nuevo toque de color a la planta infantil del Hospital Clínico Lozano Blesa de Zaragoza, con el apoyo de su ayudante Jorge Sofí y por iniciativa de la oenegé Believe in Art, que dirige Beatriz Lucea.

Vicente lleva la sonrisa en la cara después de una ardua semana de trabajo en el hospital, que acaba de concluir. “Beatriz Lucea se puso en contacto conmigo y me dijo que después de ver algunos de mis trabajos les encajaba a la perfección con la idea de intervenir paredes en la planta infantil del Clínico. Enseguida dije que sí, la verdad es que me hizo mucha ilusión”.

La zona intervenida está en los cuatro largos pasillos que se abren desde el emplazamiento de los ascensores. “Son zonas de paso, que ahora tienen otro aspecto, aunque me preocupé desde el principio de no resultar excesivo; en mi trabajo de calle me gustan las imágenes potentes que te remueven desde el principio, pero el lugar invitaba a ser comedido y quise darle un aire infantil para conectar con los niños. Las pinturas de los pasillos están inspiradas en el paisaje y la naturaleza, en un vínculo supremo con la vida; los peques que deben permanecer allá por su enfermedad están deseando reencontrarse con ese paisaje”.

El artista zaragozano ha empleado una gama de colores habitual en su trayectoria, con incidencia especial en los contrastes y la saturación. La respuesta del personal ha sido unánime: aplausos y parabienes. “Me lo han manifestado toda la semana, y creo que han disfrutado del proceso tanto como yo; la verdad es que ha sido una gran acogida”.

Actividad incesante

La naturaleza de su trabajo ha permitido a Diego Vicente no bajar la intensidad en los casi dos años y medio de pandemia. “Mi labor tiene dos versiones: cuando me aislo en el estudio no tengo contacto con nadie, y lógicamente he podido trabajar en todas las situaciones que se han vivido. Por otro lado, cuando el trabajo es en espacio público y al aire libre, que ha sido lo más habitual en mi carrera, es fácil guardar distancias; la pandemia sí me ha afectado en lo personal, como a todos nosotros, y quizá también en algunos matices de mi obra, aunque no te sé precisar cuáles; debo sentarme a analizarlo”.

El proyecto alagonero es su trabajo más relevante hasta ahora. “Creo que sí es lo más importante que he hecho, porque suponía empezar de cero y trabajar en 360 grados con el comisariado, producción, dirección… he crecido como artista, profesional y persona. No es lo mismo llegar y pintar tu mural que estar pendiente de todos los detalles. Tuve la ocasión de traer a Harsa, de Zaragoza, que es una profesional fantástica, y a mis colegas de Boa Mistura. Estuve al 100% en el colectivo, radicado en Madrid, entre 2014 y 2019; ahora seguimos colaborando, somos muy amigos y de vez en cuando me meto en proyectos o viajes con ellos”.

Invocar el nombre de Boa Mistura en el mundo artístico es sinónimo de calidad y respeto. “Recuerdo muchos proyectos grandes, pero el que más me marcó fue al principio, en Bogotá; trabajamos con víctimas del conflicto armado, familias desplazadas de ambos bandos. Era mi primer viaje a América Latina, además, y me ha marcado la vida”.

Diego Vicente quiere incidir más en el trabajo de estudio en los próximos meses, pero también seguirá saliendo a embellecer enclaves por esas paredes de Dios. “Me apetece meter más horas en el estudio, a ver qué sucede. Por otro lado, en las próximas semanas tendré la ocasión de pintar en dos lugares muy interesantes: el festival Brizna en Ayerbe en agosto y nuevamente en el festival Asalto en septiembre. Por otro lado, ahora participo en un preámbulo del Asalto con una exposición colectiva que ha consistido en la intervención de las paredes del Centro de Historias; somos cinco artistas involucrados que también participaremos luego en el festival. Esta muestra se podrá visitar todo el verano”.

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