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El motivo por el que un bañador con toques blancos nunca falla

Lencería La Peña, que en 2023 cumplirá 125 años, es todo un referente en Zaragoza en prendas de baño, lencería y corsetería. María Polo regenta el negocio familiar, que va ya por la cuarta generación.

María Polo, al frente de Lencería La Peña, con algunos biquinis de esta temporada de verano.
María Polo, al frente de Lencería La Peña, con algunos biquinis de esta temporada de verano.
José Miguel Marco

"Buenos días, vengo a por un bañador. Lo importante es que me recoja el pecho". Es la petición concisa de una clienta de Lencería La Peña (conocida tradicionalmente como Fajas La Peña) de Zaragoza, que tiene su inmediata contestación: el asesoramiento de profesionales. Todo pasa por ahí para que una prenda de baño siente bien, tal y como subraya su gerente, María Polo, cuarta generación de un establecimiento especializado en lencería, corsetería y baño, que en 2023 cumplirá 125 años.

"No concibo que una persona pueda comprar una prenda por internet a la primera cuando aquí vienen y necesitan probarse 15. Es muy importante el comercio directo, en el que te aconsejen. No podemos dejar que desbanque al comercio tradicional: el tejido hay que tocarlo y la prenda, probarla", comenta María, que da otras claves para que un bañador o biquini pueda ser lucido con éxito este verano. "Jugar con los patrones, comprar en un sitio especializado y trabajar con proveedores de primera categoría, que están todo el año con tejidos, diseños y estructuras. Es un valor añadido que hace que todo siente mejor", explica.

Ella es partidaria del bañador (lo ve una pieza "más elegante"), considera que no todo el mundo puede llevar una braga brasileña ("yo no me la pondría; es muy de gente joven. El glúteo tiene que tener unas características perfectas", dice) y destaca como fondo de armario una prenda de baño bonita negra y la clásica marinera de rayas. No olvidar tampoco el color, fundamental para que una prenda favorezca junto a los buenos patrones y tejidos. Los fucsias, frambuesas, turquesas, verdes y corales siempre son "favorecedores"; en cambio los amarillos y marrones son difíciles de encajar. "Un amarillo pollo no se lo pone nadie y eso que es un color que en los últimos años no está tan denostado", dice. En cambio el que nunca falla es el blanco. "Un bañador con toques blancos te da siempre mucha luminosidad", afirma rotunda.

Este verano hay ganas de color, de alegría, que coincide con la salida de meses oscuros de pandemia. Los estampados, los rojos, fresas, corales y el azul klein son tendencia junto a los biquinis de banda, que también gustan mucho. "Nosotros tenemos bandas para mucho pecho", advierte María Polo, quien da trucos a la hora de decantarse por una prenda de baño u otra. "Si lo que se quiere es aparentar menos volumen, en bañadores hay que evitar las rayas y los estampados florales muy grandes. En cambio, favorecen las partes cruzadas y algún tipo de drapeado en el vientre. Y en biquinis, lo importante es la parte de arriba: si se quiere disimular pecho, cortes que no hagan volumen en el sujetador; y para aumentar, rellenos y push up", recomienda.

María recuerda que los primeros bañadores eran de tela y que la licra fue la que revolucionó el mundo de las prendas de baño en los años cincuenta. Fue precisamente su madre, que hoy tiene 86 años, quien las introdujo junto a los complementos (ropa de playa, toallas, capazos...). Para la gerente de Lencería La Peña, el saber evolucionar está detrás de que el negocio familiar sea todo un referente en su sector. "Si nos hubiéramos quedado en la fajas habríamos muerto. Nos hemos ido adaptando a los tiempos y siendo cada día más especialistas", afirma, al tiempo que indica que hace poco en Graus hubo una exposición de mujeres emprendedoras del pueblo y ahí estaban los ejemplos de su abuela y su madre.

Una fábrica de fajas en Ruiseñores en 1939

Es precisamente en esa localidad oscense donde arranca todo de la mano de su bisabuelo, que en 1898 montó una empresa de calzado y las hebillas y cordones que tenía los utilizaba su mujer para ajustar la cintura de sus fajas. "Y mi abuelo materno empieza con todo el tema de las fajas y corsetería. En 1939 la familia se traslada a Zaragoza y pone una fábrica de fajas en el paseo de Ruiseñores, que después se trasladó a la carretera de Madrid (hasta los años ochenta). Además de la fábrica, teníamos tienda abierta: primero en la calle de Manifestación, después en el Coso, 55 años en el pasaje Palafox y desde hace 12 en la calle de Bilbao. Y el nombre también viene de Graus: por la Virgen de la Peña".

Lencería La Peña se trasladó hace ya 12 años a la calle de Bilbao de Zaragoza, tras estar 55 en el pasaje Palafox.
Lencería La Peña se trasladó hace ya 12 años a la calle de Bilbao de Zaragoza, tras estar 55 en el pasaje Palafox.
José Miguel Marco

Transcurridos 124 años, venden todo tipo de corsetería (clásica, joven, de novia, de fantasía, deportiva, para mamás y especializada en mastectomía), ropa de baño (para todas las edades) y complementos y lencería (batas, pijamas, camisones, ropa de estar en casa...). María Polo tiene claro la importancia de llevar una adecuada ropa interior. "No es el tema de la talla ni el vestido que luzcas sino cómo lleves organizado el pecho, la cintura... El resultado de fuera es lo que lleves por dentro", resalta. Asimismo, subraya que no hay mejor 'personal shopper' en ningún sitio que en una "tienda buena", donde a uno le puedan asesorar. "En Zaragoza hay muchas y de todo tipo. Es importante que en las ciudades se apoye al pequeño comercio; es el que más vida da a cualquier calle, donde se generan puestos de trabajo directos y donde queda el dinero de los impuestos. El programa 'Volveremos' (puesto en marcha por el Ayuntamiento) ha sido un empuje muy bueno", asegura.

"Es importante que en las ciudades se apoye al pequeño comercio; es el que más vida da a cualquier calle y donde se generan puestos de trabajo directos"

Y de cara al mañana, ¿habrá una quinta generación que capitanee el negocio familiar? "Todo dependerá de cómo venga el futuro", contesta. De momento, a ella le gustaría poder jubilarse en lo que más ilusión le hace: su negocio y atender a sus clientas, con las que lleva muchos años y a la que atiende como si fueran un familiar más.

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