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Un crimen en Zaragoza sin móvil conocido lleva al banquillo a un sicario lituano y 7 compinches

Las pesquisas por el tiroteo mortal de Maria Marian, de 28 años, han sido largas y complejas, hasta el punto de que aún se ignora cuál fue el verdadero motivo por el que fue asesinada. La Fiscalía pide ahora 132 años de cárcel para sus presuntos asesinos.

La Policía vigilaba el 21 de noviembre de 2018 la vivienda donde se produjo el asesinato.
La Policía vigilaba el 21 de noviembre de 2018 la vivienda donde se produjo el asesinato.
Guillermo Mestre

Casi siete meses tardó el Grupo Homicidios de la Policía en poner nombre y apellidos a los presuntos autores del crimen de María Marian, de 28 años, perpetrado el 21 de noviembre de 2018 en el barrio de Movera de Zaragoza. Y más de tres años y medio le ha costado al Juzgado de Instrucción número 12 dar por concluidas las pesquisas. No ha sido un caso ni mucho menos sencillo, como demuestra el hecho de que el motivo del asesinato siga siendo una incógnita. Porque aunque los investigadores sospechan que pudo estar relacionado con las drogas, ni siquiera la Fiscalía se atreve ahora a asegurarlo. De lo que no alberga dudas es de que fueron un sicario lituano y siete compinches quienes se pusieron de acuerdo para tirotear y acabar con la vida de la víctima, razón por la que acaba de solicitar para ellos 132 años de prisión.

Uno de los motivos que llevó al Grupo de Homicidios a vincular desde el principio el crimen con el tráfico de sustancias ilegales    fue el hecho de que la fallecida fuera pareja de José N. T., alias Mistos, de 70 años, y por aquellas fechas en prisión por cultivar marihuana en Movera. Concretamente, en la finca número 26 de la urbanización Torre Urzaiz, donde seguía residiendo la víctima con su familia y donde fue asesinada cuando regresaba de hacer una compras con su hermana en un centro comercial de Zaragoza.

El Mistos salía de permiso de la cárcel de Zuera al día siguiente y María Marian le estaba preparando una barbacoa de bienvenida con amigos. Sin embargo, sobre las 19.30 de aquel 21 de noviembre, nada más bajarse del coche, la joven fue abordada por dos encapuchados armados que truncaron sus planes y acabaron con su vida. La autopsia desveló después que la víctima recibió un disparo en el costado que le afectó al pulmón izquierdo y al hígado, provocándole un shock hemorrágico.

Disputas familiares por un piso

Pero no fue el de las drogas el únicos móvil del crimen que barajó la Policía, ya que una carta hallada en la vivienda de Movera convirtió también en sospechoso a un nieto del Mistos. Se trataba de José Luis G. N., alias el Pelao, quien  escribió a la pareja de su abuelo desde la cárcel de Estremera donde estaba preso amenazándola de muerte. Y lo hizo porque su abuelo había otorgado poderes notariales a María Marian para que administrara el piso que tenía en la calle de Matías Pastor Sancho de Zaragoza, vivienda que el joven reclamaba para él.

Cuando le tomaron declaración tras el asesinato de su pareja, José N. T. explicó que en cuanto se enteró de la existencia de aquella carta cortó la relación con su nieto y dejó de enviarle dinero a la cárcel. El hombre consideraba a su nieto una persona «noble», pero capaz de cumplir sus amenazas. En cualquier caso, el joven no será finalmente una de las personas que se sienten en el banquillo.

Fue un guante de látex hallado junto a la valla perimetral de la finca de Movera con residuos de disparo y ADN de Aivaras S. el que puso a los investigadores tras la pista del sicario lituano. Gracias a las geolocalizaciones de su teléfono móvil averiguaron que el día del crimen se trasladó con Juan E. O. y Jesús J. M. desde Tarragona a Zaragoza. En la capital aragonesa habrían contado con la colaboración de Félix T. M., Bodgan C. S., Nancy S. M., Alba T. M. y Karina N. Por qué todos se pusieron de acuerdo para matar a la joven, un misterio que se tratara de resolver en un juicio con Jurado para el que todavía no hay fecha. En cualquier caso, las defensa, a cargo de los letrados José Cabrejas, Francisco José García Berenguer, Armando Martínez, Bernardo Palomares, Juan Manuel Martín Calvente y Berta del Castillo consideran que no hay pruebas para condenar.

La familia tuvo que esperar tres años a que le dieran el cuerpo

Si para alguien han resultado largos y dolorosos los más de tres años que ha durado la investigación del crimen de Movera ha sido para la familia de la joven María Marian, a la que el juez que dirigía las pesquisas se negó a entregarles su cuerpo para enterrarlo hasta diciembre de 2021. Su abogado, Cristian Anguel, apeló una y otra vez a la «sensibilidad y humanidad» del instructor para que acabara con el dolor de los padres y la hermana de la fallecida y les permitiera por fin darle sepultura. Sin embargo, el cadáver permaneció en una cámara frigorífica del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA) hasta que se produjo un relevo al frente del Juzgado de Primera Instancia 12 de Zaragoza y la nueva magistrada autorizó por fin la entrega.

Cada vez que reclamaban el cuerpo, el juez respondía que al estar en curso la investigación podía ser precisa una nueva autopsia. Pero semejante tardanza no tiene precedentes en ninguna investigación criminal llevada a cabo en Zaragoza. Tras enterrar a la joven en Sibiu, localidad rumana de la que procedía María Marian, su familia ahora solo pide justicia.

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