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El colocón del acusado obliga a aplazar el juicio por el asesinato de Katia en Zaragoza

Rubén Calvo Ropero se durmió nada más entrar en la sala de la Audiencia Provincial de Zaragoza. 

El acusado, Rubén Calvo Ropero, en los primeros momentos del juicio.
El acusado, Rubén Calvo Ropero, en los primeros momentos del juicio.
Oliver Duch

"No está en condiciones de someterse a un juicio como este". Rotunda y clara, la médico forense María Luisa Tomás ha informado a la magistrada-presidenta del jurado, Esperanza de Pedro, y a los miembros del mismo de que Rubén Calvo Ropero presentaba todos los síntomas de haber consumido drogas (posiblemente heroína) o de haberse tomado unas dosis muy altas de la medicación que le proporcionan en la cárcel, pautada por un psiquiatra. 

La magistrada, tras escuchar el diagnóstico de la forense, ha decidido aplazar hasta este martes la declaración del acusado, cuando espera que se presente en condiciones de declarar.

Rubén Calvo Ropero, de 33 años, había sido trasladado desde prisión por la Guardia Civil hasta el juzgado y allí recogido por la Policía Nacional para conducirlo a la Audiencia Provincial de Zaragoza, donde este lunes ha comenzado el juicio contra él por el asesinato de su pareja, Katia Altamirano Blandón. Calvo salió de la cárcel de Daroca ya en estado de somnolencia y cuando llegó a la sala del juicio seguía en las mismas condiciones. De hecho, se durmió prácticamente en los primeros compases del juicio, cuando el letrado de la Administración de Justicia comenzó a leer los escritos de acusación. En un momento dado tuvo que ser sujetado por los policías que lo custodiaban ya que se iba a caer de la silla.

Cuando llegó el momento de que prestara declaración, su abogada, Carmen Sánchez, intentó despertarlo sin éxito. Al final, los dos agentes se lo llevaron con dificultades al calabozo, donde fue examinado por la médico forense, la cual había acudido a la Audiencia para testificar en un juicio por tráfico de drogas y, accidentalmente, fue requerida para que viera a Rubén Calvo.

"Tiene la pupila miótica, lo que indica que o ha tomado drogas o una dosis muy alta de su medicación", manifestó María Luisa Tomás. Ante la pregunta de la abogada defensora de cómo era «posible» eso si está «custodiado» en prisión y con la medicación «pautada y controlada», la doctora respondió: «Cuando empecé a ejercer, hace ya muchos años, la primera vez que me dijeron que se consumía droga en las cárceles no me lo podía creer. Pero luego me di cuenta de que sí».

Como anécdota relató que hace poco examinó a un detenido que le contó que la última «fiesta» en prisión «le había costado 3.000 euros». «No podemos poner en duda  que en las prisiones hay drogas y usted lo sabe», se dirigió a la abogada.

El acusado se enfrenta a una condena de entre 23 y 26 años de prisión, como piden la Fiscalía y de la acusación popular ejercida por la Comunidad Autónoma, representada por el abogado José Luis Gay. O a una pena menor, como solicita su abogada defensora Carmen Sánchez, porque mantiene que el día que asesinó a la que había sido su pareja estaba en «pleno brote» de esquizofrenia e influenciado por el consumo de drogas.

En la cárcel esta recibiendo medicación por su trastorno consistente en aloperidol, valproico y olanzapina. "Esta medicación, tomada en las dosis terapéuticas recomendadas, no produce este estado", manifestó la médico forense.

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