zaragoza

El sargento de Pedrola permitió al grupo de élite de la Benemérita resolver el ‘puzle’ del caso Badoo

Un mando de la Unidad Central Operativa (UCO) reconoce durante la segunda sesión del juicio contra Mohamed Achraf y Candy Arrieta que el suboficial fue clave a la hora de cazar a los criminales.

Los acusados, durante la segunda sesión del juicio en la Audiencia de Zaragoza.
Los acusados, durante la segunda sesión del juicio en la Audiencia de Zaragoza.
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Un asesinato y dos secuestros consecutivos que podrían haber tenido el mismo trágico final obligaron a la Guardia Civil a movilizar a su grupo de élite, la Unidad  Central Operativa (UCO). Sin embargo, uno de sus mandos no ha tenido ningún reparo en admitir este martes que de no ser por el sargento del cuartel de Pedrola habrían tardado mucho más tiempo en resolver el ‘puzle’ del caso Badoo. Porque los investigadores habían conseguido una grabación en la que aparecía uno de los presuntos criminales, pero no conseguían ponerle nombre. Y cuando mostraron los fotogramas al suboficial, no solo fue capaz de identificarlo como Mohamed Achraf, sino que les dijo que sabía dónde vivía y que llevaba algún tiempo saliendo con una joven de rasgos sudamericanos. A la postre, Hedangeline Candy Arrieta, venezolana que hacía de cebo en la red social de contactos para atraer a las víctimas hasta la Ribera Alta del Ebro.

«Fue el sargento de Pedrola quien nos informó también de que el ahora acusado portaba una pulsera de geolocalización por agredir a su anterior pareja», ha explicado el jefe de la Sección de Delincuencia Organizada de la UCO  en la Audiencia de Zaragoza, donde se juzga a la pareja por el rapto y las lesiones de las que fue víctima el vecino de Tudela Julián L. M. el 4 de septiembre de 2019. Sobre ambos pesan ya otras dos condenas: una de 34 años por asesinato y otra de 12 y medio por  robo con violencia.

Como recordaron al tribunal tanto este oficial de la UCO como un responsable de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la Comandancia de Zaragoza, saber que uno de los sospechosos llevaba este dispositivo de seguimiento resultó esencial para la investigación. De hecho, los datos que almacenaba en su memoria permitieron ubicar después a Mohamed Achaf en los distintos escenarios de los hechos.

Desmontan la versión de Candy

Durante la primera sesión del juicio, el marroquí, al que defiende la letrada Carmen Sánchez, confesó haber pergeñado junto a la acusada la emboscada de la que fue víctima el tudelano en la estación de Luceni, donde lo había citado a través de Badoo. Sin embargo, ella no solo lo negó todo sino que dijo actuar coaccionada por Mohamed: «Se había convertido en mi dueño y yo en su esclava», aseguró la acusada, para la que su abogado, Juan Manuel Martín Calvente pide la absolución.

La víctima del segundo robo  –la pareja asaltó antes a un vecino de La Almunia y mató después a un informático vasco– desmontó la versión de la venezolana al explicar que le amenazó con una pistola. Y los agentes que vigilaron la nave antes de detenerlos declararon también ayer que «entraba y salía de allí con absoluta libertad».

El juicio concluye este miércoles con las pruebas periciales. La FIscalía pide casi once años de prisión para los acusados, mientras que la acusación particular, a cargo de Cristina Gracia y José Cabrejas, eleva la pena a 15 años.

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