Gusantina, motor de cambio y alternativa luminosa para la infancia de la Magdalena
La asociación socioeducativa presta servicios de asistencia a los pequeños del barrio y sus familias desde hace 32 años.
La Asociación Socioeducativa Gusantina está en el corazón de la Magdalena, en la plaza Asso. Lleva algo más de tres décadas en marcha y sin ser un faro, ni estar cerca del mar, ha dado luz a todo un barrio desde el día en que abrió sus puertas. Los más pequeños son el foco, y para ellos se trabaja día a día sin olvidar a sus familiares, otros colectivos desfavorecidos y, en general, cualquiera que precise de un respiro o un impulso en ese palpitante conglomerado de calles, tan zaragozano como universal.
El presidente de Gusantina, Guillermo Goldáraz está en el barco desde el primer día, y ha desempeñado todo tipo de funciones dentro de su estructura. “Primero fui joven voluntario, llegué con 18 años en 1990, y luego asumí responsabilidades como trabajador; ahora soy voluntario de nuevo. Hace 32 años se marcó un planteamiento de trabajo que lidiaba con la realidad del barrio en aquel momento: había muchos niños desatendidos en la calle, mucho absentismo escolar y los problemas derivados de esas realidades".
Goldáraz recuerda que "el proyecto comenzó de la mano de la Asociación de Vecinos Lanuza-Casco Viejo, y la metodología era observar para actuar en consecuencia, yendo a lo que más se necesitaba. Hacíamos una labor de educadores de calle; el concepto se ha profesionalizado desde entonces, aunque ya había educadores de calle municipales, con los que colaborábamos”.
Gusantina se presentó a las instituciones como una idea que buscaba trabajar de manera integral las necesidades de esos pequeños. “Dimos forma a esa apuesta para convertirla en algo estable; íbamos de la atención por las tardes a la formalización de actividades de ocio que fueran sanas, bien dirigidas, y sacaran a los chavales de la calle o les acompañasen. Trabajamos estrechamente con las escuelas del barrio, especialmente con el colegio Tenerías y el San Vicente de Paúl, sin olvidar ciertas colaboraciones con el Gascón y Marín; acompañamiento al colegio y regreso, actividades dentro del cole apoyando dinámicas académicas, trabajo de concienciación o apoyo con las familias en coordinación con el Centro Municipal de Servicios Sociales”.
Un punto de inflexión
En 2008, Gusantina se desgajó de la asociación vecinal que la impulsó a inicios de los 90. “Creo que una asociación de vecinos, al final, está destinada a otras cosas; fue valiosa en los inicios del proyecto, pero llegó la crisis económica y entendimos que era el momento de ‘independizarse’, así con comillas. Ahora mismo hay 12 personas involucradas en Gusantina; eso sí, nadie está a jornada completa”.
El colectivo tiene dos iniciativas en marcha, además de mantener su misión de centro de tiempo libre: Mimbres y Cuidados Mestizos. “En el primero hay siete chicas jóvenes en nómina: comenzó en 2009 y atiende a madres con hijos pequeños que necesitan apoyo para la conciliación laboral. Las trabajadoras de Mimbres tienen con nosotros su primera experiencia laboral, para la cual reciben aquí formación; suelen ser jóvenes que en su día se desligaron del proceso formativo; al tener esos niños a su cuidado en momentos puntuales hacen una asistencia básica a esas madres y adquieren responsabilidad, todo en una clave segura y tranquila. La demanda sigue creciendo; nos encantaría que se desarrollase algo similar en otros barrios”.
Mimbres tiene desde hace dos años la deriva Violetas, que atiende a mujeres en situación de maltrato. “Por desgracia, esa demanda de ayuda también ha aumentado con la pandemia y los confinamientos. La atención a este colectivo requiere de una formación más específica, claro, para minimizar riesgos”.
El proyecto Cuidados Mestizos sigue esta misma línea, pero con un ámbito diferente. “En este caso, las trabajadoras efectúan esas mismas labores en un entorno más corporativo, atendiendo a entidades, asociaciones de padres, eventos… se ejerce en momentos coyunturales. Mimbres es algo con un tono más comunitario, mientras que Cuidados Mestizos es sobre todo una oferta de servicios”.
Goldáraz está orgulloso de lo que ha hecho Mimbres con sus propias trabajadoras. “Gracias a esta experiencia, cuando estas chicas acceden a otros trabajos tienen herramientas que les permiten ser más eficaces. También hay muchas que vuelven a estudiar y completar su formación, algo que abre a su vez nuevas puertas para ellas”.
Un barrio nuevo
La realidad de la Magdalena ha cambiado mucho en los últimos años. “Al principio -recuerda Goldáraz- atendíamos sobre todo a población gitana, pero el barrio es muy diverso y fuimos abriendo el marco de asistencia a todo el mundo, gitano o no. Hay mucha población migrante, además; la mezcla es fundamental en la Magdalena, y así es Gusantina también. Los niños y niñas que pasan por aquí tienen automáticamente menos prejuicios que los adultos en asuntos de procedencia o esquemas de vida; guardamos tesoricos en la retina y la memoria en este sentido”.
El presidente de Gusantina también quiere agradecer los apoyos recibidos, con un hincapié muy esencial. “Siempre son bienvenidos los grandes aportes de entidades o particulares con posibilidad de hacerlas, porque así llegamos a más cosas a pesar de los recortes presupuestarios y sigue habiendo muchas carencias que atender, pero agradecemos especialmente el hecho de que muchas ayudas vienen de pequeñas aportaciones del propio barrio. La gente se involucra en ayudar al de al lado, a pesar de tener sus propias limitaciones en el presupuesto familiar. Hay un cariño barrial en la Magdalena, y parte de ese cariño de ello se canaliza en Gusantina”.
